Carlos del Porto Blanco, especialista superior del Ministerio de Comunicaciones (Foto: Mesa Redonda) |
Por María del Carmen Ramón
El desarrollo de las nuevas tecnologías de la información (TICs)
ha transformado las sociedades actuales y hoy su acceso impacta la
producción, circulación y consumo de los contenidos culturales. Esta es
una realidad en el mundo contemporáneo, pero también en Cuba, un país con un altísimo nivel en el conocimiento de la tecnología, pero con una infraestructura muy debilitada.
Los datos más recientes presentados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI)
en Cuba, correspondientes al año 2012, develan la existencia en el país
de un promedio de 74 computadoras por cada 1.000 habitantes. Estos
datos se matizan ante el hecho de que una buena parte de la población ha
accedido a una computadora o en las escuelas o en los centros de
trabajos y hoy el uso de la telefonía móvil ha aumentado notablemente
desde 2010.
¿Qué distingue a Cuba en el uso de las TICs? ¿Qué usos hacemos de
ellas los cubanos? ¿Por qué el Departamento de Estado Norteamericano
defiende el uso de las nuevas tecnologías como una forma de promover la
democracia? ¿Pueden ellas realmente promover un cambio social? ¿Cómo
proyectarnos ante la utilización ilícita de las mismas?
A estas y otras preguntas responde el ingeniero, especialista superior del Ministerio de Comunicaciones, Carlos del Porto Blanco.
—Algunos defienden las TICs, otros las critican. Frente a
una discusión como esta, ¿qué piensa usted? Estados Unidos defiende las
redes sociales como una vía para la promoción de la democracia en
América Latina y el resto del mundo ¿Pueden ellas promover un cambio
social?
—La tecnología per se no es buena ni mala, al final es un
instrumento; la clave está en el uso que se le da y sobre todo en el
diseño que tiene, que es al final el que determinará su empleo.
Internet, y las tecnologías que lo soportan, surgieron con un perfil
militar: la primera computadora, que no es norteamericana, sino alemana y
nacida en el 1939, surgió en el contexto de la Segunda Guerra Mundial,
para encriptar mensajes. El equipo se diseñó pensando en un uso bélico,
después pasó a la academia y al uso comercial, pero la génesis fue un
uso militar, diseñado por militares. Si a eso se le suma que los grandes
desarrolladores, utilizadores, son los norteamericanos, tienes que
entender cómo esto funciona.
La tecnología puede ser utilizada para luchar contra el cáncer, o la
puedes usar para bombardear una ciudad, habría que preguntarse si la
culpable es la computadora. La computadora es un equipo, hace lo que tú
le digas.
Ahora, los norteamericanos de los años 50 empezaron a desarrollar
conceptos que ahora están muy en boga, como “guerras de cuarta
generación”, “guerras no convencionales”, resumidos en un precepto: que
las guerras en un futuro no van a ser por conquistar territorios, sino
para conquistar el alma y el corazón de las personas.
Cuando vamos al año 1898 y la famosa frase de Hearst cuando la Guerra
hispano-cubano-norteamericana: “Remington, quédese usted en La Habana,
ponga usted los dibujos, y yo pondré la guerra”, uno coge esa cita y
puede usarla perfectamente hoy y cambiar La Habana por Kiev, Caracas,
Damasco, Trípoli, Bagdad, Kabul, casi cuarenta años atrás Hanói, y te
das cuenta de que es un mismo guión, una receta que mantienen. Antes lo
hacían por radio, hoy día, si quieres que un mensaje sea escuchado y
leído, lo puedes hacer por televisión, por periódico, pero la magnitud
será mucho menor que la que tendrá si lo haces por Internet. Por eso es
la apropiación y la magnificación que ha alcanzado Internet para los
centros de poder norteamericanos.
