Francisco Franco intervino en público por última vez el 1 de octubre de 1975, durante el aniversario de su proclamación como Jefe del Estado. A su lado el Rey Juan Carlos. |
Por: Octavio Fraga Guerra
La Carta Magna
es el texto por el que se rigen los principios, valores, y normas de un pueblo.
Es la ley fundamental de la Nación. A ella se ha “de mirar” siempre para la
concepción, aprobación y promulgación de leyes o decretos leyes que rigen la
política y el curso de la sociedad en su más llana relación con el pueblo. Es
ese mismo pueblo quién debe tener la potestad de modificarla en alguno de sus
artículos o someterla a un profundo proceso de renovación cuando este así lo
decidiera.
El preámbulo de
la Constitución Española aprobada en el año 1978 se presenta con estas
palabras:
“La Nación
española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y
promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su
voluntad de: Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y
de las leyes conforme a un orden económico y social justo.
Consolidar un
Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la
voluntad popular.
Proteger a
todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos
humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones. Promover el
progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad
de vida. Establecer una sociedad democrática avanzada, y Colaborar en el
fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz
cooperación entre todos los pueblos de la Tierra. En consecuencia, las Cortes
aprueban y el pueblo español ratifica la siguiente Constitución”.
Este texto
introductorio -por su estilo de redacción- denota una utopía, un ideal de
sociedad. Amerita introducir una pregunta que sirva de punto de partida para el
desarrollo de este artículo y de la serie. Varios artículos que evolucionarán
en paralelo a sus más importantes capítulos y como ha sido materializada a
través de la historia.
Pero se impone
tomar nota sobre este medular documento. Amerita preguntarnos. ¿Cómo fue
aprobada la Constitución Española de 1978 y bajo cuales circunstancias se construyó
la llamada “Transición Española”?
El diario
digital Rebelión, publicó en diciembre del 2013 un texto que aporta
información y puntos de vista de gran contundencia. El título: La de 1978,
una Constitución monárquica e impuesta (1), del poeta, narrador y ensayista
Paco Azanza. Su autor expone sin regodeos argumentaciones distantes y opuestas
de lo que han construido los grandes medios de comunicación del Estado Español.
El articulista
introduce el texto de esta manera: “Todos los partidos políticos que han
pasado por el gobierno español tras la muerte de Franco -UCD, PSOE y PP- han
acallado y tratan de acallar las voces discrepantes utilizando como arma
disuasoria y represora a la Constitución de 1978. Y lo han hecho esgrimiéndola
como si de una obra maestra se tratara, de la que, por “perfecta”, ni una sola
coma se debe cambiar. En realidad sí se ha cambiado alguna vez, un par de ellas
concretamente -en 1992 para adecuar la estructura judicial española a la UE
(art. 13.2), y en 2011 para fijar el techo de gasto (art. 135). Por supuesto
que Juan Carlos de Borbón, el Jefe del Estado preparado e impuesto por Franco
para dejar todo “atado y bien atado”, sigue gozando de privilegiada protección
en el seno de la citada Carta Magna”.
Esta primera
reflexión, -reitero-, no entronca en el discurso oficial que ha imperado en la
historia de la nación ibérica tras la aprobación de la Carta Magna. La matriz
de opinión que se ha “cimentado” en la sociedad española, es que se construyó
una transición modélica. Un referente de sociedad “democrática” a imitar, e
incluso a exportar como si de un producto se tratase.
En el texto,
-sin respirar su autor- expone otros argumentos que se dibujan con mayor
contundencia, con declarada indignación. Su autor lo sustenta con estas
palabras: “La Constitución monárquica que tanto defienden los principales
grupos políticos del Estado español es fruto de una “ruptura pactada” con el
franquismo, y no de una “ruptura democrática” con éste, que es lo que se
demandaba masivamente en la calle. Las estructuras del franquismo siguen
intactas, de modo que la “Transición” que tanto nombran nunca ha existido. ¡Y
aún tienen el cinismo de llamarla modélica! ¡Que no nos vengan con cuentos!
