Por Adys Cupul y Froylan González.
En sus 71 años de edad, Sócrates fue condenado a muerte. Antes de
beber la cicuta y cumplir la ejecución “suicida” aprendía un aria para
flauta.
Cuando le preguntaron de qué le iba a servir, él sencillamente
respondió que para saberla antes de morir. Esta es una hermosa enseñanza
de que la voluntad de conocer no se pierde ni aún en el último minuto
de la vida.
La Cátedra Universitaria del Adulto Mayor (CUAM), que hoy cumple sus
14 años, asume la concepción de la educación a lo largo de la vida como
un estandarte. Es por esta razón que despliega en su quehacer cotidiano
un conjunto de cursos de superación para los adultos mayores, los cuales
exponen temas de cultura general y para la vida cotidiana.
La CUAM está adscrita a la Facultad de Psicología y su labor es parte
de la actividad extensionista llevada a cabo por la Universidad de La
Habana. Sin embargo, en cada provincia existe una Cátedra del Adulto
Mayor, por lo que este programa educativo se impregna de un carácter
nacional.
En cada municipio de la capital se encuentran abiertas varias aulas para mayores donde se aprenden contenidos de desarrollo humano, abuelidad, seguridad social, inteligencia emocional, vínculos familiares, entre otros. En el país se han graduado más de 85 000 adultos mayores, y más de 14 400 en la capital. Es un programa que desde La Habana se construye a diario con mucho esfuerzo, pues sus profesores son un gran voluntariado de adultos mayores, la mayoría profesionales y pedagogos, que imparten clases a sus alumnos de manera gratuita. Así también este proyecto educativo, al ser fiel a las políticas sociales de Educación enarboladas por la Revolución, es gratuito para todos los mayores. Contar con 60 años o más constituye el único requisito que se demanda como necesario para la inscripción en el curso, pues es esta la edad cronológica en que se comienza a recorrer la última etapa de la vida.
En cada municipio de la capital se encuentran abiertas varias aulas para mayores donde se aprenden contenidos de desarrollo humano, abuelidad, seguridad social, inteligencia emocional, vínculos familiares, entre otros. En el país se han graduado más de 85 000 adultos mayores, y más de 14 400 en la capital. Es un programa que desde La Habana se construye a diario con mucho esfuerzo, pues sus profesores son un gran voluntariado de adultos mayores, la mayoría profesionales y pedagogos, que imparten clases a sus alumnos de manera gratuita. Así también este proyecto educativo, al ser fiel a las políticas sociales de Educación enarboladas por la Revolución, es gratuito para todos los mayores. Contar con 60 años o más constituye el único requisito que se demanda como necesario para la inscripción en el curso, pues es esta la edad cronológica en que se comienza a recorrer la última etapa de la vida.
La enseñanza a los mayores desde la CUAM se basa en principios martianos y humanistas con el objetivo de promover su actualización científico-cultural y desarrollo motivacional. Este grupo social siempre ha sido discriminado en tanto se considera que no puede aportar nada útil, pues ya su período de inserción laboral finalizó.
Además, en muchas ocasiones el anciano se siente como un estorbo en
el entorno familiar y en la comunidad pues es relegado por la sociedad a
un segundo plano.
Desde sus inicios la Cátedra del Adulto Mayor ha realizado una
ingente labor para desmitificar estos estereotipos y prejuicios, a
través de la estructuración de una política que fomenta una cultura
gerontológica, donde el adulto mayor se convierte en un individuo
empoderado en sus escenarios sociales y deviene en actor protagónico de
los cambios de nuestra sociedad.
Durante estos 14 años, la Cátedra ha sido para sus estudiantes una
oportunidad que le ha cambiado su existencia. Este proyecto tiene como
impactos fundamentales la mejora de la calidad de vida y el logro de una
mayor socialización.
Desde el podio del aula se realizan acciones diversas, pues en
algunas comienzan la clase con un breve ejercicio matutino, y en todas
está presente rememorar las efemérides de la Revolución y conocer de las
principales informaciones culturales de la semana.
Así, el estudiante del curso no solo aprende contenidos sino también
participa en otras actividades políticas y culturales que lo
enriquecen. La clase, igualmente, abre sus puertas para la familia,
pues varias parejas de mayores, que llevan muchos años casados,
participan de los cursos.
Cuando una se adentra en un aula tiene la posibilidad de observar la
diversidad. Desde los ojos de la experiencia aflora el pueblo cubano con
sus colores, religiones y diversas formaciones técnico-profesionales.
Miles de miradas ávidas de conocimiento se entrelazan en un permanente
aprendizaje que nutre el sentido de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario