lunes, 23 de junio de 2014

ALBA cumple diez años

Tomado de Coordinadora de Solidaridad con Nicaragua y ALBA
Por Andrés Mora Ramírez

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) alcanza este 2014 los diez años de existencia como proyecto –y realidad- de una integración latinoamericana y caribeña basada en la complementariedad, la solidaridad y la cooperación entre los Estados y los pueblos, es decir, a contraviento de los esquemas economicistas y asimétricos, donde impera la ley del más fuerte, propios de los empeños integracionistas impulsados por las élites neoliberales durante el último cuarto del siglo XX. 

Completar una década de crecimiento y paulatina consolidación (a veces, por desgracia, a un ritmo mucho más lento de lo deseable y necesario), se dice y escribe fácil, pero no lo ha sido. Mucho menos para una iniciativa de esta naturaleza, y en los contextos políticos y sociales latinoamericanos, caracterizados por intensas disputas y tensiones en la construcción de nuevas hegemonías y equilibrios de fuerzas. De ahí la importancia que adquieren algunos de los principales acuerdos adoptados por el Consejo Político del ALBA, reunido hace unos días en Caracas, como continuidad de la búsqueda de alternativas en nuestro tiempo posneoliberal.

Los representantes ante este foro acordaron acelerar el proceso de negociaciones entre los países para la conclusión del Tratado Constitutivo del ALBA-TCP, cuya firma y ratificación en los respectivos congresos fortalecería a la alianza desde la perspectiva del derecho internacional y de la institucionalidad jurídica de los Estados parte; además, se reafirmó el compromiso de construcción de "la zona económica complementaria ALBA–TCP–Petrocaribe como espacio de complementariedad económica productiva constituida por 21 países" (Cubadebate, 11-06-2014), un tema sobre el cual se viene avanzando en los últimos años, a veces en forma bilateral, y a veces en el ámbito del bloque como un todo, pero que todavía requiere un mayor impulso para formalizarse.

Por otra parte, el Consejo Político del organismo dispuso celebrar el décimo aniversario del ALBA el próximo mes de diciembre en La Habana, en homenaje a la histórica reunión del año 2004, cuando los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Fidel Castro, de Cuba, firmaron el acuerdo de creación de la alianza: un acto cuyo valor político y cuyo simbolismo, entendido como parte del largo proceso de conformación de la identidad latinoamericana –especialmente en su dimensión antiimperialista-, lo vamos comprendiendo mejor conforme el tiempo aquilata el legado y la trascendencia de ambos líderes.

En virtud del acuerdo de La Habana, el ALBA selló su vínculo con la historia del amanecer posneoliberal de América Latina: así, se convirtió en la expresión actualizada del viejo conflicto entre panamericanismo y latinoamericanismo, avizorado ya por Simón Bolívar y José Martí en el siglo XIX, y por figuras como Augusto César Sandino y el Che Guevara en el siglo XX. No en vano, la idea del ALBA surge y se enuncia en el contexto del debate y las movilizaciones contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), es decir, el proyecto de dominación comercial y geopolítica continental diseñado por las administraciones estadounidenses –de Bill Clinton a George W. Bush- y promovido desde la llamada Cumbre de las Américas de la Organización de Estados Americanos (OEA).

De ahí que el Consejo del ALBA se haya pronunciado, una vez más, en contra de la exclusión de Cuba de ese organismo, y en defensa del "derecho soberano de Cuba a participar en estas cumbres sin condicionamiento de ninguna índole", por lo que resolvió que los países del bloque bolivariano no asistirán a la próxima Cumbre de las Américas en Panamá, en 2015, "hasta tanto se permita la participación de la República de Cuba en el foro continental" (TeleSUR, 11-06-2014).

Quizás con algo menos de vigor y osadía que en sus primeros años, consecuencia inevitable de la ausencia física del presidente Chávez, pero con el mismo compromiso de siempre por otra integración, la buena noticia es que el ALBA sigue animando, desde sus específicos aportes, el giro emancipador nuestro americano y nuestras particulares formas de rebeldía frente a los dictados de los ideólogos del neoliberalismo y de quienes se han pretendido dueños y señores del poder y de la historia.

- Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

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