Por David Brooks
Nueva York, 10 febrero.
Un coro sorprendente de figuras de la política estadunidense hacia
Cuba –que incluye al empresario cubano-estadunidense tal vez más
poderoso y al candidato demócrata a la gubernatura de Florida– muestra
en los últimos días que se necesita una nueva canción en la relación
bilateral, lo cual genera especulación sobre si habrá un mayor giro en
la estrategia de Washington hacia la isla.
Cuando se reveló hace pocos días que Alfonso Fanjul no sólo había
visitado su país natal, sino que consideraba la posibilidad de invertir
ahí, se desató un temblor político para los defensores del bloqueo
impulsado por la Casa Blanca contra Cuba durante más de medio siglo.
Fanjul, poderoso magnate del azúcar en Estados Unidos y exiliado
cubano, cuya familia ha sido uno de los pilares de la élite
cubano-estadunidense durante medio siglo, ha financiado la carrera
política de varias figuras prominentes de los dos partidos (Alfonso es
más cercano a los demócratas, sobre todo a los Clinton; su hermano José
es más republicano, que apoya a figuras como el senador Marco Rubio,
entre otros).
El empresario se trasladó a su país de origen en un par de visitas
recientes patrocinadas por la Institución Brookings, con sede en
Washington, y expresó al diario Washington Post que deseaba buscar maneras de
reunificar a la familia cubanade la diáspora y de la isla, y que estaba abierto a invertir en Cuba
bajo las circunstancias correctas, donde haya
un arreglo dentro de Cuba y Estados Unidos y se pueda hacer legalmente.
Pero Fanjul no es el único que ha provocado sorpresa.
Pocos días después, el candidato demócrata a la gubernatura de
Florida (y ex gobernador de ese estado), Charlie Crist, se manifestó
contra el bloqueo a Cuba, algo que hasta ahora casi ningún político de
ese estado estaría dispuesto a declarar en público.
Afirmó que el bloqueo “no ha hecho nada en más de 50 años para cambiar el régimen en Cuba’’. Argumentó que
si queremos llevar la democracia a Cuba, necesitamos alentar valores e inversiones estadunidenses ahí, no obstaculizarnos y ceder influencia a China. Florida, agregó, es el estado más dañado por el bloqueo y un cambio beneficiaría la economía estatal.
Otras voces se han sumado a ese coro en días recientes. Jorge Pérez,
hombre de negocios cubano-estadunidense de amplia influencia en Miami,
propuso un mayor intercambio entre artistas de Cuba y Miami, mientras
que otro empresario cubano-estadunidense y ex embajador en Bélgica, Paul
Cejas, dijo que era tiempo de cambiar la política y proceder
diplomáticamente con La Habana, reportó El Nuevo Herald.
Todo esto refleja un cambio que ha avanzado lentamente durante años,
en parte nutrido por el giro generacional dentro de la comunidad
cubano-estadunidense en Miami, donde hasta la Fundación Nacional
Cubano-Estadunidense, por décadas la organización que se encargaba de
mantener las políticas del bloqueo, ha suavizado su postura y cuyo
presidente, Pepe Hernández, no censuró las declaraciones de Fanjul.
Más allá de esa comunidad, una amplia gama de figuras de ambos
partidos, así como la cúpula empresarial estadunidense, han sugerido a
lo largo de los últimos años cambios y hasta la normalización de
relaciones con Cuba, reflejando la opinión pública mayoritaria en este
país.
El propio Barack Obama ha aludido, de manera ambigua, pero constante,
a la necesidad de un cambio desde que inició su mandato; la más
reciente ocurrió el pasado noviembre en Miami, donde declaró que
tenemos que actualizar nuestra políticahacia la isla.
Vale recordar que Obama sí aflojó restricciones de viajes y
envío de remesas, y ha entablado negociaciones sobre asuntos de
migración con el gobierno cubano. Ambos mandatarios han expresado su
voluntad para ampliar pláticas en otros rubros. Estos avances han sido
obstaculizados por la renuencia del propio Obama a evaluar el caso de
los llamados ‘‘cinco de Cuba’’, debido a la situación del estadunidense
Alan Gross, encarcelado por violar leyes cubanas.
Todo esto provoca reacciones casi histéricas de defensores del
bloqueo, algo que se intensificó con las declaraciones recientes de
Fanjul. La influyente representante federal cubano-estadunidense Ileana
Ros-Lehtinen denunció como
vergonzosala posición del multimillonario. “Es patético que un magnate cubano-estadunidense… se disponga a dar a los hampones comunistas más dinero con que reprimir”, afirmó.
Su colega legislador Mario Díaz-Balart dijo estar
indignadopor las palabras de Fanjul, y el senador Rubio, más cauteloso, sólo se atrevió a decir, a través de un vocero, que estaba
decepcionado.
Para José Pertierra, abogado, analista y veterano de algunas de las
pugnas más relevantes en la relación bilateral, las declaraciones
recientes de figuras tan prominentes es respuesta –parte pragmática,
parte oportunista– a un giro aún no definido de la política de
Was-hington hacia Cuba.
En entrevista con La Jornada, Pertierra consideró que lo de Fanjul y otras expresiones recientes es
parte de un cambio que la Casa Blanca quiere que ocurra y con ello surgen nuevas voces de la comunidad cubanoestadunidense que apoyan ese cambio en política.
Disputando la afirmación de que la política hacia Cuba se define en Miami, Pertierra argumentó que los anticastristas gozan de
un poder prestadoporque
siempre, la política hacia Cuba fue dirigida desde la Casa Blancay ellos emplearon a cubanoestadunidenses para apoyar esa política. Entonces, agregó, “ahora ocurre lo opuesto: la Casa Blanca no quiere levantar el bloqueo necesariamente, pero sí relajar, normalizar algunas cosas, para lo cual busca voces, y las encuentra, que apoyen ese cambio.
Estos son cubanoestadunidenses, pero con acento sobre lo estadunidense, que están siguiendo sus intereses. Fanjul es figura política, pero es un empresario y ve oportunidades en Cuba, explica Pertierra.
Le conviene comercialmente, pero ahora también políticamente.
Pertierra dice que todo esto indica que “ya hemos pasado la página de la guerra fría, salvo
para los individuos en Miami en que el apoyo al bloqueo es una
industria”, o sea, los que se benefician con los millones de dólares que
el gobierno estadunidense invierte en mantener el bloqueo.
Hay un giro, indudablemente, en la Casa Blanca y en Florida para tratar de normalizar las relaciones con Cuba. Lo que yo todavía no estoy convencido de que hay es la voluntad política para llevar a ese giro hasta el final, resumió.
Pero este giro abre las puertas a más expresiones a favor. Pertierra comenta que
el clóset más grande que hay en Estados Unidos, y en Miami, es donde están todos los que quieren una relación normal con Cuba pero tienen miedo de salir a decirlo, y ahora se pueden asomar.
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