(Fuente: Opera Mundi)
Por Salim Lamrani
El Departamento del Tesoro confiscó los fondos de la organización no gubernamental británica Cuba Solidarity Campaign destinados a la compra de un libro sobre las sanciones económicas contra Cuba. The Economic War against Cuba. A Historical and Legal Perspective on the U.S. Blockade fue publicado por Monthly Review Press, casa editorial basada en Nueva York, en abril de 2013.
El libro presenta una perspectiva histórica y jurídica de las sanciones económicas que Estados Unidos impone a Cuba desde 1960 y evalúa particularmente su impacto en campos como la salud, que afectan gravemente a las categorías más vulnerables de la población cubana pues impiden que la isla tenga acceso a los medicamentos y equipos médicos fabricados en territorio estadounidense.
El libro subraya el carácter anacrónico, cruel e ineficaz de un estado de sitio que data de la guerra fría, que golpea de modo indiscriminado a todos los sectores de la sociedad – empezando por los más frágiles– y que ha sido incapaz de alcanzar su objetivo, o sea el derrocamiento del gobierno cubano. Del mismo modo, recuerda que las sanciones contra Cuba suscitan el rechazo de la inmensa mayoría de la comunidad internacional, con 188 países que votaron por 21 vez consecutiva en 2012 contra el embargo económico, comercial y financiero. Por otra parte, el 67% de la opinión pública estadounidense desea una normalización de las relaciones con Cuba, pues no entiende por qué puede viajar a China, Vietnam o Corea del Norte, pero no a la mayor isla del Caribe.
Un capítulo completo trata del carácter extraterritorial de las sanciones económicas, las cuales violan el derecho internacional. En efecto, una legislación nacional no puede aplicarse en un país tercero. Por ejemplo, la ley francesa no puede aplicarse en Alemania y la ley brasileña no puede aplicarse en Argentina. Ahora bien, la ley sobre las sanciones económicas se aplica a todos los países del mundo y una oficina especial del Departamento del Tesoro, la Office Foreign Assets Control (OFAC), se encarga de ello.
En abril de 2013, la ONG británica Cuba Solidarity Campaign (CSC) decidió comprar 100 ejemplares del libro The Economic War against Cuba y pidió a su banco inglés, la Cooperative, que pagara la factura mediante una transferencia a la cuenta de Monthly Review Press en la Chase Bank.
No obstante, no se pudo hacer la transacción. En efecto, la OFAC decidió bloquear los fondos y exigió a la ONG británica que explicara en detalle sus relaciones con Cuba. Rob Miller, director de CSC, expresó su asombro: “Se usa una legislación extraterritorial sobre las sanciones económicas contra Cuba para impedir la venta de un libro en el Reino Unido que expone el alcance del bloqueo contra Cuba […]. El carácter ridículo del bloqueo estadounidense se ilustra una vez más con este caso cuando se trata de impedir que los lectores británicos lean un libro publicado por una casa editorial americana”.
Por supuesto, no es la primera vez que Estados Unidos aplica de modo extraterritorial las sanciones contra Cuba. A guisa de ejemplo, si la empresa alemana Mercedes desea exportar sus coches a Estados Unidos, tiene que demostrar al Departamento del Tesoro que sus coches no contienen ni un solo gramo de níquel cubano. Del mismo modo, si un pastelero francés desea vender sus productos en el mercado estadounidense, tiene que demostrar que no contienen un solo gramo de azúcar cubano. Así, no sólo las sanciones económicas contra Cuba constituyen el principal freno al desarrollo del país sino que representan también un obstáculo a las relaciones comerciales de la isla con el resto del mundo. A veces con consecuencias insólitas.
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