Esteban Morales |
Título original: "Disidencia y Contrarrevolución"
Decía José Martí que, “Si la guerra es a pensamiento ganémosla a pensamiento”.
Existe
hoy entre los que continúan siendo revolucionarios, una cierta confusión sobre qué estrategias y tácticas seguir en medio de la
confrontación ideológica que se presenta.
Como
es lógico, en el marco de los cambios que se están produciendo hoy en
Cuba, existe un debate acerca de cuáles deben ser esos cambios y
cómo se deben realizar. Además, también han aparecido ideas que
pretenden orientar tales cambios hacia aquellos derroteros en los que
el país debiera renunciar a las ideas socialistas. Algunos, al no lograr
identificar los cambios con sus perspectivas personales, o considerar
que están al margen de ellos, solo los toman en cuenta cuando les
llegan. O simplemente aguardan por potenciales oportunidades que puedan
desprenderse de ellos. Estos últimos, por lo general, no toman posición
ante los cambios. Simplemente esperan sin definirse.
Se
ha producido, además, una división muy importante, que es
relativamente nueva, entre los que quieren hacer avanzar al país hacia
una sociedad diferente en todos los sentidos en que se considera deben
modificarla, salvando lo mejor que se ha hecho. Y otros, no pocos,
que quisieran que todo continuara como antes, tal vez aceptando algunos
cambios, aunque más bien cosméticos, nunca en profundidad. Creo que
tal división es la que enmarca la separación entre los que continúan
siendo revolucionarios y los que han dejado de serlo. Aunque además,
de estos últimos, algunos todavía, se encuentren en las filas,
incluso, a veces ocupando cargos importantes en la estructura
política, del estado y el gobierno. Conformando así una burocracia
que resulta tan peligrosa como la misma contrarrevolución.
No
obstante, se necesita también tomar en consideración, que existen
personas que pueden estar en contra de los cambios o simplemente
apáticas, porque no observan dentro de ellos los espacios que podrían
beneficiarles. Tratándose entonces de unos grupos a los que es
necesario ayudar y esclarecer, porque al no tratarse propiamente de
contrarrevolucionarios, son personas que resultan potencialmente aliados
no esclarecidos, o más bien que están dentro de una posición que no
les permite identificar lo que está ocurriendo con beneficios
potenciales para ellos.
Por
ello, definir hoy a la contrarrevolución en Cuba, es muy complejo y
exige clarificar bien cuáles son las posiciones y actitudes de los
que reclaman un espacio en el debate nacional, o de los que, incluso,
permaneciendo callados, observan para definirse.
Por
eso, a mi juicio, considero, que de manera beligerante, se ponen de
manifiesto, dentro del debate actual, las posiciones siguientes:
-La
posición de los que consideran es necesario “cambiar todo lo que
deba ser cambiado”, defendiendo mantener aquellas direcciones del
proceso socialista, que han mostrado ser objetivamente efectivas.
-La
posición de los que supuestamente continúan siendo revolucionarios,
donde quiera que se encuentren, considerando que todo debe permanecer igual, o realizar algunos cambios, solo cosméticos, que no afecten
sus intereses de poder.
-La
posición de los que honestamente consideran que el país debe cambiar
sus derroteros socialistas, pues estos últimos han mostrado ser un
fracaso para avanzar.
-La
posición de los que representan a la actitud anexionista de
siempre, colaborando con el proceso de subversión hacia el “cambio
de régimen”, tal y como promueve la actual política de Estados Unidos
hacia Cuba.
-Por
último, también existen aquellos que no pudiendo apreciar su espacio y
oportunidades, dentro de los cambios existentes, observan expectantes
para definirse.
En
medio de este espectro de posiciones e intereses, se debe diferenciar
muy bien, en primer lugar, lo que es “disidencia” de los que es
“contrarrevolución”. Separando, al mismo tiempo, actitudes
potencialmente pacíficas, de las que quisieran lograr reclamar, con
las armas en la mano, el cambio de poder. Pues ambas posiciones están
presentes en el ambiente político que entorna los procesos de cambios
hoy en Cuba.
