Por Lidia
Turner Martí
Para hablar
del ideario maceísta y su necesidad entre nosotros, permítanme
comenzar por invocar los nombres de dos hombres que con formas distintas,
realizaron análisis del pensamiento ético y patriótico de Antonio Maceo y que
en un día como hoy nos interesa resaltar.
Uno de ellos
Ernesto Che Guevara (1928-1067), que por coincidencia histórica nace un día
como hoy pero en 1928, en Argentina y estamos conmemorando el aniversario 82 de
su nacimiento, y el otro: Manuel Navarro Luna, (1894-1966) poeta manzanillero
que desde su lenguaje poético nos legó sus valoraciones.
Ernesto Che
Guevara fue un estudioso de la historia de Cuba y en especial de algunos
de sus héroes entre los que se encuentra Antonio Maceo.
El 7 de
diciembre de 1962 al analizar la continuidad histórica del pensamiento de Maceo
y su vigencia señalaba:
“Por eso,
sus palabras, sus frases tan queridas resuenan tan hondo en el corazón de los
cubanos y es de obligada recordación esta frase que está inscripta al costado
del monumento: ‘Quien intente apoderarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo
anegado en sangre, si no perece en la lucha’. Ese fue el espíritu de Maceo y
ese es el espíritu de nuestro pueblo.”
“Esto es lo
que hoy podemos mostrar con orgullo ante su recuerdo y ante el mundo, y repetir
cada una de las frases de Maceo, ejemplo de un revolucionario que lucha por la
liberación de su país y repetirlas con la misma fe, con la misma fe
encendida en el porvenir de la humanidad…”
Miguel
Navarro Luna tiene un valor imperecedero al cantar a nuestras gestas
libertadoras, no lo muestran sus libros Odas mambisas, Tierra herida,
Odas milicianas, entre otros.
El poema
“¡El General Antonio!” fue aprendido en los primeros grados por miles de
escolares, y se convirtió en historia viva en la imaginación y emoción de las
recitaciones.
“¡El General
Antonio!” escrita en 1943 en Poemas mambises y publicada
también en Odas mambisas, 1961, tuvo el gran valor de ser síntesis de la
vida de tan admirable patriota y enaltecedor de sus fundamentales valores
morales y patrióticos.
Permítanme
leer los dos primeros versos:
¡Si habláis
de la vergüenza…
¡Si queréis
señalar las altas cumbres de decoro…
Vergüenza y
decoro fueron conceptos clave para definir al General Antonio por Navarro Luna.
Para
esclarecer estos conceptos recurrimos al diccionario:
Vergüenza:
Alteración del ánimo o impresión desagradable que sufre una persona a causa de
alguna humillación o falta cometida.
Estimación
de la dignidad y el honor propios. Honestidad.
Honestidad:
Virtud que implica lealtad, pudor, decoro, fidelidad, apego o reconocimiento de
la verdad.
Sinónimo de
honradez y vergüenza. Antónimo de deshonestidad.
Decoro:
Dignidad, vergüenza de una persona que la hace merecedora del respeto o
consideración de los demás. Sinónimo de pundonor, honradez.
También
significa pureza, integridad.
Se añade a
decoro y vergüenza, también el concepto “intransigencia” que se trata en el
poema.
Intransigencia,
se dice de persona que no está dispuesta a consentir algo que por concepción no
aprueba. Intransigencia también puede entenderse por resistencia.
Solo en los
primeros versos se encierra una guía para estudiar al Maceo, hombre formado
desde la niñez en un hogar como el de Mariana y Marcos. Estos tres atributos de
Antonio Maceo no son adornos conformados por los estudios de su forma de actuar
guiados por un firme pensamiento, están confirmados por sus ideas y por su
actuación.
Pudiéramos
exaltar estas virtudes de Maceo por apreciación propia del estudio de su vida,
pero nos haría falta constatarlo con lo que pensó, porque en los grandes
hombres el pensamiento está unido a la acción y el hacer se convierte en la
manera de decir.
