Fernando Domínguez Redondo |
Hablar sobre nuestra historia, reafirmar
principios ideológicos, crear valores en la joven sociedad no está solo en la
función de profesores y maestros en las escuelas de Cuba, sino en cada institución
de la colectividad, en cada ciudadano.
Esta reflexión nos la brindó el compañero
Fernando Domínguez Redondo, quien está al frente del organopónico ubicado al
lado del llamado 9-Plantas (edificio más alto de Nueva Gerona, Isla de la
Juventud, en Cuba).
Su organopónico ha ganado varios premios
nacionales, entre ellos la TriCorona, y el reconocimiento de interesados
internacionales que han querido ganar en valiosos intercambios con este
consagrado agricultor.
En una rápida visita realizada a principios
de este mes de abril, a este gran “huerto” anclado casi en medio de la pequeña
ciudad del terruño, la cual nos llevó poco más de dos horas por sus largos
surcos, aprendimos de la llamada agricultura urbana_ una alternativa promovida
por el compañero Raúl Castro, después de visitar China, hace ya varios años
atrás. Allí Fernando nos mostró los grandes beneficios que dicha forma de
cultivo brinda a la población si se lleva con responsabilidad; ya que por medio
de la misma se puede llevar a la población los alimentos esenciales para
adquirir vitaminas, minerales y proteínas vegetales que satisfacen las
necesarias calorías de una dieta balanceada y sana.
No sólo aprendimos de las diversas variedades
de hortalizas o plantas medicinales (entre otras), también de las temporadas de
plantación o cosecha, o del servicio social que cumple su trabajo con centros
estudiantiles y círculos infantiles en sus mediaciones.
Pero no me centraré en cuestiones técnicas
que se escucharían y entenderían mejor de conversarse con él; sino en otras
cuestiones de carácter humano y cívico que nos trasmitió.
Fernando nos relata que su principal objetivo
"es servir con su trabajo", encontrar que sus clientes regresan satisfechos a
casa y no le importa deponer de su tiempo libre para brindar una ayuda a
cualquiera que lo requiera; pero más que preocuparle adquirir representativos
ingresos (sólo los necesarios), se siente a gusto y dice enriquecerse mucho más
con el reconocimiento social. Para sostener sus palabras trae a la conversación
la frase del apóstol José Martí: “la pobreza pasa, pero la deshonra no”.
Este trabajador social nos comenta que su
trabajo “se ha convertido en su principal trinchera para defender la obra de la
Revolución”, porque ésta fue la que le brindó la oportunidad de realizarse en
esta labor y aportarle muchos otros beneficios más valiosos, además de sus
ingresos.
Él dice tener una responsabilidad igual a una
institución estatal; de la misma manera que una entidad hospitalaria no cobra
por brindar sus servicios, ni la escuela por enseñar a sus hijos y nietos, ni
la defensa civil para cooperar con prevenir daños económicos y humanos frente a
temporales climatológicos, etc.; él cree en el actuar humanitario sin por el
cual medie interés material alguno.
Fernando comentó que su “responsabilidad no
sólo consiste en brindar alimentos vegetales, sino en cultivar flores para
embellecer el alma y plantas que puedan ser curativas para sanar el cuerpo”,
porque tiene plena fe en la medicina natural.
El amor depuesto, por este agricultor urbano,
para llevar a cabo este proyecto de importancia social, se desborda en sus
palabras y se constata en sus logros, lo cual denota el resultado de su
constancia, disciplina, abnegación por ser socialmente útil y, principalmente,
por aportar un gran grano de arena para el desarrollo de la Revolución mediante
un proyecto ecológicamente sostenible.
Fernando comprende la situación
internacional, "las necesidades y el hambre que consume a muchos países
subdesarrollados y bajo el régimen del capitalismo"; condena la política hostil
del imperialismo contra Cuba y hace mención de "las consecuencias que provocan
en la economía cubana el genocida bloqueo del gobierno norteamericano contra
nuestra nación."
Por eso mismo Fernando cree que "es de gran
importancia que la población conozca las técnicas esenciales para cultivar un
huerto, una parcela o una porción de tierra que ayude así a la economía y
alimentación de la familia."
Hablar con Fernando es como tener la
oportunidad de escuchar a todo un experto en agricultura; donde
además se goza de su modestia. Uno, simplemente se siente que está
intercambiando con un hombre sencillo, de pueblo y sin otros títulos que no
sean aquellos ganados como reconocimiento a su excelente trabajo.
Mientras se habla con este campesino anclado
en medio de una pequeñita ciudad, se puede percibir su avidez por transmitir
sus conocimientos, de crear valores humanos y principios revolucionarios en
quienes comparten de su conversación, y ello
te crece la ansiedad por seguir aprendiendo de su sapiencia edificada sobre el
rigor científico y la experiencia viva de la vida; porque Fernando, además de
agricultura urbana, se puede decir que es toda una escuela.
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