Por Froilán González y Adys Cupull.
En respuesta a los lectores interesados por el tema publicado en el
periódico mexicano POR ESTO, el 17 de enero del presente año titulado
“Páginas sobre Mónica Ertl”, damos respuestas a varias interrogantes,
entre ellas la participación del editor italiano Giangiacomo
Feltrinelli en los acontecimientos guerrilleros de Bolivia en 1967 y
su apoyo a Mónica Ertl y al comando del Ejército Nacional de Liberación
que condenó a muerte al coronel Roberto Toto Quintanilla jefe de
inteligencia del Ministerio del Interior de Bolivia, uno de los
principales criminales y torturadores en ese país.
Estos aspectos se encuentran en nuestro libro EL ASESINATO DEL CHE EN BOLIVIA. REVELACIONES.
Giangiacomo Feltrinelli llegó a La Paz, el 8 de agosto de 1967 con
el propósito de trasladarse a Camiri donde se estaba desarrollando el
famoso juicio al francés Regis Debray.
El reconocido editor italiano era propietario de la Editorial
Feltrinelli, una de las más importantes de su país y de Europa, dueño de
una biblioteca especializada sobre el movimiento obrero internacional
y ampliamente conocido en los círculos de la llamada alta sociedad,
porque su figura aparecía frecuentemente en las principales revistas,
donde, como hobby, presentaba las corbatas de modas. El editor decidió viajar a Bolivia junto a su compañera Sibilla Melega.
La embajada norteamericana en La Paz comunicó a los ministerios del
Interior y de Relaciones Exteriores, que Feltrinelli era un elemento
peligroso, comunista internacional, editor de izquierda, simpatizante
del Partido Comunista Italiano, de Fidel Castro y el Che Guevara y que
en el pasaporte poseía visas de cortesía de los países socialistas.
Se afirmó que era un enlace guerrillero, por eso desde que llegó a La
Paz, la CIA y los servicios de inteligencia iniciaron su control.
Feltrinelli se hospedó en la habitación 311 del hotel La Paz,
mientras esperaba a su compañera que previamente viajó a Ecuador y tenía
previsto llegar una semana después. Durante esta espera, recorrió la
ciudad, visitó algunas personas, se entrevistó con otras, entre ellas
con el coronel boliviano Carlos Vargas Velarde, quien trabajaba en el
Alto Mando Militar de las Fuerzas Armadas.
El coronel Vargas Velarde le ofreció documentos probatorios sobre la
intervención de la CIA en Bolivia, y los planes de introducir, desde
Miami, a mercenarios de origen cubano para presentarlos ante la opinión
pública como guerrilleros del Che hechos prisioneros por los militares
bolivianos, con el propósito de desatar una gran provocación contra la
Revolución Cubana.
El coronel le explicó que la CIA estaba organizando varios grupos,
integrados por militares, policías, agentes a sus servicios y miembros
de la DIC, (Dirección de Investigaciones Criminales) asesorados por
contrarrevolucionarios de origen cubano, que tenían como misión cometer
actos vandálicos contra la población civil de la zona donde operaba la
guerrilla, para atribuirles esos crímenes al Che y sus combatientes.
El 18 de agosto a las cinco y treinta de la tarde se presentaron dos
individuos en la habitación que ocupaba Feltrinelli, se identificaron
como miembros de la DIC y le pidieron que los acompañara. Él solicitó
que le permitieran recoger sus cigarros, circunstancia que aprovechó
para indicarle a Sibilla Melega que se dirigiera de inmediato a la
embajada italiana y comunicara lo sucedido. Ella, además, visitó a
varios periodistas alojados en el hotel Copacabana y les informó la
detención.
Lo condujeron al Ministerio del Interior, lo sometieron a un
interrogatorio donde participó el jefe de inteligencia y agente de la
CIA, coronel Roberto Toto Quintanilla y un agente de la CIA de origen
cubano. Lo trasladaron para las oficinas centrales de la DIC y lo
llevaron para la cárcel.