En
particular, la batalla a desarrollar no debe llevarse adelante
haciendo dejación de las categorías de la lucha a los adversarios. Pues
hay que comprender que los verdaderos y legítimos “disidentes” son los
revolucionarios, que frente a los errores cometidos, y los que se
cometen aun, quieren enmendarlos, para salvar el rumbo socialista de la
Revolución cubana. Otros disidentes también, quieren enmendar el
rumbo de Cuba, pero para llevarla de nuevo hacia el capitalismo, o más
bien hacia un espacio político, a veces no muy definido, que
supuestamente sería nuevo y beneficioso para la Isla; pero sobre el
cual no existe un modelo, o paradigma visible, que pruebe que
eliminando el rumbo socialista se va a llegar a un espacio político
que enmendaría todos los errores y que resultaría en lo mejor para
Cuba. Sin embargo, estos últimos también terminan deviniendo contrarrevolucionarios, al tratarse de gente manipulada por la
política norteamericana. Es que hoy, para ser revolucionario hay que ser
anticapitalista. Una posición intermedia hoy no existe.
Para
poner un ejemplo, los miembros de la “derecha racial”, quieren
demostrar que un cambio de “régimen político” en Cuba seria lo que
eliminaría la discriminación y el racismo que aun sobreviven.
Es
cierto que el régimen político de Cuba presenta aun muchas
deficiencias, graves, no pocas de ellas, pero pienso que no sería
precisamente eliminándolo, que los negros y mestizos van a estar
mejor. Porque a pesar de todo lo que resta por avanzar, ha quedado
demostrado, que los no blancos en Cuba, nunca han estado en mejor
situación que ahora. [1]
Sin
embargo, a todos esos que desde una posición supuestamente “disidente
pacífica” quisieran cambiar el régimen político en Cuba, no se les
debe reprimir físicamente, sino presentarles batalla dentro de un
debate que los incluya y no que los aísle. Es que disidentes, en
realidad, son todos los que quieren mejorar la realidad, pero dentro
del socialismo; se critica y no se está de acuerdo con muchas de las
cosas que ocurren, o con algunos criterios oficiales, pero la mayoría
no reniega de las ideas del socialismo.
Creo
es lo más inteligente, compartir los espacios de debate existentes. Mientras en los mismos no se desplieguen acciones materiales o
violentas para derrocar a la revolución, se debe compartir y debatir
abiertamente en un espacio respetuoso, abierto y aceptado por todos.[2]
Tienen ese tipo de disidentes, otras ideas sobre cómo deben ser las
cosas en la Cuba de hoy, pues debatir es lo que se precisa. Entonces,
si se trata de debatir, perfecto, pero si se trata de tomar la calle,
no es posible regalársela. Hay que ser inteligente en la respuesta,
pero no caer en ingenuidades, pues esta gente al estár en minoría,
presentan la tendencia de unirse a los anexionistas de nuevo tipo y
con delincuentes comunes, que hoy están siendo reclutados también, lo
cual puede generar una situación muy peligrosa. Para el caso de Cuba,
estos disidentes terminan por desembocar en la contrarrevolución, ya que
no pueden liberarse de la tutela política norteamericana.
Sin
embargo, es necesario entender, que el verdadero camino democrático
es, “mover todos los mecanismos de que se dispone, para que el ciudadano
se sienta parte de un proceso de reconstrucción económica y política,
que le compete; es preservar ese proceso de debate de las
desviaciones negativas que todo cambio puede generar. Al mismo tiempo
que se prepara a la gente para dar respuesta a las sutiles acciones de
subversión por parte del enemigo”[3].
“Es
decir, la sociedad cubana debe estar preparada para el proceso que hoy
tiene que encarar, lo cual significa hacer cada día más
participativos los mecanismos a utilizar, de manera que el ciudadano
sienta que participa en las decisiones y que lo que
está ocurriendo les afecta, formando parte de su vida diaria. De lo
contario, se desentenderá de lo que ocurre, concentrándose en solucionar
las dificultades de su vida cotidiana, individual, que hoy son muchas
y agobiantes.”
