Se avecinaba el VII Congreso de la Unión de Jóvenes
Comunistas, programado para diciembre de 1998, y en esa dirección fuimos
articulando cada tarea que posibilitara la celebración de un evento con calidad
y con el rigor de seriedad que clamaba la juventud territorial.
En aquel entonces ya llevaba cuatro años de trabajo intenso
en el Comité Municipal de la Unión de Jóvenes Comunistas. En la sede de la Organización
fungí, durante toda mi estancia allí, como funcionario de la esfera ideológica.
Dentro de las tareas que teníamos todos los funcionarios,
instructores y dirigentes se encontraba llegar a la juventud del territorio con
toda la información posible sobre la cita congresual. Al mismo tiempo, el mes
de agosto tocaba casi a nuestras puertas y toda la sede del territorio se
encontraba en un alto ajetreo por los preparativos para el aniversario 20 de la
proclamación de la Isla de la Juventud.
Hacia la magna cita del Congreso, fue esta efeméride de gran
importancia tanto para el país como para el pequeño terruño, el punto de
partida. Una de las iniciativas que valoramos fue solicitarle al periódico
local, Victoria, que en su tirada del domingo 2 de agosto, nos permitiera
incorporar un espacio más para dirigirlo solamente a los jóvenes. Así nació el
suplemento juvenil “Opción Futuro”, del cual Sergio Rivero Carrasco (entonces
director del Periódico) fue un insistente activista que incorporó valiosas
ideas para este sencillo, pero importante proyecto.
En la oficina de Maday Iglesias, quien entonces dirigía al
Departamento Ideológico del Comité Municipal de la UJC, estuvimos varios
compañeros (trabajadores de la sede y miembros de la AHS) valorando el abrir el
suplemento con la carta de despedida del Comandante Ernesto “Che” Guevara a sus
hijos, teniendo en cuenta las palabras del mismo en el segundo aniversario de
la organización, al decir: “La Unión de Jóvenes Comunistas tiene que definirse
con una sola palabra: vanguardia. (…) El joven comunista no puede estar
limitado por las fronteras de un territorio: el joven comunista debe practicar
internacionalismo proletario y sentirlo como una cosa propia”.
La idea era extender a la juventud de todo el territorio,
las fuertes convicciones que empujaron al guerrillero a continuar su labor
independentista e internacionalista a otras tierras del mundo que reclamaban
sus “modestos esfuerzos.” Sin embargo, todos o casi todos hemos leído o
escuchado en más de una ocasión el texto de la misiva del Guerrillero Heroico;
pero no la de otros tantos con igual tesón que no vacilaron en volver a ponerse
la mochila al hombro y tomar las armas en la mano para seguir la gesta. Fue
entonces que el nombre de Jesús Suárez Gayol salió a relucir.
Enseguida fluyeron las pocas pero interesantísimas anécdotas
que conocíamos sobre su vida: Un joven nacido en Las Tunas, de padres
asturianos, que casi sin saber leer descubre a José Martí y se aferra a sus
enseñanzas; pero que hasta a sus padres extranjeros lograba ponerlos de pie por
respeto al himno nacional cubano y a su madre doña Aurora Gayol le decía
jocosamente que era su “Mariana Grajales gallega”. Jesús se destacó por su
posición contra la dictadura de Batista, organizó la Federación de Estudiantes
Secundarios de la ciudad de Agramonte y fue uno de los fundadores del
Movimiento 26 de Julio en esa localidad, en 1955. En la clandestinidad utilizó
varios pseudónimos: Furia, Dionisio, Félix, Armando y otros. Conoció las
cárceles policiales de la dictadura y fue víctima de torturas y golpizas. Viajó
de México a Cuba en 1958 en la expedición El Corojo, fue bajo el mando del Che
que obtuvo los grados de Capitán y después del triunfo de la Revolución ejerció
varios cargos dentro del sector industrial azucarero, siendo viceministro en el
momento del llamado del Che para incorporarse a la guerrilla boliviana.
Muchos detalles convergieron en acordar tomar su carta de
despedida a su hijo como inicio de debate en el suplemento “Opción Futuro”: fue
el primer mártir cubano de la guerrilla en Bolivia, su muerte fue en abril
(fecha cercana al aniversario de la organización juvenil), fue un joven que por
su sencillez y dinamismo inspiró a los jóvenes de la época dando muestra de su
firmeza en convicciones. Esto último no sólo lo mostro en su actuar, sino que
lo dejó plasmado en sendas cartas de despedida, al hijo y a su madre, a quien
le escribió antes de partir el 2 de diciembre de 1966 hacia Bolivia: “Cuando se
es revolucionario verdadero, se siente la necesidad de servir a la Revolución
desde los lugares más difíciles, en los puestos de vanguardia.”