Para no
tergiversar, interpretar a medias o malinterpretar, yo los invito a que
escuchemos sus palabras conservadas gracias a la recopilación hecha por el
historiador de la Ciudad de La Habana y por el valioso libro de selección
de documentos de Antonio Maceo publicado por el Dr. José Antonio Portuondo Pensamiento
vivo de Maceo.
Manuel
Valdés Rodríguez destacado pedagogo cubano afirmaba que el
estudio de los grandes hombres había que hacerlo en sus propias obras; de modo
que en vez de buscar su reflejo, por decirlo así, de sus creencias, sus
afirmaciones y sus ideas debe escudriñarse todo esto en el texto vivo de
sus propias obras y en la primeras fuentes.
Por ello es
que invitamos a imaginarnos la presencia del General Antonio y a escuchar
su voz transmitiendo sus ideas para aquel momento histórico y dentro
de las circunstancias que vivían sin perder el fin buscado, la meta
anhelada por la que aún luchamos.
Es innegable
que lo conoceremos mejor si escuchamos en carta al Coronel Federico Pérez Carbó
el 14 de julio de 1896:
“De España
jamás esperé nada: siempre nos ha despreciado y sería indigno que se pensase en
otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide:
mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejecutarlos. Tampoco
espero nada de los americanos, todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor
es subir o caer, sin su ayuda que contraer deudas de gratitud con el vecino tan
poderoso.”
Ese mismo
día escribe a Dr. Alberto Díaz que se encontraba en Lousville y le
expresa: “Creo más bien que el esfuerzo de los que trabajan por
la patria independiente, se encierra el secreto de nuestro definitivo triunfo,
que solo traerá aparejada la felicidad del país, si se alcanza sin aquella
intervención.
De más está
cuanto se diga en rechazar cualquier proposición para que indemnicen a España.
Ni un céntimo sería lícito abonar por tal concepto: no dudo que este es el
pensamiento de la casi totalidad de los cubanos”.
Cuánta
firmeza en su pensamiento. Cuánto decoro. Son demostraciones que se
convierten en lecciones a través del tiempo para nuestra historia y con otras
circunstancias se vuelven a repetir en el convulso siglo XXI, y que nos
da a los cubanos revolucionarios: base, ejemplo y fundamentos para nuestras
convicciones.
Cuánto
demuestra del estudio hecho por Maceo de las circunstancias económicas
políticas y sociales del momento histórico que le tocó vivir.
La estancias
en Cayo Hueso, en New York, donde ve las entrañas del monstruo conoce al
monstruo, en México, en Panamá, en Jamaica, en Perú, su vida en Costa
Rica, influyeron en la elaboración de un pensamiento antimperialista y
latinoamericanista, que nace de su visión realista y la comprensión cabal del
proceso histórico del continente americano.
Pero el
documento síntesis de su pensamiento lo es indudablemente “Comentarios de Maceo
a la carta que dirigió al General Polavieja” publicado en El Yara, de
Cayo Hueso, en junio de 1881 en el que demuestra su claridad política, reitera
su honradez, su decoro y su honestidad.
“En cuanto a
mí, amo todas las cosas, y a todos los hombres, porque miro más a la
esencia que al accidente de la vida: y por eso tengo sobre el interés de raza,
cualquiera que ella sea, el interés de la Humanidad que es en resumen el
bien que deseo para mi patria querida. La conformidad de ‘la obra’ con el
‘pensamiento’: he ahí la base de mi conducta, la norma de mi pensamiento, el
cumplimiento de mi deber.”
La
profundidad en la idea de la unidad del pensamiento y la acción, de su unidad
interna y de su actuar en consecuencia, recuerdan los comentarios acerca del
Che de hombres que vivieron como pensaron.
Su visión de
futuro, la proyección de su pensamiento más allá del hoy queda
evidenciado cuando expresa:
“No ignoro
que el triunfo de un ideal dependa en gran parte de la conformidad de las ideas
definidas en la conciencia pública transformada con las condiciones en
que vivimos o sea con el medio histórico que nos rodea; y aunque donde hay que
hacer intervenir la fuerza al momento de acción se confía a una
oportunidad bien apreciada, no seré yo de los que violente la marcha de los
acontecimientos: no trabajamos principalmente para nosotros por la presente
generación, bien al contrario, muévenos sobre todo triunfo del derecho de todas
las generaciones que se suceden en el escenario de nuestra Cuba, y no creemos
nunca que por una hora de vanidad o de egoísmo se debe comprometer la
felicidad de muchos.”
