Once años lleva la familia del camarógrafo español José Couso, asesinado por tropas norteamericanas en Irak, buscando justicia |
Por Walfredo Angulo
La familia de José Couso lleva
once años buscando justicia,
junto a un grupo de amigos de su
hijo asesinado por tropas
norteamericanas en Irak y todo
indica que no van a parar en ese
empero al reunirse en días
pasados con
parlamentarios españoles.
Un juez de la Audiencia Nacional
de España se negó a archivar el
caso Couso, asesinado el 8 de
abril de 2003 por un disparo de
un tanque de Estados Unidos.
El camarógrafo español, se
encontraba en el hotel
Palestina, en Irak, edificio
donde era conocido que estaban
instalados un grupo de
periodistas de distintos medios
de prensa. La única coincidencia
entre ellos radicaba en que
estaban informando de forma
objetiva sobre la invasión al
país árabe.
Otros profesionales habían
aceptado estar empotrados en las
filas de los ocupantes y daban
la versión sesgada que les
apostaban los oficiales
norteamericanos y británicos, o
identificados con los efectivos
a quienes acompañaban. Estos
profesionales pertenecían a
grandes cadenas mediáticas y se
limitaron a reproducir los
partes del Pentágono.
El grupo al cual pertenecía
Couso era variado, pero en común
contaban con el deseo de llegar
cerca de la verdad de aquella
guerra. En el ataque realizado
al hotel, también murió el
camarógrafo de la agencia
Reuter, Taras Protsyuk, de
nacionalidad ucraniana. Varios
periodistas resultaron heridos.
Para el juez Santiago Pedraz,
con la entrada en vigor de la
conocida Limitación de la
Justicia Universal, procede
tratar la muerte de Couso, pues
la ampara la Convención de
Ginebra, que obliga a los países
firmantes, entre ellos España, a
perseguir los delitos cometidos
contra civiles en caso de
conflictos bélicos. La
jurisdicción española está
facultada para investigar el
hecho.
Desde el asesinato de Couso, sus
familiares presentaron ante la
Audiencia Nacional una querella
contra los tres militares
norteamericanos implicados: El
sargento Shawn Gibson, autor
material del disparo; el
teniente coronel Philiph de
Camp, jefe del regimiento de
blindados, quien impartió la
orden, y el capitán Philiph
Wolford, al mando de la unidad
de tanques.
Los allegados a Couso, también
iniciaron una campaña en reclamo
de justicia y prosiguieron sus
denuncias en distintos foros.
Uno fue el V Encuentro Mundial
de Corresponsales de Guerra
efectuado en La Habana en
noviembre de 2006, evento que se
solidarizó con esa causa.
Javier Couso, hermano de la
víctima, intervino en el evento
para denunciar la forma en que
fue asesinado, crimen cometido
para eliminar a un testigo
molesto que reportaba sobre una
guerra en que primaba la mentira
y la desinformación.
Maribel Permuy, madre del
occiso, denunció el crimen y
solicitó justicia. Junto con
amigos y colegas de trabajo,
editaron el libro: José Couso,
La Mirada Incómoda, donde se
describen los hechos, se aportan
datos sobre la vida del
destacado camarógrafo y se hace
denuncia del papel desempeñado
por la fiscalía española, por
obstruir el sumario.
En la obra se destaca que
quizás la explicación más
sincera del ataque la dio el
propio Shawn Gibson, al admitir:
“Estoy profundamente apenado,
pero es la guerra. Pienso mucho
en lo que pasó y seguiré y
seguiré pensando en ello durante
años".
Con seguridad, otros deberían
sentir pesada su conciencia el
ex presidente español, José
María Aznar, uno de ellos, por
su apoyo a la invasión, y por no
haber dado espacio a la
justicia.
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