Entre 1976 y 1980 la policía, la Guardia Civil y la extrema derecha asesinaron
impunemente a más de cien personas, y miles de detenidos fueron salvajemente
torturados. La población fue totalmente ninguneada, ya que la redacción del
texto constitucional fue realizada a sus espaldas. Elaborado de forma casi
clandestina, el primer conocimiento que tuvo la ciudadanía acerca del mismo fue
a través de una filtración a la revista “Cuadernos para el diálogo”, que
publicó el borrador y montó una buena bulla”.
Sobre este
mismo capítulo de la historia en torno a la transición lo enriquece el también
escritor y periodista Alfredo Grimaldos. Autor del libro: Claves de La
transición 1973-1986 (Para Adultos) (2). Lo fundamenta con un descollante y
preciso estilo sustentado por una acreditada investigación periodística.
Grimaldos nos
dice: “La Transición española se diseñó en Langley (Virginia), junto a rio
Potomac, en la sede central de la CIA. La fase final de esa compleja operación,
que culmina con la restauración monárquica en la persona de Juan Carlos I de
Borbón, se comienza a fraguar en 1971, tras la visita del general Vernon
Walters a España para entrevistarse con Franco. La avanzada edad del dictador
turba los sueños de Richard Nixon, cuyo insomnio pronto se va a agudizar mucho
más, con el caso Watergate. Pero en ese momento, una de las mayores
preocupaciones del presidente norteamericano en el área internacional es tener
bien controlado el proceso de sucesión en España cuando se produzca la
desaparición física de quién ha sido un fiel y subordinado aliado de los
Estados Unidos desde el comienzo de la guerra fría”.
Volviendo al
texto de Paco Azanza, su autor toma nota sobre cada uno de los autores de la
Carta Magna. “…se le atribuye a Gabriel Cisneros, José Pedro Pérez Llorca y
Miguel Herrero por la UCD -franquista-; Gregorio Peces Barba por un PSOE de
ideología decadente, que renunció al marxismo -el 8 de abril de 1978- y se
dedicó -y se dedica- a ocupar la mejor “posición” posible a base de lo que haga
falta para conseguirlo; Manuel Fraga Iribarne por AP -ministro de Información y
Turismo con Franco entre 1962 y 1969, y ministro de la Gobernación en 1976;
responsable de numerosos asesinatos durante la ostentación de este último
cargo-; Miguel Roca por CIU -de derechas-; y Jordi Solé Tura por un PCE que
para poder acceder a la legalidad -el 9 de abril de 1977- hubo de claudicar y
pasar a enarbolar en sus mítines la bandera de Franco y de los Borbones,
reconocer oficialmente la unidad de España, firmar la Ley de la Reforma
Política -18 de noviembre de 1976- y los Pactos de la Moncloa -25 de octubre de
1977-, que supuso un notable retroceso en las conquistas obreras conseguidas
con mucho esfuerzo y dolor durante tantos años de lucha. Y todas esas
inaceptables concesiones fueron realizadas, según Santiago Carrillo -secretario
general, por aquel entonces-, “por el peligro que se cierne sobre la
democracia”.
Sobre los
procesos previos a la aprobación de la Constitución de 1978, en este mismo
artículo se precisan datos y enfoques: “…conviene recordar que el gobierno
no permitió hacer campaña a los partidarios del no y de la abstención. La
participación en el referéndum fue sólo del 66,96%, eso a nivel de todo el
Estado, donde la mayoría votó “sí”.
En el libro, Claves
de la transición… -ya citado en este artículo-, se expone otro “paso” dado
para la consolidación de lo que posteriormente se llamó “Monarquía
Parlamentaria”. La cita son declaraciones del dictador Francisco Franco. “Cuando,
por ley natural, mi Capitanía llegue a faltar, que inexorablemente tiene que
faltar algún día, es aconsejable la decisión que hoy vamos a tomar, que
contribuirá, en gran manera, a que todo quede atado y bien atado para el
futuro”.