El sentido
de la humanidad queda expresado claramente en este fragmento del documento
cuando expone: “La independencia absoluta de Cuba, no como fin único,
sino como condición indispensable para otros fines ulteriores más conformes con
el ideal de la vida moderna, que son la obra que nos toca tener siempre a la
vista sin atemorizarnos de ella; antes tomar mayor empeño para resolverla
con la lealtad del ciudadano que se debe a la Patria y con la honradez y pureza
de motivos del hombre, que ante a todo se debe a la Humanidad”.
Cuánto nos
ayuda a los revolucionarios de hoy y sobre todo a los jóvenes revolucionarios
de hoy, sentir la claridad de su idea hacia la solidaridad latinoamericana.
Es
indispensable releer la carta a Anselmo Valdés, 1884:
“Cuando sea
independiente solicitaré del Gobierno que se constituya permiso para hacer la
libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando
esclava esa porción de América:
Pero si no
coronaré mis fines, entregaré el sable pidiendo a mis compañeros, hagan lo
mismo”.
Es necesario
mostrar cómo el deber y el amor a la patria, a la lucha revolucionaria se
integran con los deberes familiares y sociales; cómo en medio de las angustias
de la vida se entremezclan la amistad, la preocupación por los demás, la
respuesta inmediata. Esas son lecciones de nuestros héroes ante la cotidianidad
de la vida.
Nos sirve de
ejemplo la carta enviada a José Martí el 19 de enero de 1894:
“Mi estimado
amigo:
“Tres veces
en mi angustiada vida de revolucionario cubano, he sufrido las más fuerte
y tempestuosas emociones de dolor y tristeza, que produce la desaparición de
seres tan amados como el que acabo de perder en tierra ajena…
“¡Ah, qué
tres cosas! Mi padre, el Pacto de Zanjón, mi madre, que usted por suerte mía
viene a calmar un tanto con su consoladora carta.”
Deseo
destacar el rasgo humano de Antonio Maceo, la sensibilidad de un hombre que
siente, que admira que reconoce los valores de los demás y que sabe
dejar un mensaje a los seres amados con la claridad y belleza que
alberga. Nos referimos a una de las cartas a su esposa, María Cabrales en marzo
de 1895.
Refiriéndose
a Cuba le expresa:
“Pienso que
tú sufriendo y yo peleando por ella seremos felices: tú amas su independencia y
yo adoro la libertad.
El deber me
manda sacudir el yugo que la oprime y la veja, y tu amor de esposa fiel y
purísima, me induce a la redención.
Tú que has
pasado conmigo los horrores de aquella guerra homicida, sabes mejor que nadie
cuánto vale el sacrificio de abandonarte por ella, cuánto cuenta el deber a los
hombres honrados. El honor está por sobre todo”.
El
pensamiento vivo de Antonio Maceo nos es indispensable en estos momentos
para Cuba, para América, para el mundo, sin lugar a duda. En los convulso
días que vive el mundo, como dijera José Martí en su articulo “Oficios de la
alabanza”: “El vicio está de moda, hay que poner de moda la virtud.”
La
vergüenza, el decoro, la honradez, la sencillez, la intransigencia, la
disciplina, la modestia son elementos de la lucha cotidiana.
Si hablamos
de formación de valores, de profundización de valores entre nosotros
mismos y sobre todo con las jóvenes generaciones que se han ido formando en
este proceso revolucionario, muchas formas pueden ayudar: nuestros criterios y
puntos de vista, lo que se publica, lo que les reiteramos a los jóvenes que
hagan o deban hacer, pero indudablemente uno de los métodos más efectivo para
actuar en los valores es el ejemplo y la actividad en que individualmente el
ser humano participe.
