El senador republicano por la Florida Marco Rubio, aseguró a la agencia EFE que sacar a Cuba de la lista de países terroristas "requiere pruebas de reforma que no existen" |
Tomado de Cambios en Cuba.
Por M. H. Lagarde
Una vez más el Gobierno de EE.UU. volvió a incluir a Cuba en
"su" lista de países que patrocinan el terrorismo.
Como viene ocurriendo desde 1982, cuando Estados Unidos
comenzó a arrogarse el derecho de catalogar a la Isla como nación terrorista,
el Departamento de Estado, al parecer, persiste en ignorar los argumentos con
que Cuba trata de desenmascarar la manipuladora decisión de proclamarla un
Estado Patrocinador del Terrorismo Internacional.
Una
nota publicada por el Ministerio de Relaciones de Cuba el pasado jueves,
poco después que se diera a conocer el informe de Washington, apuntaba:
“El Gobierno de los Estados Unidos insiste en mantener esta
designación arbitraria y unilateral, a pesar del desplome total de las
acusaciones ridículas y de los argumentos endebles que tradicionalmente ha
utilizado en los últimos años como excusas para ello, como la presencia en
nuestro país de fugitivos de la justicia estadounidense, ninguno de los cuales,
por cierto, ha sido acusado de terrorismo. También alega que Cuba acoge a
militantes vascos de ETA, desconociendo que esto respondió a una solicitud de
los gobiernos concernidos en el tema. Señala, además, que miembros de la
guerrilla de Colombia viven en nuestro país, lo cual constituye una acusación
absurda pues desde el 2011, Cuba acompaña, como garante, el proceso de paz en
Colombia”.
De igual forma, la nota cubana de protesta no pasó por alto
otras razones que, durante décadas, han jugado sin dudas un papel fundamental
en el “empecinamiento”, del gobierno estadounidense de mantener a Cuba en
"su" la lista del eje del mal.
“El único propósito de este ejercicio desprestigiado contra
Cuba es intentar justificar el mantenimiento del bloqueo, una política
fracasada que el mundo entero condena. También pretende complacer a un grupo
anticubano, cada vez más pequeño, que se aferra a apuntalar una política que ya
no tiene sustento y que ni siquiera representa los intereses nacionales de los
Estados Unidos, de la mayoría de la población estadounidense y de la emigración
cubana residente en ese país”.
A propósito del grupo anticubano al que el gobierno estadounidense
complace, uno de sus miembros, el senador republicano de origen cubano, Marco
Rubio, aseguró a la agencia EFE que sacar a Cuba de la lista de países
terroristas "requiere pruebas de reforma" que no existen y agregó:
“La Habana solo ha hecho "reformas cosméticas".
Siguiendo la lógica de este representante de la mafia
cubanoamericana, uno se pregunta: ¿podrán considerarse los cambios sociales y
económicos que la Isla realiza como actos terroristas que afectan a Estados
Unidos?
Evidentemente, y de acuerdo con estas declaraciones del
senador republicano por la Florida, la inclusión de Cuba en la lista de marras
nada tiene que ver en realidad con el terrorismo. Más bien responde al viejo
anhelo de algunos sectores anticubanos de Miami de provocar, bloqueo genocida
mediante, la rendición de los revolucionarios cubanos.
Lo que realmente podría afectar al
lobby cubano, del que Rubio forma parte, es que los cambios que Cuba
implementa actualmente signifiquen otra victoria en la que los anexionistas
-que “representan” al pueblo de Cuba desde los púlpitos del Congreso Estados
Unidos-, no tendrían más opción que la de seguir, como han hecho durante medio
siglo, saqueando
los fondos del gobierno de EE.UU., con el pretexto de financiar la lucha
contra la “dictadura”.
El éxito de los cambios en el socialismo cubano,
significaría para los mafiosos de Miami otra derrota similar a la del triunfo
de enero de 1959 o a la sufrida tras la caída del socialismo europeo, cuando la
Isla, contra todo pronóstico, no solo mantuvo su independencia, sino que,
además, inspiró más que nunca, con su ejemplo de dignidad y humanismo, a otros
pueblos de América.
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