Combatientes cubanos en Cuito Cuanavale, Angola, marzo de 1988. |
Los
pueblos del mundo sienten con gran dolor la pérdida física del luchador
sudafricano Nelson Mandela, el querido Madiba.
Al
saberse la lamentable noticia, rápidamente muchos en el llamado primer mundo
corrieron a vestirse de “amigos” para expresar condolencias y “simpatías” a la
familia y pueblo sudafricano. Fue el milagro bien esperado para otra vez robar
pantallas en las cámaras de la prensa escrita y televisiva. Momento ideal para
postularse de “reconocedores de las luchas de los pobres contra la segregación
racial”, de “aliarse” al dolor de los pueblos contra opresores y colgarse un
aro “santo” en la cabeza.
Es
curioso que esos mismos gobiernos que anteriormente etiquetaron al líder negro
de “terrorista”, junto a su organización partidista (CNA), hoy prodigiosamente
lo “reconozcan” como un gran luchador por la igualdad de negros y
blancos-blancos y negros y “loan” su resistencia contra el régimen del
Apartheid.
El
Ministro británico, David
Cameron, al hablar de Mandela, expresó: "Se ha marchado una gran luz. Nelson Mandela fue una
figura monumental en nuestro tiempo, una leyenda en vida y ahora en su muerte,
un auténtico héroe global".
Angela D. Merkel,
canciller de Alemania, lo califica como el “Gigante de la historia”.
François Gérard
Georges Hollande, presidente de Francia, calificó a Mandela como “luchador
incansable” que "ha hecho historia para
Sudáfrica y para el mundo".
Y hasta Barack Obama, presidente de Estados
Unidos, no dejó escapar un segundo para salir con un comunicado
de condolencias. No se podía esperar menos del primer presidente
afroamericano de ese país. “No
nos pertenece, pertenece a la eternidad”, aseguró al referirse al ejemplo que
representa Mandela; además de reconocerlo como su héroe, también dijo: “No puedo imaginar plenamente mi vida sin el ejemplo
que sentó Nelson Mandela. Y mientras viva haré lo que pueda para seguir aprendiendo
de él".
Gobiernos y personajes
bañados en hipocresía.
Estos gobiernos (Estados
Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania) que hoy “reconocen” la magnitud de
Madiba fueron los mismos que apoyaron, junto a Israel e Irán (antes de la
Revolución islámica), al régimen del Apartheid y a la UNITA (una guerrilla bajo el mando de Jonás Savimbi,
un criminal).
El apoyo de las potencias occidentales, y en especial de Estados Unidos,
se pronunció, fundamentalmente, durante la Guerra Fría contra su oponente más
fuerte (la otrora URSS) y así hacer un amago de detención de las fuerzas progresistas,
que llamaron “pro-soviéticas”, y ganar el control sobre los recursos naturales
angoleños. Sólo por ver derrocado al MPLA (Movimiento Popular de Liberación de
Angola), asesorado y apoyados por asesores soviéticos y tropas de las fuerzas
armadas cubanas. El gobierno de Estados Unidos dio benevolencia a los actos de Savimbi
y salvoconducto al régimen del Apartheid por haberse declarados anticomunistas.
Estos
son los mismos gobiernos que hoy apoyan o enmudecen frente al genocida sionismo
israelí, otro manifiesto del nuevo criminal Apartheid. Un régimen que se ha
otorgado el “derecho” de atacar en alta mar a embarcaciones civiles que
intenten llevar ayuda humanitaria a Gaza, de obligar al desplazamiento de la población
palestina para realizar asentamientos colonos en territorio ajeno y a levantar
un inmenso muro fronterizo para acrecentar la separación y el odio entre
naciones vecinas. Un gobierno que hoy en día incentiva una guerra contra Irán (porque
éste desarrolla uranio con objetivos civiles), mientras tiene bajo su poder
peligroso arsenal nuclear que pone en peligro toda la región.
Estos
son los mismos gobiernos que mientras se dan de palmaditas en la espalda con
Israel (como mudos, ciegos y sordos), no vacilan en empujar las tropas de la
OTAN contra otros pueblos (Irak, Siria, Libia, etc.) y reclutan mercenarios
para realizar los trabajos sucios que propicien la excusa de intervenciones
militares, eufemísticamente llamadas “humanitarias”.
Estos
son los mismos gobiernos que enfrentan grandes crisis sociales dentro de sus
fronteras, pero reprimen y aprueban leyes segregacionistas en detrimento de las
grandes mayorías en desventajas económicas; porque éstas reclaman el respeto a
los derechos humanos, frente al favoritismo de estos gobiernos a los mercados
financieros e intereses de élites poderosas.
A
la ola de hipocresía se han querido sumar otros personajes variopintos como las
ex-secretarias de Estado Condolezza Rice, Madeleine Albright y Hillary Clinton
o el Senador junior por
Nueva Jersey, el Demócrata Robert "Bob" Menéndez (quien no escapa de
un escándalo para entrar en otro).
Como bien ya había sentenciado
Fidel Castro en nota dirigida a Mandela en julio del 2010: “Amigos ayer del Apartheid, hoy compiten cínicamente
por simular amistad.”
El
prisionero de Robben Island, con el número 46664, Nelson Mandela, fue enlistado
como terrorista por los gobiernos de Estados Unidos hasta el año 2008,
siendo George W. Bush quien firmó la Ley que lo sacó de dicho “inventario”.
