sábado, 17 de mayo de 2014

Urgencias de una soberanía tecnológica en Cuba

Carlos del Porto Blanco, especialista superior del Ministerio de Comunicaciones (Foto: Mesa Redonda)
Tomado de CubAhora
Por María del Carmen Ramón

El desarrollo de las nuevas tecnologías de la información (TICs) ha transformado las sociedades actuales y hoy su acceso impacta la producción, circulación y consumo de  los contenidos culturales. Esta es una realidad en el mundo contemporáneo, pero también en Cuba, un país con un altísimo nivel en el conocimiento de la tecnología, pero con una infraestructura muy debilitada.

Los datos más recientes presentados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) en Cuba, correspondientes al año 2012, develan la existencia en el país de un promedio de 74 computadoras por cada 1.000 habitantes. Estos datos se matizan ante el hecho de que una buena parte de la población ha accedido a una computadora o en las escuelas o en los centros de trabajos y hoy el uso de la telefonía móvil ha aumentado notablemente desde 2010.

¿Qué distingue a Cuba en el uso de las TICs? ¿Qué usos hacemos de ellas los cubanos? ¿Por qué el Departamento de Estado Norteamericano defiende el uso de las nuevas tecnologías como una forma de promover la democracia? ¿Pueden ellas realmente promover un cambio social? ¿Cómo proyectarnos ante la utilización ilícita de las mismas?

A estas y otras preguntas responde el ingeniero, especialista superior del Ministerio de Comunicaciones, Carlos del Porto Blanco.

 —Algunos defienden las TICs, otros las critican. Frente a una discusión como esta, ¿qué piensa usted? Estados Unidos defiende las redes sociales como una vía para la promoción de la democracia en América Latina y el resto del mundo ¿Pueden ellas promover un cambio social?

—La tecnología per se no es buena ni mala, al final es un instrumento; la clave está en el uso que se le da y sobre todo en el diseño que tiene, que es al final el que determinará su empleo. Internet, y las tecnologías que lo soportan, surgieron con un perfil militar: la primera computadora, que no es norteamericana, sino alemana y nacida en el 1939, surgió en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, para encriptar mensajes. El equipo se diseñó pensando en un uso bélico, después pasó a la academia y al uso comercial, pero la génesis fue un uso militar, diseñado por militares. Si a eso se le suma que los grandes desarrolladores, utilizadores, son los norteamericanos, tienes que entender cómo esto funciona.

La tecnología puede ser utilizada para luchar contra el cáncer, o la puedes usar para bombardear una ciudad, habría que preguntarse si la culpable es la computadora. La computadora es un equipo, hace lo que tú le digas.

Ahora, los norteamericanos de los años 50 empezaron a desarrollar conceptos que ahora están muy en boga, como “guerras de cuarta generación”, “guerras no convencionales”, resumidos en un precepto: que las guerras en un futuro no van a ser por conquistar territorios, sino para conquistar el alma y el corazón de las personas.

Cuando vamos al año 1898 y la famosa frase de Hearst cuando la Guerra hispano-cubano-norteamericana: “Remington, quédese usted en La Habana, ponga usted los dibujos, y yo pondré la guerra”, uno coge esa cita y puede usarla perfectamente hoy y cambiar La Habana por Kiev, Caracas, Damasco, Trípoli, Bagdad, Kabul, casi cuarenta años atrás Hanói, y te das cuenta de que es un mismo guión, una receta que mantienen. Antes lo hacían por radio, hoy día, si quieres que un mensaje sea escuchado y leído, lo puedes hacer por televisión, por periódico, pero la magnitud será mucho menor que la que tendrá si lo haces por Internet. Por eso es la apropiación y la magnificación que ha alcanzado Internet para los centros de poder norteamericanos.