Si hoy las personas viven más en el mundo virtual que en el mundo
real, ahí están sus amigos de la secundaria, del preuniversitario, sus
vecinos, familiares, se darán cuenta del enorme poder de Internet. La
clave está en crear escenarios virtuales en los que puedas sentirte a
gusto, donde puedas vivir y te sientes cómodo. Esto tiene su explicación
en las leyes de la dialéctica, la ley de los cambios de cuantitativos a
cualitativos, tú estás en un ecosistema donde te sientes bien, y poco a
poco te percatas que ese ecosistema va cambiando contigo.
Nosotros estamos dejando todo el tiempo información digital, que es
más valiosa que la información real, porque de aquí a tres meses no te
acuerdas de lo que hablamos, pero vas a Internet y está tu vida, de eso
se tratan las guerras de cuarta generación. El objetivo es influir en la
población, conducirla hacia eso que han llamado “cambio de régimen”.
—La presidenta de Brasil, Dilma Rouseff, ha defendido que la
presencia en Internet debe ser sobre la base del respeto a los derechos
humanos, la privacidad y la libertad de expresión y ha condenado el
espionaje del gobierno norteamericano. Usted es un firme defensor de la
llamada soberanía tecnológica, ¿cuánto ha avanzado Cuba en este terreno?
¿Qué más podemos hacer?
—En las publicaciones internacionales se habla de un término que es
I+D+I, antes era I+D (investigación más desarrollo), después fue
investigación, desarrollo, innovación; pero ya se incluyeron en ese
concepto otras dos letras “E+ I+ D+ I+ E”, porque sin la educación no
hay nada, es como el aire o el agua, que son importantes pero que nadie
se da cuenta, y la última es el emprendimiento, porque no puedes tener
la educación, la innovación, el desarrollo, si no tienes cómo llevarlo a
la práctica. Eso nos pasa mucho a nosotros, hacemos doctorados por
decenas, maestrías, y después no encontramos vías de llevarlos a la
práctica.
Cuando tú vas a ver, ¿Microsoft a quién responde? ¿a los intereses
del gobierno de Estados Unidos, o a los intereses de Microsoft?, ¿y
Apple? Existe una plutocracia que está por encima de los gobiernos, por
eso cuando un gobierno les sobra se va del aire. En este mundo de las
grandes corporaciones que se están repartiendo el mundo, cada vez se da
más el fenómeno de concentración del capital que Lenin hablaba.
Si queremos sobrevivir, no queda otra que irnos por un camino
alternativo. Ser nosotros y pararnos sobre nuestros pies siempre tiene
un costo muy grande en todos los sentidos. Cuba tiene una fortaleza
enorme y somos de los principales países donde, a pesar de los problemas
que tenemos, podemos decir que todo el mundo sabe leer y escribir. Esa
realidad te fortalece, pero tú tienes que buscar caminos, como hicimos
en la medicina y la industria biofarmacéutica.
El presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, dijo en una ocasión:
“Fidel va a al futuro, ve lo que pasa y después regresa y nos los
cuenta”. En los años finales del 90 y principios de los 2000, Fidel dijo
que la informática tenía que ser la columna vertebral del desarrollo
del país. No es casual que exista la UCI, ni que antes se estudiara
ingeniería informática solo en la CUJAE, y hoy se curse en todas las
universidades del país. Es porque las sociedades de hoy sin la
informática no pueden vivir.
La soberanía tecnológica pasa por ahí, nosotros
somos muy reconocidos en la educación, en la salud, en el deporte. Si
esos nichos donde tú eres fuerte porque tienes una obra construida, lo
montas en el mundo de los bits, hay un salto cualitativo muy grade,
porque el problema no es la computadora, es el conocimiento, la
experiencia que tú le pusiste a esa computadora y eso es lo que te da
esa soberanía.
Pero la soberanía tecnológica cuesta, porque no es solo el elemento
del conocimiento, hay un elemento tecnológico. ¿Quién desarrolla los
equipos? Es muy difícil crear una fábrica de átomos de microprocesadores
en Cuba, porque eso es una industria millonaria que no la puedes hacer,
no te queda otra cosa que comprarla.