La detención de Feltrinelli se conoció rápidamente en su país, los
principales periódicos trasmitieron la noticia, la cual produjo un gran
impacto. Los medios de difusión se hicieron eco de ella y los
principales periódicos la destacaron. La televisión anunció que el
presidente Giuseppe Saragat se interesó por la suerte del editor y
mostró varias fotos de Feltrinelli.
El periódico Pease Sera informó con un gran titular: “Misterio
sobre el editor italiano desaparecido de La Paz, después de un
interrogatorio”. Seguidamente añadió: “Amigos de Feltrinelli informaron
que fue interrogado por dos policías vestidos de civil el viernes a las
18:00 horas.”
Otro titular decía: “Siempre más oscuro el misterio sobre la
desaparición de Feltrinelli. Las autoridades bolivianas, a solicitud de
la embajada de Italia en La Paz, respondieron que no saben dónde se
encuentra el editor italiano.”
El presidente Giuseppe Saragat se comunicó con el General René
Barrientos para pedirle que respetara la vida de Feltrinelli. Era el
segundo dignatario europeo que se dirigía al dictador boliviano, porque
anteriormente lo había hecho el francés Charles de Gaulle, solicitando
respeto para la vida de Regis Debray. Tanto en París como en Roma sabían
que ambos corrían peligro de muerte y decidieron intervenir para tratar
de evitar que los asesinaran.
Mientras Feltrinelli era incomunicado, dos policías vestidos de
civil detenían a Sibilla Melega cuando regresaba al hotel; la conminaron
a subir a la habitación que ocupaba, y en su interior encontró a ocho
policías. Todo estaba completamente en desorden, porque habían realizado
un minucioso registro, fue conducida a las oficinas de la DIC y al día
siguiente llevada al hotel, pero mantenida bajo estricta vigilancia.
En horas de la mañana del día 19, se presentó, en las oficinas de la
DIC el embajador italiano en La Paz, Pietro Quirino Tortoricci, para
comunicarle a Feltrinelli que el presidente Saragat y el Ministro de
Relaciones Exteriores Amintore Fanfani se interesaron por él y acordaron
con Barrientos que debía abandonar el país de forma inmediata.
El 20 de agosto a las dos de la tarde lo introdujeron en un jeep de
la DIC, de color rojo, con varios policías vestidos de civil y lo
llevaron al hotel, donde lo esperaba Sibilla, con las maletas listas
para partir directamente hacia el aeropuerto internacional de La Paz.
Según los reportes de Feltrinelli, el oficial de inteligencia que los
acompañó no tenía las características de los bolivianos y hablaba muy
bien el inglés. Antes de abordar el avión, esta persona se le acercó y
le dijo: “Usted debe agradecer a las autoridades de su país que pidieron
enérgicamente que fuera sacado de Bolivia. Si hubiera sido por nosotros
se quedaría aquí para siempre. Si vuelve aquí no va a salir vivo de
este país.”
A las tres y treinta de la tarde de ese día, Feltrinelli y Sibilla
abordaron un avión y se dirigieron hacia Lima, para desde allí continuar
viaje a Italia. Feltrinelli declaró sobre los interrogatorios a que
fue sometido, su convicción de que lo querían torturar y desaparecer
para siempre y los macabros planes de la CIA contra Cuba, lo que sirvió
para denunciarlos públicamente.
El coronel Carlos Vargas Velarde, quien prometió entregarle a
Feltrinelli documentos probatorios sobre la intervención de la CIA en
Bolivia, fue encontrado muerto de un balazo en su despacho del
Ministerio de Defensa el día 25 de octubre de 1967. El Alto Mando
Militar informó que se había suicidado.
Su muerte provocó una ola de rumores de que estaba vinculado a la
guerrilla y que por esa razón lo asesinaron. El 28 de octubre de 1967 el
Alto Mando Militar dio a la publicidad un comunicado de prensa,
reproducido por el periódico El Diario de la ciudad de La Paz, en la que entre otras cosas se dice:
“Con referencia a una equivocada versión periodística aparecida en un
matutino de la localidad el Alto Mando Militar considera de su deber
dejar establecido lo siguiente:
“La trágica desaparición de un Jefe de Ejército, acaecida el día 25
del mes en curso, no obedeció, de ningún modo, a posibles enlaces o
concomitancias con la acción guerrillera que tuvo que soportar el país
(…. )”
“El fallecido jefe militar, por su conducta civil y castrense, ha
merecido siempre la plena confianza y respeto de sus superiores y
camaradas que encontraron en él un pundonoroso y abnegado servidor de la
Institución Armada.”
