lunes, 23 de junio de 2014

Una Cumbre invisible y la impunidad a las claras

Tomado de Coordinadora de Solidaridad con Nicaragua y ALBA

Como en todo lo demás, también hay diferentes variedades del silencio. Este fin de semana pasado se celebró la Cumbre del Grupo G77 más China en Santa Cruz, Bolivia, que fue una noticia de primer plano en todo el mundo. A pesar de su nombre, desde su fundación en 1964, al G77 se han integrado 133 países que forman dos terceras partes de la Organización de las Naciones Unidas. Aún el espectáculo de la Copa Mundial del fútbol no pudo eclipsar la importancia de un evento que reunió destacados dirigentes mundiales y equipos de alto nivel de la enorme mayoría del mundo.

La Cumbre destacó la prioridad de la lucha contra la pobreza, la unidad de la mayoría de los países del mundo contra Occidente y sus aliados y el imperativo de un mundo seguro y en paz. La declaración final contiene 242 puntos, indicativo del enorme reto de lograr unas relaciones internacionales más justas, una economía mundial más equilibrada y un comportamiento ambiental en armonía con la naturaleza. Ninguna de estas aspiraciones es posible en una economía global dominada por el capitalismo depredador promovido por Norte América, Europa y sus aliados porque su irracional sistema de consumo y producción es insostenible.

Sin embargo, uno busca en vano un reportaje en los prestigiosos medios de comunicación occidentales sobre los eventos alrededor de la Cumbre en Santa Cruz, sobre los temas fundamentales allí debatidos o sobre la presencia de dirigentes mundiales o del Secretario General de la ONU Ban Ki Moon. Aun los medios corporativos europeos supuestamente progresistas lo ignoraron porque de verdad para el Occidente la mayoría del mundo solo existe por sus recursos naturales, su mano de obra barata, su hábito irritante de estar en lugares de importancia geo-estratégica y sus atractivos destinos turísticos. Aparte de esos factores. para el mundo occidental dos terceras de la población del mundo no tienen ninguna importancia.

En cambio allí sí se encuentran, aparte de la cobertura extensa de la Copa Munidal, titulares sobre los avances militares en Iraq de los terroristas extremistas patrocinados por el Occidente y sus aliados árabes en Libia y en Siria.  Pero la cobertura corporativa occidental silencia la realidad del patrocinio occidental de los terroristas y extremistas en Iraq. De la misma manera, en los medios occidentales hay silencio sobre las noticias del genocidio asalto de los fascistas ucranianos contra la población de habla ruso en las nuevas Repúblicas de Donetsk y Lugansk.

Los titulares que declaran el poder militar de las fuerzas extremistas en Iraq  como si fuera una sorpresa van acompañados por artículos de opinión del ex-Primer Ministro británico Tony Blair. Junto con el entonces Presidente George W. Bush y Primer Ministro José Maria Aznar, Tony Blair fue quien sometió el pueblo de Iraq a una guerra catastrófica que destruyó el país y devastó su sociedad de manera irremediable. Como recompensa de parte de sus patrones corporativos,  Blair ahora participa en las juntas directivas del mega-banco J.P.Morgan y del conglomerado militarista transnacional, el Carlyle Group.

Frente a los últimos acontecimientos en Iraq, Blair levanta su voz para alegar que él no tiene responsabilidad en el asunto y que tampoco es culpa de Occidente la invasión de la horda extremista que ahora aterroriza el pueblo de Iraq. Un testigo relevante aquí es el Presidente Obiang Nguema Basogo de Guinea Ecuatorial. El Presidente Obiang fue Presidente de la Unión Africana a lo largo de 2011 y es un testigo clave de los acontecimientos en la Costa Marfil y en Libia en aquel año que siguieron el triste patrón de intervención necoloniel establecido por Tony Blair y sus compinches en Iraq.

Con respecto al derrocamiento del Presidente Laurent Gbagbo de la Costa Marfil en 2011, Obiang asevera que "al contrario a Túnes y a Egipto, no era el pueblo de Costa Marfil el que sacó a Gbagbo del poder. Son los franceses y las tropas de la ONU que lo hicieron. Ni fue el ejército de la Costa Marfil que lo llevaron. Fueron los franceses y tropas de la ONU, tropas extranjeros." Con respecto a Libia, el entonces Presidente de la Unión Africana dice, "los mismos países extranjeros se escondieron detrás de la OTAN para bombardear y destruir el ejército de Ghaddafi y neutralizar su capacidad de defenderse y defender su país."

La desestabilización de Costa Marfil de parte del Occidente empezó hace muchos años, desde el momento de lograr su independencia de Francia. De igual manera los intentos de desestabilización de Libia comenzaron en el momento que el entonces Coronel Gaddahafi y sus colegas tomaron el poder en 1969. Las herramientas de desestabilización usadas por los poderes occidentales siempre han sido grupos disidentes y terroristas financiados, entrenados y equipados por los servicios de inteligencia de Francia, Inglaterra o Estados Unidos.

Ese apoyo a grupos armados terroristas y extremistas se perfeccionó y llegó a su colmo en 2011 con el derrocamiento de los gobiernos legítimos de Libia y de Costa Marfil. Ahora, como han hecho en Mali, en la República de África Central, en Nigeria con Boko Haram, los poderes occidentales han dejado a sus eventuales aliados terroristas desestabilizar al gobierno de Iraq, un aliado de Irán y de Siria. El testimonio del Presidente Obiang, quien durante décadas ha sido un colaborador fiel de las corporaciones petroleras occidentales, es categórico al respecto.

Allí se encuentra el motivo de la ausencia de la cobertura por los medios occidentales de la Cumbre del G77 en Bolivia. A Occidente no conviene oír propuestas a favor de la paz mundial o la seguridad global. No quiere dialogar seriamente sobre la justicia económica o comercial a nivel internacional. No le interesa asumir sus responsabilidades por la sostenibilidad ambiental del planeta. Ni permite que salgan estas ideas de una cumbre de la mayor parte del mundo en los medios corporativos occidentales.

Reina un silencio casi total. En cambio, sí hay libertad de recibir en la cara las cínicas excusas y falsos pretextos de títeres corporativos genocidas como Tony Blair, responsable de la muerte de cientos de miles de civiles inocentes, de millones de niñas y niños a los cuales se les ha negado sus derechos fundamentales, de millones de familias desplazadas para que busquen qué hacer en condiciones miserables como refugiados. Para justificar todo eso con impunidad sí, en el Occidente hay libertad de expresión.

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