Jesús Suárez Gayol habla en acto reafirmación revolucionaria en Güinía de Miranda, 1er poblado liberado por Che en la Sierra del Escambray |
La tarea de acordar con la dirección del periódico la
publicación recayó sobre mí y la de escribir las palabras de introducción a la
Carta de despedida de Jesús Suárez Gayol a su hijo, también. No puedo negar que
me fue bien difícil. Orgulloso, pero inconforme por no poder decir más en ese
prólogo, cumplí aceptablemente la labor.
Hoy pongo a disposición una vez más el prólogo y la carta de
Gayol a su hijo, aunque por primera vez en este espacio; porque creo que dicha
misiva debe ser material de estudio constante para todo joven, de cualquier
época, dentro y fuera de la Revolución cubana que desee realmente construir un
mundo mejor ¡Que sí es posible! Además, porque en abril de este año se
conmemora el aniversario 48 de su muerte en combate. Una lamentable muerte pero
fructífera, porque enalteció el carácter internacionalista y antiimperialista de
los cubanos revolucionarios y comunistas: principios puestos en práctica por la
Revolución cubana en cada misión humanitaria (con médicos, maestros, asesores
culturales, etc.) a favor de los pueblos del mundo.
Cualquier comentario adicional a lo escrito por Gayol, creo
sería innecesario.
Doy gracias a los compañeros del Periódico Victoria (Sergio
Rivero, Mayra Lamote, Diego Rodríguez, Rafael Arzuaga, entro otros) por toda la
ayuda brindada para que saliera a luz el suplemento Opción Futuro y que este
servidor pudiera también estar presente, de manera anónima, en sus páginas.
Ahora, pongo disposición el prólogo y la carta:
CARTA DE DESPEDIDA DE
JESÚS SUÁREZ GAYOL A SU HIJO.
Suplemento juvenil Opción Futuro. Domingo 2 de agosto de
1998. “Año del aniversario 40 de las batallas decisivas de la Guerra de
Liberación”. Nº 1 página 2.
“Las páginas de nuestra historia están enaltecidas por una pléyade de
jóvenes, quienes con arrojo acudieron al llamado de la Patria para romper las
cadenas que la subyugaban. Muchos de los que no perecieron en la contienda
continuaron la lucha contra el mayor enemigo de los pueblos: el imperialismo.
“Jesús Suárez Gayol fue uno de esos jóvenes que tomó las armas de la
insurrección y junto a las fuerzas del Che participó en los combates que le
dieron que le dieron la victoria a la Revolución cubana. En la construcción
económica del país tuvo varias responsabilidades en la Industria azucarera.
“Enarbolando las banderas del internacionalismo se incorporó a la
guerrilla boliviana con el seudónimo de “el Rubio”. Antes de su partida dejó
una carta dirigida no solamente a su hijo, sino a las jóvenes generaciones.
“La bala que segó la vida del Capitán Jesús Suárez Gayol, el 10 de
abril de 1966, puso, a la vez, otra estrella que nos ilumina el camino.”
Carta:
Compañero Jesús Félix Suárez.
Habana, Cuba
Querido hijo:
Son muchos los motivos que me impulsan a
escribirte estas líneas que hago en circunstancias muy similares y que habrás
de leer cuando el tiempo transcurra, cuando seas mayor y puedas entender
cabalmente la decisión que he tomado.
Hoy estás a punto de cumplir cuatro años,
eres para mí la prometedora esperanza de que seas el hombre que aspiro y la
alegría extraordinaria que ha llenado mi vida en los pocos momentos en que he
podido estar a tu lado.
Eres mi único hijo y pienso que sería
imperdonable marcharme a cumplir con el deber que mi condición de revolucionario
me dicta y que puede costarme la vida y no dejarte escrito tan siquiera algo de
las cosas que te diría si pudiera verte crecer a mi lado.
He tenido la suerte extraordinaria de vivir
una etapa trascendental de nuestra historia. Cuba, nuestra Patria, nuestro
pueblo, realiza una de las más grandes epopeyas que registra la historia de la
humanidad.
Está haciendo su Revolución frente a las
circunstancias más adversas y ha emergido victoriosa ante cada amenaza y ante
cada agresión.
Nuestro pueblo marcha hoy con paso firme
hacia un futuro feliz; dueño de su destino, trabaja ardorosamente, consciente
de lo que realiza y por qué lo realiza. Pero esto, que no es otra cosa que el
ejercicio de un legítimo derecho de los pueblos a escoger su destino y su futuro,
ha concitado contra nuestra Patria el odio de la reacción internacional y
principalmente del imperialismo norteamericano.