Los Maceos
tuvieron una escuela formidable para iniciarlos, la familia Maceo Grajales,
unos maestros insustituibles: Mariana y Marcos y un actuar en consecuencia de
los tiempos y las circunstancias que les tocó vivir.
Dejemos que
el ejemplo de Maceo mediante su pensamiento y actuar se convierta en medios
efectivos para las actuales generaciones.
Dejemos que
abandone el bronce y se convierta en ser viviente, palpable en la calle, en los
centros laborales, en los centros educacionales, en las manifestaciones
culturales, en los medios de divulgación, en cualquier parte.
En 1996 la
Asociación de Pedagogos convocó un Coloquio Nacional acerca de la ética de
Antonio Maceo y quedamos sorprendidos con la riqueza de las reflexiones y de
las investigaciones para obtener una mejor utilización de su pensamiento en las
aulas escolares. Desde esa fecha en la Ciudad de La Habana muchos educadores lo
han mantenido como estudio de la familia Maceo Grajales.
Hemos estado
en diálogo con Maceo en estos cortos minutos, él ha estado con nosotros
expresándonos, mediante mi voz, su forma de pensar. Nos ha pedido que seamos
intransigentes con lo que perjudique a la patria, que cuidemos por la
unidad que no podemos perder nunca ante un enemigo que espera, que solo el
trabajo nos puede conducir al triunfo y que mantengamos viva la vergüenza y el
decoro.
Para
finalizar voy a tratar de decir de memoria los versos de Navarro Luna que
nos introdujeron en estas reflexiones y que aprendí cuando tenía solo siete
años, no había estudiado todavía Historia de Cuba pero me convirtió en
maceísta.
Manuel Navarro Luna
Si habláis
de la vergüenza…
Si queréis
señalar las altas cumbres del decoro…
Entre llamas
y túmulos y banderas ennegrecidas…
Tenéis que
dar la excelsitud de un grito
¡El General
Antonio!
Para que
escuche el monte y la piedra y la nube
y los oídos
claros, y los oídos oscuros y sordos…
¡El General
Antonio!
Con Mariana
y con Marcos,
el capitán
Rondón tuvo armas y dinero, y caballos y todo,
Se alzaban
las primeras amapolas sangrientas de la guerra
entre los
rudos filos del resplandor heroico.
Y el Capitán
Rondón dijo después a Marcos:
¿Y cuál de
los muchachos me vais a dar ahora?
Guardó
silencio el padre, un silencio de padre,
fuerte y
doloroso…
Pero tres de
los hijos respondieron por Marcos:
¡José!
¡Justo! ¡Antonio!
El último,
más fuerte y más pronto,
el último,
más fuerte que los otros.
Si habláis
de la Patria, del dolor y el denuedo
de la marcha
con hambre y del camino áspero y torvo
de la gloria
en la herida y de la gloria en la sangre.
del largo y
cruento batallar sin reposo,
de en mil
batallas veintisiete heridas cual veintisiete surcos
¡Tenéis que
hablar del General Antonio!
Con dos
balas se acaba la guerra —dijo Cánovas
Tal vez con
una para el soldado epónimo,
Pero aun no
la tenían los fusiles de España
Y el Pacto
de Zanjón, no fue paz,
sino tregua
y encono.
La bandera,
sudario, que alguien dijo —
bordada en
Camagüey por manos de mujeres—
la izó en
Mantua el machete del General Antonio
¡Esto va
bien! —exclama—, cuando se siente herido en Punta Brava
Es la
muerte, él lo sabe, y sonríe victorioso
Ya ni la
muerte misma podrá vencerlo!
Nada podrá
vencer al General Antonio!
Si habláis
de la vergüenza
Si queréis
señalar las altas cumbre del decoro
Buscad allá
en la cumbre del Hombre
Entre
raíz de trueno y palpitar de troncos
La presencia
profunda que nos manda y nos cerca…
¡El General
Antonio!
Palabras
pronunciadas por la doctora Lidia Turner, en el Aula Magna de la Universidad de
La Habana con motivo de la Jornada organizada por la UNEAC en ocasión del
aniversario 165 del nacimiento del General Antonio Maceo y Grajales.
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