Por Edmundo García.
Terminó ayer con todo éxito la II Cumbre de la CELAC que sesionó en
La Habana durante los días 28 y 29 del presente enero. Dejó muchas cosas
positivas. Entre ellas, un documento final de 83 puntos titulado
“Declaración de La Habana” que establece un marco de consenso para
declarar a América Latina una zona de paz, libre de armas nucleares.
También crea un compromiso para evitar que los países de la región
puedan ser atacados militarmente y sus gobernantes destituidos a través
de intervenciones y golpes de estado. Y alerta sobre la necesidad de
evitar que algunos conflictos intrarregionales se diriman por las armas.
Precisamente esta II Cumbre confirmó a Cuba como un escenario de
confianza para que países latinoamericanos puedan ventilar sus
diferencias, como ocurrió con el arribo a La Habana del Presidente de
Chile Sebastián Piñera y Ollanta Humala del Perú, después que el día 27
de enero la Corte Internacional de La Haya emitiera un fallo sobre
nuevos límites marítimos entre los dos países.
La “Declaración de La Habana” también establece un compromiso de
lucha contra la pobreza, la desigualdad y el deterioro del medio
ambiente.
La presidenta de Costa Rica Laura Chinchilla, que recibió del
Presidente de Cuba Raúl Castro la nueva presidencia pro témpore de la
CELAC, dijo en una entrevista a Russia Today desde La Habana que la
Cumbre de la CELAC demostró un amplio poder de convocatoria y capacidad
para resolver problemas prácticos debido a que trabaja por la unidad
respetando la diversidad política de la región y las peculiaridades de
cada país.
Pero la II Cumbre de la CELAC no solo tuvo consecuencias en La Habana
y el resto de los países y pueblos de América Latina; también supuso
cosas para Miami. ¿Qué trajo para el menguado exilio derechista
cubanoamericano? Principalmente dos cosas: fracasos y, según los propios
anticubanos, nuevas traiciones.
De las fiascos de esta gente ya les hablé en un artículo publicado el
pasado 23 de enero titulado “La ‘contracumbre’ a la CELAC, otro fracaso
de la derecha cubanoamericana de Miami”, que pueden encontrar en la
página de La Tarde se Mueve (http://latardesemueve.com/archives/1710).
De las traiciones voy a hablarles hoy, porque es algo que este llamado
exilio histórico siempre ha estado alegando para justificar cada una de
sus derrotas.
Porque son mentirosos hasta con ellos mismos. No son sinceros, no
tienen visión autocrítica de sus propios problemas. Cada vez que se
caen, en lugar de levantarse y rectificar, siguen gimiendo desde el
suelo, culpando a otros por su propia incompetencia.
Como los lectores saben, una reunión como la II Cumbre de la CELAC en
La Habana se produce por la conjunción de diversos factores. Varios de
los Presidentes congregados en Cuba lo explicaron como la conclusión
lógica de un proceso que fue madurando por varios siglos.
Pero en Miami no tienen la capacidad ni el valor de comprenderlo, de
aceptarlo, y entonces dicen que todo es producto de una traición.
Desde su perspectiva el éxito rotundo de la II Cumbre de la CELAC se
dio porque el Presidente Obama y el Pentágono no quisieron impedirlo
traicionarlo así al exilio. Que también fue traicionado por el
Secretario General de la OEA José Miguel Insulza, quien dejó Washington
DC por unos días para viajar a la isla. Y por Ban Ki-moon, que para
colmo de traiciones se reunió con el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Y los traicionó también Juan Orlando Hernández, quien a muy pocas
horas de ser investido como nuevo Presidente de Honduras tomó el avión a
Cuba junto al Presidente saliente Porfirio Lobo.
La traición de Juan Orlando Hernández le dolió mucho a la derecha de
Miami ya que aunque no pudo ganar su candidato, el ex General golpista
Romeo Vázquez, Hernández les era preferible a Xiomara Castro, que ellos
odian con toda la fuerza de su añejo rencor. Y seguro también piensan
que los traicionó Roberto Micheletti, alias Goriletti, por no haber
denunciado todo esto en El Heraldo u otro periódico de la oligarquía.