A
tales disidentes, no soy partidario de tomarlos presos,
obstruyéndole sus actividades, siempre que estas no sean agresivas. No
obstante, es importante tomar en consideración, que en cualquier lugar
del mundo recibir financiamiento de otro país, organismo, gobierno o
institución extranjera, para atentar contra el orden imperante, es
penado por la ley con fuertes condenas. Las propias leyes
estadounidenses establecen sanciones verdaderamente altas para todo
aquel que reciba dinero de otro país con la idea de atentar contra la
estabilidad del sistema norteamericano. Si Cuba no ha establecido esas
leyes ni aplicado sanciones de ese tipo, es porque no puede hacer otra
cosa que tratar de ser benévola.[4]
Lo que se debe hacer entonces es, promover una confrontación ideológica, que sea realizada con toda libertad en el contexto de la sociedad civil. Tal y como ya ocurre en Espacio Laical, Revista Temas, Cofradía de la Negritud, Revista Criterios, entre otros espacios, en los cuales participamos todos. Sin que ese
proceso quede secuestrado por la intelectualidad. Pues se trata de
“debates”, que, lamentablemente se desarrollan dentro del marco de una
combinación entre tolerancia y no aceptación. Mostrándose aquí una
específica debilidad del trabajo ideológico, que también debería ser
rectificada, por no estar acorde con el momento que vive el país. Es que
esa batalla no se puede librar a distancia, como si se estuviera en
el “Olimpo”, sino mirando a las caras y con las masas del pueblo
exigiendo cuenta, en lo cual la prensa cubana, las web, los blogs y
todos los medios en general tienen que desempeñar una función que
es vital.
Está
demostrado que la contrarrevolución en Cuba carece de fuerza. Creo que
esta ahora más bien se expresa como disidencia anexionista o
simplemente partidaria del capitalismo para Cuba. Aunque no perdería la
oportunidad, cuando se les brindase la ocasión, para crear
victimas de terrorismo de estado. El cual es abiertamente practicado
por Estados Unidos y sus Aliados, como también es promovido por muchos
de sus acólitos de la contrarrevolución miamense, que abiertamente a
veces solicitan su ejecución.
Esa
disidencia, potencialmentecontrarrevolucionaria y terrorista, puede
versefortalecida por los errores que se cometan en su tratamiento.
Aunque muchas veces he dicho, y me lo creo, que la contrarrevolución cubana no existe,
murió al nacer, la política norteamericana la asesinó; impidiéndole
contar con legitimidad. Por eso no tiene programa, no tiene una
verdadera estrategia, que no sea aquella que Estados Unidos le
provee; no tiene pueblo, no tienen verdaderos líderes. Mientras que a
Cuba le queda mucho de todo eso aun. Que sería lo que se perdería
sino es promovido un cambio mentalidad al respecto. Las formas de la
lucha política han cambiado en estos más de 50 años y los
revolucionarios tienen que adaptarse a esos cambios.
La
violencia y la represión, no son buenas armas para combatir
actitudes contrarias al régimen político existente, mucho menos
tratándose de un régimen que tiene que ser revolucionario, si se propone sobrevivir. Pues está demostrado que ello no hace sino agudizar las
contradicciones y los odios personales innecesariamente. Provocando
además, contra los que practican tales métodos represivos, acusaciones
de criminalidad, irrespeto por los derechos humanos y por la
democracia. Lo cual no hace sino afectar seriamente la fortaleza y el
crédito de las ideas que se desean defender. La vida ha demostrado a
muchos que, los “actos de repudio” a los que se marchaban del país;
los “ataques” a las llamadas damas de blanco; los “incidentes
violentos”, sobredimensionados o no, la “represión física” practicada
algunas veces, son actuaciones que se viran contra los que la practican
y los presenta ante el mundo e internamente, como lo que en realidad
no desean ser.
La contrarrevolución cuenta con eso. Es una trampa a la que llevan:
montan la provocación, buscan la respuesta represiva, la documentan con
la tecnología que le suministran sus aliados, eso lo rebotan los medios,
sin hablar de su vínculo con Estados Unidos, y se profundiza la
demonización de la Revolución. Si no hay respuesta a la provocación, la
trampa es otra: crece su espacio político y repartiendo dinero aumentan
su caudal. Si se les procesa por recibir financiamiento y apoyar la
estrategia yanqui, esto los convierte en mártires.
Hoy
ser revolucionario es también defender la Constitución y sus leyes.
Por imperfecta que la primera sea; porque es la expresión concreta del
Orden Revolucionario. Casi que “Con la Constitución todo, contra la
Constitución nada”, lo cual no excluye su reforma.
Además,
la violencia se hace generalmente incontrolable, porque es ejercida
como un acto individual, que depende de las circunstancias en que se
vea el que la está aplicando; pudiendo reaccionar peligrosamente en
defensa de su propia integridad.
En
realidad, la contrarrevolución verdadera es aquella que proviene y es
alimentada por los planes de Estados Unidos para subvertir a Cuba.
Toda aquella disidencia, que dentro del país, no comulgue con la
política norteamericana, es solo el resultado legítimo de los errores
y del debate que genera el proceso de cambios que el país está
viviendo.
