viernes, 20 de junio de 2014

La distorsión histórica del criminal bloqueo a Cuba

Tomado de Razones de Cuba
Por Arthur González

“Saber leer es saber andar, saber escribir es saber ascender”, afirmó el apóstol de Cuba José Martí en 1877, y cuanta razón encierran sus palabras.
 
Muchos en este mundo convulso de hoy deberían estudiarlo con profundidad, por eso se le considera el más universal de todos los cubanos.

El 10 de junio el libelo Diario de Cuba, creado por el gobierno norteamericano como parte de la guerra sicológica impuesta contra Cuba, publicó un artículo firmado por Luisa Rodríguez Grillo, en la que cuestiona y critica con saña a los que recientemente se lanzaron desde Estados Unidos a solicitarle al presidente Barack Obama un cambio de política hacia Cuba, en particular la eliminación del eufemísticamente denominado “Embargo”.

De acuerdo con sus criterios personales, afirma que el “embargo” fue la respuesta legítima del gobierno de Estados Unidos ante las confiscaciones de los bienes de las empresas de ese país radicadas en Cuba mediante la Ley 890 de 1960, basado en que las nacionalizaciones del gobierno revolucionario “no cumplieron” las normas básicas de esa institución jurídica y considera que fueron una “trasgresión”, tanto del Derecho nacional como internacional.

Es posible que su familia estuviera entre las afectadas por dicha acción, lo que justificaría en parte la acidez de sus expresiones, pero aun así hay que ajustarse a la verdad, sin apasionamientos; para eso hay que saber leer, a fin de andar por el camino correcto.

De acuerdo con documentos oficiales del gobierno norteamericano, divulgados por su propio Departamento de Estados en los conocidos volúmenes Foreign Relations US, se define otro concepto, que en nada se aproxima a las afirmaciones de Luisa Rodríguez Grillo. 
 
En el Volumen X, Cuba 1961-1962, páginas 710-718, 719-720, se aprecia un documento titulado: Programa revisado por el jefe de Operaciones, Operación Mongoose, elaborado por el general Edward G. Lanzadle, el 18 de enero de 1962,  junto a un memorando del jefe de Operaciones de la Dirección de Planes de la CIA, Richard Hemos, de fecha 19 de enero de 1963, los que exponen las acciones a llevar a cabo para derrocar a la Revolución.

En la mencionada Operación Mongoose se expone textualmente:

“La acción política será apoyada por una Guerra Económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades  del país, unida a operaciones sicológicas que acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen”.

Por tanto, seguir con el estribillo de que es un embargo, forma parte de la estructura de la guerra sicológica, basada en los principios enarbolados por el presidente Dwigt D. Eisenhower, cuando definió:

“… A los medios que vamos a emplear para extender esta verdad se les suele llamar “guerra psicológica”. No se asusten del término porque sea una palabra de cinco sílabas. La guerra psicológica es la lucha por ganar las mentes y las voluntades de los hombres”.

Este es el esquema diseñado contra Cuba desde el propio año 1959, incluso antes de las mencionadas nacionalizaciones, reflejado en el memorando para el Director de la CIA del 11 de diciembre, firmado por J.C. King,  Jefe de la División del Hemisferio Occidental, en el cual se plantea que:

Los objetivos de Estados Unidos son: “El derrocamiento de Castro en el término de un año y su reemplazo por una Junta que sea del agrado de los Estados Unidos, la cual convocará a elecciones seis meses después de su llegada al poder”.

Entre las recomendaciones propuestas y aprobadas al siguiente día, se encuentra una que define realmente el sentir de la CIA:

“d. Se le debe dar una cuidadosa atención a la eliminación de Fidel Castro. Ninguno de los que se hallan cercanos a Fidel, como por ejemplo su hermano Raúl y su compañero Che Guevara tienen el mismo magnetismo sobre las masas. Muchas personas bien informadas consideran que la desaparición de Fidel aceleraría grandemente la caída del gobierno actual.”

Al analizar estos y otros documentos de los primeros meses de 1959 y 60, se llega a la conclusión de que fue y es el Gobierno de Estados Unidos el que transgrede el Derecho nacional y el internacional, viola todos los derechos humanos y ejecuta actos de terrorismo de Estado.

Si alguien aún lo duda que mire a su alrededor y verá cuantas atrocidades cometen los norteamericanos contra la humanidad, en nombre de la “democracia”.

En cuanto a la campaña mediática organizada desde Washington con el apoyo de la mafia anticubana radicada en Miami, bajo el principio de que en Cuba “no hay libertad de expresión y que todo el que no piense conforme a las directivas del partido es considerado disidente y reprendido”, solo basta con hacer un paralelismo con lo que sucede en el resto del mundo para darse cuenta de la falacia.

¿Qué pueblo en el mundo soporta ser reprimido por medio siglo?

Está probado que si en Cuba la represión fuera similar a la que ejecutaban los gobiernos tiránicos de Gerardo Machado y Fulgencio Batistas, ambos ahijados predilectos de la Casa Blanca, no habría fuerza humana capaz de controlar a la población enfurecida.

En Cuba no se observan brigadas antimotines disfrazadas como hombre de la guerra de las galaxias, apaleando salvajemente a los trabajadores, estudiantes y profesionales, como sucede en España, Grecia, Chile, Portugal, Italia, Alemania, Egipto, Israel e incluso en los propios Estados Unidos.

Los llamados “disidentes” fueron creados y financiados oficialmente por el gobierno norteamericano con una asignación de 20 millones de dólares anuales, instruidos en los locales de la misión diplomática acreditada en La Habana y con un nuevo proyecto sobre los jóvenes para prepararlos en colleges de Miami.

Es evidente que se desconoce la verdadera historia de lo que soporta el pueblo de Cuba, pues a los que denominan “mártires”, como a los miembros de la Brigada mercenaria 2506 y los alzados en las montañas del Escambray, que fueron entrenados por la CIA para matar y asesinar a niños, mujeres y hombres, no pueden considerarse inocentes, sino que le pregunten a los familiares que perdieron a sus seres queridos por las bombas, metralla y el asesinato a mansalva por el solo hecho de enseñar a leer y a escribir, sanar a los enfermos o simplemente por tener una forma de pensar diferente.

En el artículo de DDC hay mucho odio y con ese pecado capital no se pueden construir ni puentes ni lograr entendimiento alguno; por eso hay que recordar nuevamente a José Martí cuando en 1882 escribió en el diario caraqueño La Opinión Nacional:

“El odio es un tósigo: ofusca, si no mata, a aquél a quien invade.”

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