Ello es así porque la Revolución cubana no
es tan sólo la derrota concreta que el imperialismo ha recibido en el pequeño
pedazo del mundo que es el territorio de nuestro país, mucho más que eso, la
Revolución cubana es el ejemplo vivo que señala a otros pueblos el camino de su
liberación.
Pueblos a los que el imperialismo exprime,
explota y de los cuales se nutre, pueblos que no pueden, como el nuestro,
construir su porvenir, donde millones de hombres y mujeres entregan su esfuerzo
para el enriquecimiento de unos pocos, donde miles y miles de niños como tú y
aún más pequeños que tú, mueren sin asistencia médica, niños que no tiene
escuela ni maestro y a los que espera la miseria y la ignorancia, fiel
compañera que va siempre del brazo de la explotación.
Es por eso que el deber de un
revolucionario cubano, en esta etapa se extiende más allá de los límites
físicos de nuestro país y está allí dondequiera que exista la explotación,
dondequiera que el imperialismo clave sus garras para extraer la sangre de los
pueblos. Es esta interpretación de mi deber como revolucionario lo que me
impulsa a marchar fuera de mi Patria a luchar, con las armas en la mano, contra
el imperialismo.
Conozco los riesgos que ello entraña, sé
que dejo atrás mis afectos mayores, mis seres más queridos, pero al mismo
tiempo me invade la alegría y el orgullo incomparable de saber que paso a
ocupar un puesto de vanguardia en esta lucha
muerte de los pueblos frente a sus explotadores.
Entre esos seres más queridos, en
primerísimo lugar, te encuentras tú, mi hijo. Mucho hubiera querido estar a tu
lado en todo el proceso de tu formación y verte cristalizar como hombre y revolucionario.
Eso me será muy difícil dada la decisión que he tomado, confío en que mi ejemplo y herencia moral que constituye
una vida dedicada por completo a la causa revolucionaria, unido a la educación
que recibirás por crecer en un pueblo en Revolución, suplan con creces mi
ausencia.
Aspiro a que tú comprendas esta decisión
mía y jamás me la reproches. Aspiro, creo que es una legítima aspiración de
padre, a que vivas orgulloso de mí y contribuir así a tu felicidad ya que no
puedo con mi compañía, proporcionarte las pequeñas alegrías que la generalidad
de los padres ofrecen a sus hijos.
Quiero que estudies con ahínco y te
prepares lo mejor que puedas para impulsar con tu esfuerzo la obra
revolucionaria. No creo, por lo menos así lo espero, que tengas que empuñar las
armas para luchar por el bienestar de la humanidad; tu campo de acción será la
ciencia, la técnica, el trabajo creador cualquiera que éste fuese: desde esos
frentes también se lucha por las buenas causas, en ellos también hay heroísmo y
gloria cuando el revolucionario se entrega con pasión, con dedicación, con
ardor.
Quiero que rechaces siempre lo fácil, lo
cómodo. Todo lo que enaltece y honra implica sacrificios.
Cuando un revolucionario se acomoda
comienza a descomponerse y a dejar de serlo. Quiero que siempre veas el
bienestar común como único medio de obtener el bienestar propio. Cuando un
revolucionario comienza a recibir beneficios que aún su pueblo no puede
recibir, comienza esa descomposición; si no es que ha dejado ya de serlo.
Mantente siempre vigilante y defiende tu
Revolución con celo y con fiereza. Ha costado mucha sangre y representa mucho
para los pueblos del mundo.
Quiero que seas siempre sincero, cabal,
abierto. Prefiere siempre la verdad por dura que esta sea. Debes ser reflexivo ante
las críticas y al mismo tiempo defender tu criterio sin vacilaciones cuando sea
honesto. Rechaza la lisonja y la adulonería y no la practiques nunca. Sé
siempre el más severo crítico de ti mismo. Cuando esta carta tú leas ya
conocerás sin duda muchas de las hermosas páginas que escribiera José Martí,
hay unos versos sencillos del Apóstol que se titulan: “Yugo y Estrella”, pues
bien, léelos y medítalos y recuerda que quiero, antes las alternativas que la
vida te ofrezca, tú siempre escojas “la estrella que ilumina y mata”.
Quiero que tú seas un digno hijo de tu gran
Patria. Que seas un revolucionario, un comunista.
Te abraza tu padre,
Jesús Suárez Gayol.
Palabras que trascienden fronteras y ahondan en la conciencia de los revolucionarios de estos TIEMPOS. Nos enseñas que nada es fácil y que debemos lograr lo que queremos con ahínco y sacrificio. Gracias hermano. Estamos en combate
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