Este acto no fue porque Mandela dejara de abrazar los ideales de igualdad
racial y derechos para todos en Sudáfrica, sino porque el líder ya no era una “amenaza
activa” para los intereses foráneos en el área: mientras estuvo en el poder, no
encaminó sus pasos a nacionalizar o expulsar las empresas foráneas que hasta el
momento defalcaron (y aún defalcan) las tierras de los pueblos del África, no
había implementado vías de los llamados ideales “pro-soviéticos”, no levantó revoluciones socialistas en el
Continente negro y se había retirado voluntariamente del poder.
Hoy han reconocido convenientemente todo el esfuerzo que
enfrentó durante sus largos años de prisión, la brillantez de su estrategia
para lograr una sociedad unificada y que supo utilizar vías pacíficas que no
exacerbaran el odio acumulado por tantos años de discriminación y salvajismo
del entonces gobierno sudafricano.
Todos ellos y los grandes medios citan los merecidos méritos a
Mandela por la caída del régimen del oprobioso Apartheid, pero sin mencionar
que la difícil tarea del derrocamiento de ese sistema tuvo la activa participación
de otros que también fueron decisivas.
¿Alguno ha mencionado a Cuba? Por supuesto que no, ya que no es
conveniente resaltar el ejemplo de la Revolución cubana. Aunque nunca lo han
hecho público, la importancia de la participación cubana quedó reflejada en que
Cuba cambió por completo la historia de los pueblos de África, con la decisiva
victoria de Cuito Cuanavale, evento que los obligó a ir a una mesa de
negociaciones y pactar.
Además, las acciones valerosas de las tropas cubanas también
se recoge en el mensaje enviado por la CIA, el 27 de junio de 1988, en el cual
comentan: “la manera exitosa con que Cuba ha utilizado su
fuerza aérea y la aparente debilidad de las defensas antiaéreas de Pretoria” (1). Hasta el mismísimo Chester Arthur Crocker, Secretario
de Estado Asistente para Asuntos Africano (1981-1989), poco después
envió un mensaje a George Shultz, Secretario de Estado norteamericano, el 25 de
agosto del mismo año, en el cual expresó: “descubrir lo que piensan los cubanos
es una forma de arte. Están preparados tanto para la guerra como para la paz.
Hemos sido testigos de un gran refinamiento táctico y de una verdadera
creatividad en la mesa de negociaciones. Esto tiene como telón de fondo las
fulminaciones de Castro y el despliegue sin precedentes de sus soldados en el
terreno”. (2)
1) CIA, South Africa-Angola-Cuba, 29 de junio de 1988. FOIA;
CIA, South África-Angola-Cuba, 1 de julio de 1988, FOIA.
2) Crocker al
Secretario de Estado, 25 de agosto de 1988, FOIA.
Sin embargo, el pueblo cubano ya se siente agradecido porque
fue el propio Mandela quien le dio el merecido reconocimiento y valor, en su visita realizada en 1991:
“Hace
mucho tiempo que queríamos visitar su país y expresarles nuestros sentimientos acerca de la Revolución Cubana, y el
papel desempeñado por Cuba en África, en el África austral y en el mundo.
“El pueblo
cubano ocupa un lugar especial en el corazón de los pueblos de África. Los internacionalistas cubanos hicieron una
contribución a la independencia, la libertad y la justicia en África que no tiene paralelo por los principios y el
desinterés que la caracterizan.
“Hemos venido aquí con gran humildad. Hemos
venido aquí con gran emoción. Hemos venido aquí conscientes de la gran deuda
que hay con el pueblo de Cuba. ¿Qué otro
país puede mostrar una historia de mayor desinterés que la que ha exhibido Cuba
en sus relaciones con África?”.
(…)
“Yo
me encontraba en prisión cuando por primera vez me enteré de la ayuda masiva
que las fuerzas internacionalistas cubanas le estaban dando al pueblo de Angola
‹en una escala tal que nos era difícil creerlo‹ cuando los angolanos se vieron
atacados en forma combinada por las tropas sudafricanas, el FNLA financiado por
la CIA, los mercenarios y las fuerzas de la UNITA y de Zaire en 1975.
“Nosotros
en África estamos acostumbrados a ser víctimas de otros países que quieren
desgajar nuestro territorio o subvertir nuestra soberanía. En la historia de
África no existe otro caso de un pueblo que se haya alzado en defensa de uno de
nosotros.
“Sabemos
también que esta fue una acción popular en Cuba. Sabemos que aquellos que
lucharon y murieron en Angola fueron solo una pequeña parte de los que se
ofrecieron como voluntarios. Para el
pueblo cubano, el internacionalismo no es simplemente una palabra, sino
algo que hemos visto puesto en práctica en beneficio de grandes sectores de la
humanidad.
“Sabemos
que las fuerzas cubanas estaban dispuestas a retirarse poco después de repeler
la invasión de 1975, pero las continuas agresiones de Pretoria hicieron que
esto fuera imposible. La presencia de ustedes y el refuerzo enviado para la
batalla de Cuito Cuanavale tienen una importancia verdaderamente histórica.
“¡La aplastante derrota del ejército racista en
Cuito Cuanavale constituyó una victoria para toda África! ¡Esa contundente
derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale dio la posibilidad a Angola de
disfrutar de la paz y consolidar su propia soberanía! ¡La derrota del ejército
racista le permitió al pueblo combatiente de Namibia alcanzar finalmente su
independencia! ¡La decisiva derrota de las fuerzas agresoras del apartheid
destruyó el mito de la invencibilidad del opresor blanco! ¡La derrota del
ejército del apartheid sirvió de inspiración al pueblo combatiente de
Sudáfrica! ¡Cuito Cuanavale marca un viraje en la lucha por librar al continente
y a nuestro país del azote del apartheid!”
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