Por José Manzaneda.
En cualquier país del mundo, a los pequeños negocios se les exige poseer
una licencia de actividad y pagar impuestos. Y se entiende que quien no cumple
con ello, puede ser sancionado por el fisco. Pero en Cuba las cosas siempre son
distintas... para los medios.
Hace unos días, en la ciudad cubana de Holguín, la
policía requisaba la mercancía de un grupo de vendedores privados. Eran
artículos importados o comprados para su reventa en tiendas del estado,
actividad para la que no existe autorización legal. El pasado noviembre, el
Gobierno cubano recordaba, mediante una nota oficial en la prensa, que esta actividad
es ilegal, pero anunciaba un período de tolerancia, hasta fin del pasado año,
para facilitar la venta de la mercancía acumulada (1). Terminado el plazo, hace
unos días las autoridades realizaban, solo en Holguín, 5 decomisos, imponían 11
multas por un total de 700 pesos (28 dólares), y retiraban su licencia a 13
personas, a quienes se les ofrecía un nuevo empleo (2).
Estas medidas no gustaron a una parte de los
trabajadores por cuenta propia de la Plaza La Central, donde se realizaron los
decomisos. 49 de estas personas decidieron llevar su queja hasta la sede del
Gobierno municipal de Holguín. Con banderas cubanas y del Primero de Mayo,
lanzaron consignas de apoyo al presidente Raúl y vivas a Fidel Castro, y 22 de
ellas entraron en la sede de Gobierno, invitadas por las autoridades (3).
Estos hechos -insignificantes en cualquier país del
mundo- de inmediato eran convertidos en noticia en varios medios
internacionales. El New York Times convertía el citado decomiso de mercancía
ilegal en un acto de “acoso del gobierno” (4), y la citada reunión de
trabajadores con las autoridades municipales en una “demostración de disidencia
pública” (5).
Canales de Miami emitían imágenes de los hechos
grabadas con teléfono móvil (6). En ellas se puede contar exactamente el número
de personas de la marcha: 49 comerciantes (7). Ciertamente, frente a la sede
del gobierno, situada en la plaza más concurrida de Holguín, se aprecia un
número mayor de personas, básicamente curiosos. Esto servía a El Nuevo Herald
de Miami –y a otros medios que reproducían su noticia- para elevar a 500 las
personas que marcharon –nos decía- “en protesta por (la) confiscación de
artículos” (8). En el mismo sentido, el portal argentino Infobae aseguraba que
“más de 500 comerciantes se levantaron contra el régimen cubano” (9). Y Diario
de Cuba, portal sostenido económicamente por el Gobierno español, elevaba la
cifra a “un millar de personas” (10).
En el citado video, no se aprecia violencia, ni
represión de ningún tipo. Sin embargo, el citado Diario de Cuba y El Nuevo
Herald reproducían el testimonio de una supuesta “disidente” que hablaba de
“golpizas enormes” a manifestantes por parte de la policía. Además, que “más de
150 policías, 15 autos patrulleros y un camión jaula participaron en la
embestida contra los manifestantes”. Y añadía un poco más de fantasía: “el
desalojo de cuentapropistas en una plaza de la ciudad (...) provocó una
"dura" respuesta por parte de la policía y la Seguridad del Estado”.
Por supuesto, ni una imagen de todo ello.
Estas mentiras de la “disidencia” cubana,
amplificadas por la prensa internacional, hacían elevar los hechos a la
categoría de “levantamiento popular” en no pocos medios. En Martí Noticias, un
artículo aseguraba que “en este momento resulta incierto pensar que Raúl Castro
pueda llegar al final de su mandato” (11). Y el New York Times entrevistaba a
un supuesto “disidente” que aseguraba que el suceso había sido "una de las
cosas más importantes que han ocurrido en Cuba en 54 años".
Lo que parece demostrar que, si la queja de unos
comerciantes molestos que son atendidos y no reprimidos por las autoridades, es
el suceso más importante de Cuba, en la Isla hay Gobierno revolucionario para
rato (12).
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