Para el alto mando militar boliviano resultaba muy difícil admitir
que el coronel Carlos Vargas Velarde se propusiera entregar documentos
tan comprometedores para el ejército boliviano y sus vinculaciones con
la CIA. Según fuentes de inteligencia, Vargas Velarde fue descubierto en
sus propósitos y asesinado por órdenes de la CIA, pero ambos hechos
convenían ocultarlos. El “suicidio” era la justificación menos
comprometedora para encubrir el crimen.
Feltrinelli condenó el asesinato del Comandante Ernesto Che Guevara,
la muerte del coronel Carlos Vargas Velarde y denunció a la CIA y al
coronel Roberto Toto Quintanilla como los máximos culpables de esos
crímenes .
La Editorial Feltrinelli publicó El Diario del Che en Bolivia y
divulgó ampliamente la foto del Che tomada por Alberto Korda que se
multiplicó por el mundo.
Feltrinelli mostró mucho interés en que Inti Peredo escribiera sus
memorias para publicarlas y en diferentes informaciones consta la
condena permanente a la CIA, al gobierno de Estados Unidos y a las
autoridades bolivianas por el asesinato del Che y de Inti Peredo.
Giangiacomo Feltrinelli fue encontrado muerto el 15 de marzo de
1972 en las cercanías de Milán, al lado de una torre de alta tensión
eléctrica dinamitada. Se informó que la muerte se produjo a causa de una
explosión cuando “colocaba un detonante con el propósito de cometer un
atentado terrorista”.
Su muerte provocó muchas interrogantes y la opinión pública
italiana la vinculó con un crimen. Señalaban que no era creíble que una
personalidad como Feltrinelli acudiera sin la compañía de otras
personas a realizar un atentado terrorista de esa naturaleza y además
desarmado, porque no se encontró armas en el lugar.
Otro detalle que aumentó las sospechas de un asesinato, fue el hecho
de que el comisario de la policía de Milán ordenó a la funeraria que
recogiera el cadáver una hora antes de que se conociera el
descubrimiento del cuerpo. Además, al cadáver lo remitieron a la morgue
sin que el juez instructor estuviera presente en el lugar, como es
habitual en Italia.
También llamó la atención de los observadores que no encontraron en
el lugar los espejuelos de Feltrinelli y él era miope, sin ellos no
podía caminar, mucho menos colocar la carga de dinamita. La noche del
atentado fue completamente oscura, no hubo luna y no encontraron ningún
objeto que pudiera proporcionarle luz. La torre dinamitada la
sustituyeron sin que tomaran huellas digitales, ni existiera
autorización judicial al respecto. La camioneta en que viajaba no tenía
llaves de encendidos ni de las puertas.
Se determinó que los documentos encontrados en las ropas estaban
vulgarmente falsificados, lo que resultaba absurdo para una personalidad
tan conocida.
Otro elemento que revela la posibilidad del asesinato fue que si
había muerto víctima de una explosión, como se afirmó, sus manos y cara
no sufrieran quemaduras, estaban intactas y sin embargo, la cabeza
presentaba varias contusiones y lesiones internas que demostraban golpes
o torturas.
Se añadió que llevaba encima documentos comprometedores, pero uno de
los empleados de la funeraria que recogió el cadáver, informó que estos
fueron colocados por el comisario de la policía de Milán, Luigi
Calabresi.
Sospechosamente el 17 de mayo de ese mismo año, Calabresi resultó
muerto a tiros en un atentado realizado por personas desconocidas en los
momentos en que salía de su residencia.
La muerte de Giangiacomo Feltrinelli conmovió a Italia y a la
intelelectualidad mundial, su sepelio en la ciudad de Milán constituyó
una manifestación de duelo impresionante. Los italianos despedían a un
revolucionario consecuente.
Los criminales y sus cómplices no aparecieron y la justicia archivó su caso, pero la memoria histórica no debe hacerlo.
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