Este
último debate es sano para la situación social y la estabilidad
política interna, por lo que debe ser promovido y no agredido, por la
dirigencia política, para hacer avanzar la masiva participación
ciudadana, en especial de los intelectuales, lo cual es tan
importante para generar el sentido de pertenencia que tanto se
necesita.
No
es posible regalarles tampoco a los adversarios, la democracia, como
ya se hizo una vez. Mucho menos los derechos humanos, a los cuales se
les estuvo “temiendo” durante no poco tiempo. Ambos devinieron y
aun lo son, armas de ataque contra la Revolución. Cuando en
realidad, el régimen político cubano, no es menos ni más democrático
que muchos otros en el mundo; y los derechos humanos se persiguen
en Cuba como esencia misma de la obra revolucionaria. Pero sobre
todo, tales ataques contra Cuba son una falacia, cuando del lado
opuesto del espectro ideológico, se practica la represión mas criminal e
indiscriminada contra los pueblos, sin miramientos ni consideraciones
humanas, en las naciones, supuestamente, más civilizadas. Por lo que
considero, que Cuba, con todas sus imperfecciones, ha resultado ser
el proyecto más humanista de los realizados hasta ahora. Millones de
personas en el mundo, muchas organizaciones civiles y no pocos
Organismos internacionales, así lo reconocen.
No
obstante, se debe tener siempre presente, que la Revolución realizada
en Cuba, es un fruto humano y por tanto imperfecto. Arrastra en sí
misma todas las imperfecciones de los hombres y mujeres que la están
haciendo y la actitud más inteligente es entonces, cambiar todo lo
que deba ser cambiado, negar todo lo que sea necesario negar y
reafirmar todo lo que deba ser reafirmado. Por lo cual, aunque no
agradasen algunas ideas, estas últimas tienen que participar también
en el debate por mejorar a la sociedad cubana actual; porque esas
ideas, sean cuales fueren, son también el fruto de la dinámica
social cubana y no es posible negarse o renunciar a que sean
debatidas .Es que las ideas representan siempre, los intereses, de
grupos , personas o sectores de la sociedad, que hay que tratar de
considerar , para mantener los equilibrios que conforman la paz social.
Dentro
de un proceso como el que hoy vive Cuba, es necesario detectar muy
inteligentemente quiénes pueden compartir las intenciones de salvar el
socialismo, quienes pernoctan en la desidia y la ignorancia y quienes
desean arrastrar a la Isla, trayéndola de vuelta al capitalismo; el que estoy seguro, siempre resultaría peor que un socialismo con
imperfecciones, que hubiera que estar rectificando continuamente. Por lo
que la rectificación continua de todo lo que no resulte, tendría que
ser también una voluntad permanente de todos los que quieren cambiar a
Cuba.
La
Revolución cubana ya triunfó, porque ha hecho prácticamente imposible
que una contrarrevolución abierta le derrote. Por eso la
contrarrevolución hoy se refugia fundamentalmente en el nicho que la
política norteamericana le ha construido, aunque también en las
debilidades que todavía tiene el proceso interno para combatirla en
los planos en que ahora se presenta.
Creo,
que aun aceptando, adelantadamente, las propias deficiencias, que
sería siempre lo más inteligente, resta todavía un inmenso arsenal de
ideas y realizaciones, que permitirán defender la obra de la
revolución, al mismo tiempo que se avanza hacia mejores espacios de
creación.
Mayo 31 del 2012.
[1] Ver del Autor: “Los Negros Cubanos y el Régimen Político”, Havana Times, mayo del 2012.
[2]
Cuando hablamos de violencia, no debe haber dudas de que nos referimos
al asesinato, el terrorismo y los sabotajes. (Nota del Autor).
[3] Ver mi artículo sobre el “Cambio de mentalidad”.
[4] Todos los estados sancionan la subversión
- Título 18 del Código de EE.UU., “Delitos y Procedimiento Penal”, Sección 951. Describe la figura de “Agente al Servicio de un Gobierno Extranjero”: “individuo que actúa dentro del territorio estadounidense bajo la dirección o el control de un gobierno o funcionario extranjero”.
- Ley para el Registro de Agentes Extranjeros, Título 22 del Código de EE.UU
- Sanciones de privación de libertad de hasta 5 años y multa de hasta 10 mil dólares a cualquier persona que dentro de EE.UU. solicite, coleccione, sufrague u ofrezca contribuciones.
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