Si hoy las personas viven más en el mundo virtual que en el mundo real, ahí están sus amigos de la secundaria, del preuniversitario, sus vecinos, familiares,  se darán cuenta del enorme poder de Internet. La clave está en crear escenarios virtuales en los que puedas sentirte a gusto, donde puedas vivir y te sientes cómodo. Esto tiene su explicación en las leyes de la dialéctica, la ley de los cambios de cuantitativos a cualitativos, tú estás en un ecosistema donde te sientes bien, y poco a poco te percatas que ese ecosistema va cambiando contigo.

Nosotros estamos dejando todo el tiempo información digital, que es más valiosa que la información real, porque de aquí a tres meses no te acuerdas de lo que hablamos, pero vas a Internet y está tu vida, de eso se tratan las guerras de cuarta generación. El objetivo es influir en la población, conducirla hacia eso que han llamado “cambio de régimen”.

—La presidenta de Brasil, Dilma Rouseff, ha defendido que la presencia en Internet debe ser sobre la base del respeto a los derechos humanos, la privacidad y la libertad de expresión y ha condenado el espionaje del gobierno norteamericano. Usted es un firme defensor de la llamada soberanía tecnológica, ¿cuánto ha avanzado Cuba en este terreno? ¿Qué más podemos hacer?

—En las publicaciones internacionales se habla de un término que es I+D+I, antes era I+D (investigación más desarrollo), después fue investigación, desarrollo, innovación; pero ya se incluyeron en ese concepto otras dos letras “E+ I+ D+ I+ E”, porque sin la educación no hay nada, es como el aire o el agua, que son importantes pero que nadie se da cuenta, y la última es el emprendimiento, porque no puedes tener la educación, la innovación, el desarrollo, si no tienes cómo llevarlo a la práctica. Eso nos pasa mucho a nosotros, hacemos doctorados por decenas, maestrías, y después no encontramos vías de llevarlos a la práctica.

Cuando tú vas a ver, ¿Microsoft a quién responde? ¿a los intereses del gobierno de Estados Unidos, o a los intereses de Microsoft?, ¿y Apple? Existe una plutocracia que está por encima de los gobiernos, por eso cuando un gobierno les sobra se va del aire. En este mundo de las grandes corporaciones que se están repartiendo el mundo, cada vez se da más el fenómeno de concentración del capital que Lenin hablaba.

Si queremos sobrevivir, no queda otra que irnos por un camino alternativo. Ser nosotros y pararnos sobre nuestros pies siempre tiene un costo muy grande en todos los sentidos. Cuba tiene una fortaleza enorme y somos de los principales países donde, a pesar de los problemas que tenemos, podemos decir que todo el mundo sabe leer y escribir. Esa realidad te fortalece, pero tú tienes que buscar caminos, como hicimos en la medicina y la industria biofarmacéutica.

El presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, dijo en una ocasión: “Fidel va a al futuro, ve lo que pasa y después regresa y nos los cuenta”. En los años finales del 90 y principios de los 2000, Fidel dijo que la informática tenía que ser la columna vertebral del desarrollo del país. No es casual que exista la UCI, ni que antes se estudiara ingeniería informática solo en la CUJAE, y hoy se curse en todas las universidades del país. Es porque las sociedades de hoy sin la informática no pueden vivir.

La soberanía tecnológica pasa por ahí, nosotros somos muy reconocidos en la educación, en la salud, en el deporte. Si esos nichos donde tú eres fuerte porque tienes una obra construida, lo montas en el mundo de los bits, hay un salto cualitativo muy grade, porque el problema no es la computadora, es el conocimiento, la experiencia que tú le pusiste a esa computadora y eso es lo que te da esa soberanía.

Pero la soberanía tecnológica cuesta, porque no es solo el elemento del conocimiento, hay un elemento tecnológico. ¿Quién desarrolla los equipos? Es muy difícil crear una fábrica de átomos de microprocesadores en Cuba, porque eso es una industria millonaria que no la puedes hacer, no te queda otra cosa que comprarla.