Los traicionó además por ir a La Habana el Presidente de Paraguay
Horacio Cartes, que ellos usan para borrar de la memoria a Fernando Lugo
(aunque Federico Franco les gustaba más por el apellido). Y acabó
traicionándolos el Presidente de Panamá Ricardo Martinelli, al que
homenajearon en el Big Five de Miami, donde seguro les había dicho que
no asistiría a La Habana como protesta por los sucesos del Chong Chon
Gang. Y resultó que Martinelli dio larga y suficiente explicación
oficial lamentando su ausencia.
Los traicionó Ollanta Humala, a quien desde que Vargas Llosa le
elogia sueñan con hacerlo su aliado. Los traicionó el Presidente de
Chile Sebastián Piñera y el Presidente de Guatemala Otto Pérez Molina, a
quienes consideran la “nueva derecha” latinoamericana.
Pero en medio de todas estas lamentaciones dan la noticia sobre la
muerte del cantante norteamericano Peter Seeger, y cuando se enteran que
admiraba a la Revolución Cubana y cantaba La Guantanamera, lo llaman
traidor. Los sorprende de igual forma la traición de la Unión Europea,
que tanto los consintió, y está dispuesta ahora a encontrar una vía para
normalizar relaciones con Cuba.
Hace poco decían que los había traicionado el grupo Maná, porque
algunos de sus músicos declararon que les gustaría actuar en Cuba. Y
consideraron traidores a Ricky Martin y Benicio del Toro por interpretar
al Comandante Che Guevara. Traidores son para ellos todos los que han
pisado tierra cubana: Beyonce y Jay-Z, Paul McCartney, Billy Joel,
Sidney Lumet, Robert Redford, Robert De Niro, Sydney Pollack, Juanes,
Olga Tañón y todos los que participaron en el Concierto Paz sin
Fronteras en La Habana.
También consideran traidor al ex pelotero de Grandes Ligas José Ariel
Contreras por visitar a su familia en la isla. Y a Luis Tiant, ex
jugador del Boston, los Yankees y otros clubes, por regresar a La Habana
y disfrutar con fanáticos en la conocida Esquina Caliente del Parque
Central. Y al Duque Hernández, a quien por poco le hacen un monumento
por no decidirse a jugar en Miami el tope de veteranos por los 50 años
del equipo Industriales, y ahora lo creen traidor por declarar que irá a
apoyar al equipo Cuba en su regreso a la Serie del Caribe en Isla
Margarita, Venezuela.
Consideran traidor a Barack Obama por promover los viajes e
intercambios culturales con Cuba. Y creen también traidores a Gloria y
Emilio Estefan por haber recaudado fondos para el Presidente; y a
Cristina Saralegui por grabar un anuncio para su campaña.
Los traicionó Álvarez Guedes por poner música de Elena Burke en su
programa radial, y se sintieron al borde de la traición cuando Olga
Guillot saludó a Omara Portuondo en un concierto y cuando Paquito d’
Rivera corrió a subirse a un escenario con Chuco Valdés. A Arturo
Sandoval lo mastican cada vez que les asegura que ripió el carnet de
militante comunista; pero no lo tragan cuando ven su foto en el grupo
Irakere.
Sienten que Bush los traicionó por no haber eliminado totalmente los
viajes a Cuba. Y Clinton por recibir a García Márquez. Y Reagan por
hablar con líderes soviéticos. Y Carter por intercambiar diplomáticos
con Cuba. Y Nixon por ir a China. Y Kennedy por haber dado compotas por
los mercenarios de Girón.
Históricamente consideran traidor al periodista de The NewYork Times
Herbert Matthews por demostrar que el Comandante en Jefe Fidel Castro
estaba vivo cuando el dictador Batista había dicho que estaba muerto.
Quizás para esta derecha cubanoamericana de Miami el único que no es
traidor es el General William Shafter, que impidió la entrada del
General Calixto García y sus mambises en Santiago de Cuba.
Lo cierto es que estos miamenses traicionados son bastante acosadores
con todos aquellos que no se les han doblegado. Como la luna y el sol, a
quienes tampoco perdonan por salir cada día para la nación y el pueblo
cubano.
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