Hay que aprender a burlar, quizás comprar los componentes por fuera y
ensamblar dentro. A eso súmale el elemento del software, ¿por qué tengo
que comprar el Microsoft Office? Yo puedo hacer Libreoffice. ¿Por qué
tengo que usar un cable para conversar con alguien en Argentina y
Venezuela y pasar por Miami? Hoy es así, para pasar un correo
electrónico de Brasil a Argentina sale de Brasil llega a Miami y
regresa.
—¿Qué usos sociales hacen los cubanos de internet? ¿En un
futuro con mayor acceso a Internet en Cuba, cómo garantizar que el uso
que se haga de la tecnología sea para el desarrollo del país?
—Lo primero que tenemos que decir es que todo el mundo con Internet
es un mito, hoy hay millones de personas sin Internet y que no saben ni
leer ni escribir. Internet se tiene que convertir, en la psiquis del ser
humano, en una herramienta de cultura, de conocimiento por excelencia,
aunque esto no quiere decir que el componente lúdico no exista.
Todo esto cuesta mucho dinero, la tecnología hoy cambia muy rápido,
una autopista te puede durar 50 años, pero una autopista digital, que
cambia cada 10 años, tienes que hacerla nueva, cuesta dinero y los
principales fabricantes son americanos. En ese contexto no puedes
olvidar que el Bloqueo está muy presente. Tenemos un altísimo nivel en
el conocimiento de la tecnología, pero una infraestructura tecnológica
que está muy debilitada y en este caso es de las peores del mundo. En
ese nicho es en el que está trabajando la contrarrevolución, por eso
aparece Zunzuneo,
Piramideo, porque aquí todo el mundo sabe usar un celular aunque no
tiene, y tiene la aspiración de tenerlo. Entonces, ellos se aprovechan y
te dan, como dice Rosa Miriam Elizalde, una “Internet a la carta”. No
es para ver Cubadebate, es para ver el Miami Herald, es una libertad de
información un poco entrecomillada.
Al país no le queda otro camino que la soberanía y esto solo se puede
lograr a través de inversiones, que cuestan caras. Ya se están dando
algunos pasos, hace ya un año se estableció Internet para las personas
en las salas de navegación, está alto, sí, porque eso es caro, y es lo
que paga el teléfono de la gente. En lo que queda de año este servicio
se irá ampliando. La cantidad de salas de navegación que prestan
servicio a la población depende de que aparezca el dinero para comprar
las computadoras y para la conectividad. Ahora se amplió el servicio de
correo en los móviles con una demanda insatisfecha, ¿por qué?, porque
hay poca tecnología.
No se puede crear la expectativa de que mañana todo el mundo va a
tener Internet en la casa, porque todavía hoy no todo el mundo tiene
teléfono, y esto hay que analizarlo en el contexto de la infraestructura
tecnológica que tenemos. Sin embargo, existe la voluntad política de
seguir avanzando en el acceso a la población del Internet en el móvil e
Internet en las casas. ¿De qué depende? De que haya más dinero. Hay que
desmontar la matriz de Cuba enemiga de Internet, porque ese mismo país
(Estados Unidos) me niega acceso a servidores, a Internet y me niega
acceso a la conectividad. A nosotros nos acusan quienes nos niegan la
posibilidad de comprar la tecnología.
El precio de Internet va a bajar, pero depende de que se hagan
inversiones, antes por la red pasaba texto, ahora la gente pasa videos y
no es lo mismo, aunque esté activo el cable submarino. Lo otro es
cambiar todos los cables y poner fibra óptica, que ni los
norteamericanos lo han podido hacer, porque es muy costoso.
Hay que liberar al Estado, pero el camino hoy pasa por la
independencia tecnológica, caminos hay muchos, el único límite que
tenemos es la creatividad.
—¿Cómo puede Cuba defenderse ante el uso ilícito de la tecnología? ¿Cuál es la mejor forma de lograrlo?
La preparación de la gente, y nuestra creatividad para no dejar
vacíos informativos, por eso los medios tienen hoy el reto de ser cada
vez más eficaces. En el futuro cada vez va a ser peor, porque te va a
entrar por Internet, por el paquete, por la televisión, pero tú tienes
que ser un espectador crítico.
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