Hay que aprender a burlar, quizás comprar los componentes por fuera y ensamblar dentro. A eso súmale el elemento del software, ¿por qué tengo que comprar el Microsoft Office? Yo puedo hacer Libreoffice. ¿Por qué tengo que usar un cable para conversar con alguien en Argentina y Venezuela y pasar por Miami? Hoy es así, para pasar un correo electrónico de Brasil a Argentina sale de Brasil llega a Miami y regresa.

—¿Qué usos sociales hacen los cubanos de internet? ¿En un futuro con mayor acceso a Internet en Cuba, cómo garantizar que el uso que se haga de la tecnología sea para el desarrollo del país?

—Lo primero que tenemos que decir es que todo el mundo con Internet es un mito, hoy hay millones de personas sin Internet y que no saben ni leer ni escribir. Internet se tiene que convertir, en la psiquis del ser humano, en una herramienta de cultura, de conocimiento por excelencia, aunque esto no quiere decir que el componente lúdico no exista.

Todo esto cuesta mucho dinero, la tecnología hoy cambia muy rápido, una autopista te puede durar 50 años, pero una autopista digital, que cambia cada 10 años, tienes que hacerla nueva, cuesta dinero y los principales fabricantes son americanos. En ese contexto no puedes olvidar que el Bloqueo está muy presente. Tenemos un altísimo nivel en el conocimiento de la tecnología, pero una infraestructura tecnológica que está muy debilitada y en este caso es de las peores del mundo. En ese nicho es en el que está trabajando la contrarrevolución, por eso aparece Zunzuneo, Piramideo, porque aquí todo el mundo sabe usar un celular aunque no tiene, y tiene la aspiración de tenerlo. Entonces, ellos se aprovechan y te dan, como dice Rosa Miriam Elizalde, una “Internet  a la carta”. No es para ver Cubadebate, es para ver el Miami Herald, es una libertad de información un poco entrecomillada.

Al país no le queda otro camino que la soberanía y esto solo se puede lograr a través de inversiones, que cuestan caras. Ya se están dando algunos pasos, hace ya un año se estableció Internet para las personas en las salas de navegación, está alto, sí, porque eso es caro, y es lo que paga el teléfono de la gente. En  lo que queda de año este servicio se irá ampliando. La cantidad de salas de navegación que prestan servicio a la población depende de que aparezca el dinero para comprar las computadoras y para la conectividad. Ahora se amplió el servicio de correo en los móviles con una demanda insatisfecha, ¿por qué?, porque hay poca tecnología.

No se puede crear la expectativa de que mañana todo el mundo va a tener Internet en la casa, porque todavía hoy no todo el mundo tiene teléfono, y esto hay que analizarlo en el contexto de la infraestructura tecnológica que tenemos. Sin embargo, existe la voluntad política de seguir avanzando en el acceso a la población del Internet en el móvil e Internet en las casas. ¿De qué depende? De que haya más dinero. Hay que desmontar la matriz de Cuba enemiga de Internet, porque ese mismo país (Estados Unidos) me niega acceso a servidores, a Internet y me niega acceso a la conectividad. A nosotros nos acusan quienes  nos niegan la posibilidad de comprar la tecnología.

El precio de Internet va a bajar, pero depende de que se hagan inversiones, antes por la red pasaba texto, ahora la gente pasa videos y no es lo mismo, aunque esté activo el cable submarino. Lo otro es cambiar todos los cables y poner fibra óptica, que ni los norteamericanos lo han podido hacer, porque es muy costoso.

Hay que liberar al Estado, pero el camino hoy pasa por la independencia tecnológica, caminos hay muchos, el único límite que tenemos es la creatividad.

—¿Cómo puede Cuba defenderse ante el uso ilícito de la tecnología? ¿Cuál es la mejor forma de lograrlo?

La preparación de la gente, y nuestra creatividad para no dejar vacíos informativos, por eso los medios tienen hoy el reto de ser cada vez más eficaces. En el futuro cada vez va a ser peor, porque te va a entrar por Internet, por el paquete, por la televisión, pero tú tienes que ser un espectador crítico.

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