Washington, 23
dic (PL) Nuevas revelaciones constatan hoy la falsedad sobre el ataque con gas
sarín en los alrededores de Damasco, así como la manipulación mediática en
Estados Unidos para desencadenar una invasión contra Siria semejante a la de
Irak.
Robert Parry, experiodista estadounidense de la agencia Associated Press
y de la revista Newsweek, destacó en un reciente estudio que los análisis de un
equipo de expertos de la ONU en los alrededores de la capital siria arrojó que
nunca fueron hallados restos de armas químicas tras el alegado ataque del 21 de
agosto.
Asimismo, un laboratorio de Naciones Unidas se retractó recientemente de su anterior afirmación de haber detectado residuos degradados de gas sarín entre los restos de un misil en las localidades periféricas de Moadamiyah y Zamalka.
Pese a dichas evidencias, el diario The New York Times y la organización Human Rights Watch insisten en que una unidad de élite del gobierno del presidente Bashar al-Assad disparó dos proyectiles cargados con sustancias tóxicas, criticó Parry en un texto reproducido este lunes por el sitio digital Washingtonsblog.com.
Un anterior informe de la ONU sobre el incidente aseguraba que uno de los dos laboratorios de la ONU detectó un fragmento de metal que consideró un residuo químico resultante del uso de sarín.
Sin embargo, un nuevo análisis se retracta de dicha aseveración y certifica que la sustancia química resultó un falso positivo del nocivo compuesto, por lo cual ambos laboratorios ahora concuerdan en que no hubo sarín ni derivados en las muestras investigadas en Ghouta Oriental, comentó el analista.
Analizó además que si los dos misiles hubiesen sido disparados desde la 104 Brigada de la Guardia Republicana, al noroeste de Damasco, como alegaron quienes acusaron al gobierno en aquel entonces, habrían requerido unos nueve kilómetros para llegar al lugar de impacto.
Expertos consideran que los artefactos improvisados volaron apenas tres kilómetros desde su lugar de origen, en una zona donde campeaban grupos mercenarios y radicales islámicos amparados política, logística y mediáticamente por gobiernos occidentales y del Medio Oriente que buscan un cambio de régimen, señaló.
Aún así, dijo, el Times no ha hecho ningún esfuerzo para corregir las inculpaciones contra Damasco, reconocer la evidencia contraria o al menos reflejar las dudas de analistas, incluidos algunos dentro de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, sobre la alta probabilidad de que fuesen los llamados rebeldes los autores del hecho.
Tras el ataque de fines de agosto, en la periferia de la capital siria, la administración del presidente Barack Obama y varios medios de comunicación inculparon rápidamente al gobierno sirio, aun sin presentar nunca pruebas fehacientes, y amenazaron con iniciar una serie de bombardeos contra objetivos militares y políticos.
jf/lr
Asimismo, un laboratorio de Naciones Unidas se retractó recientemente de su anterior afirmación de haber detectado residuos degradados de gas sarín entre los restos de un misil en las localidades periféricas de Moadamiyah y Zamalka.
Pese a dichas evidencias, el diario The New York Times y la organización Human Rights Watch insisten en que una unidad de élite del gobierno del presidente Bashar al-Assad disparó dos proyectiles cargados con sustancias tóxicas, criticó Parry en un texto reproducido este lunes por el sitio digital Washingtonsblog.com.
Un anterior informe de la ONU sobre el incidente aseguraba que uno de los dos laboratorios de la ONU detectó un fragmento de metal que consideró un residuo químico resultante del uso de sarín.
Sin embargo, un nuevo análisis se retracta de dicha aseveración y certifica que la sustancia química resultó un falso positivo del nocivo compuesto, por lo cual ambos laboratorios ahora concuerdan en que no hubo sarín ni derivados en las muestras investigadas en Ghouta Oriental, comentó el analista.
Analizó además que si los dos misiles hubiesen sido disparados desde la 104 Brigada de la Guardia Republicana, al noroeste de Damasco, como alegaron quienes acusaron al gobierno en aquel entonces, habrían requerido unos nueve kilómetros para llegar al lugar de impacto.
Expertos consideran que los artefactos improvisados volaron apenas tres kilómetros desde su lugar de origen, en una zona donde campeaban grupos mercenarios y radicales islámicos amparados política, logística y mediáticamente por gobiernos occidentales y del Medio Oriente que buscan un cambio de régimen, señaló.
Aún así, dijo, el Times no ha hecho ningún esfuerzo para corregir las inculpaciones contra Damasco, reconocer la evidencia contraria o al menos reflejar las dudas de analistas, incluidos algunos dentro de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, sobre la alta probabilidad de que fuesen los llamados rebeldes los autores del hecho.
Tras el ataque de fines de agosto, en la periferia de la capital siria, la administración del presidente Barack Obama y varios medios de comunicación inculparon rápidamente al gobierno sirio, aun sin presentar nunca pruebas fehacientes, y amenazaron con iniciar una serie de bombardeos contra objetivos militares y políticos.
jf/lr
No hay comentarios:
Publicar un comentario