Grimaldos lo
complementa con solidez en este texto: “Francisco Franco reconoce
públicamente, en 1969, su propia condición de mortal y dictaba a las Cortes el
nombramiento de Juan Carlos de Borbón como sucesor a título de rey. La última
frase de aquel breve discurso se convertiría en la mejor síntesis de la
Transición y la “aconsejable decisión” que se oficializó el 22 de julio
de 1969 convertiría al actual rey de España en una pieza fundamental del
continuismo franquista. Pero la maniobra para preparar la sucesión del Caudillo
comenzó a gestarse bastantes años antes.”
¿A qué se
refiere Grimaldos con la aseveración que cierra esta última cita? Ya lo había
dejado en “diagonal” en una parte anterior del este artículo. El gobierno de
una nación extrajera entra en escena en la preparación de un proceso histórico
sombrío de la historia de España.
El presidente
Nixon envía un emisario espacial para contactar con el dictador Francisco
Franco. Su nombre: Vernon Walters, agente de gran experiencia de la Agencia
Central de Inteligencia (CIA), quién llegó a ostentar el cargo de Director
Adjunto de la CIA.
En otro libro
de un valor documental y periodístico incuestionable: La CIA en España.
Espionaje, intrigas y política al servicio de Washington (3), cuyo autor es
también Alfredo Grimaldos, nos aporta la sinuosa y “secreta” ruta de un
intervencionismo propio de la historia del gobierno de los EE.UU. En el
capítulo de este libro titulado, La transición de Langley, ya avanzadas
algunas ideas y testimonios del texto, nos expone el punto de partida de esta
operación que tuvo tres Operaciones. Su autor no los desarrolla así: “Nixon
ordena a Walters que se entreviste a solas con Franco e intente averiguar qué
medidas políticas y militares ha tomado el dictador en previsión de lo que
pueda ocurrir tras su muerte. “Decir que estas instrucciones me estremecieron
sería decir muy poco”, escribe Walters”.
Tras el
encuentro del enviado especial de Nixon este recibe del dictador las garantías
de una sucesión ordenada. Asevera que el príncipe es la única alternativa
posible y le pide al emisario que le trasmita al presidente de los Estados
Unidos “que el orden y la estabilidad en España quedan garantizados por las
oportunas medidas que estoy adoptando”. En ese mismo dialogo el dictador
Franco añade: “Mi verdadero monumento no es aquella cruz en el Valle de los
Caídos, sino la clase media española”.
Sobre este
capítulo de la historia del Estado Español que corresponde al período
franquista, Vernon Walter en su libro Misiones discretas (4), da
testimonio de esta tesis claramente ocultada. “Expresó- -refiriéndose a
Nixon- la esperanza de que Franco elevara al trono al príncipe Juan Carlos.
Estimaba que esa sería una solución ideal, que daría lugar a una pacífica y
ordenada transición que el propio Franco podría dirigir. De no adoptarse esa
solución, el presidente Nixon albergaba esperanzas de que Franco nombrara un
primer ministro fuerte, que se encargara de llevar a cabo la transición del
régimen de Franco a la monarquía”.
Walters no se
queda tranquilo tras su discreto encuentro con el inquilino de El Pardo. Su
otra misión era coordinar la actuación de los servicios de información de ambos
países una vez que se produzca la muerte del “generalísimo”. Es necesario
subrayar que en aquel entonces –lo sigue siendo el actual gobierno- el gobierno
franquista fue un aliado geoestratégico del gobierno de los Estados Unidos en
Europa.
El enviado de
Nixon se reúne con Carrero Blanco y este lo pone en contacto con los
responsables del servicio de información que más tarde se llamó SECED (5).
Estos encuentros derivaron en tres operaciones.
La primera
llamada Lucero. Su objetivo, garantizar que en el funeral y en los días
posteriores a la muerte del dictador la situación de las calles fuera de
“absoluta tranquilidad”. Esta operación incluía la protección de las
instalaciones civiles capitales y el buen cauce del gobierno provisional. La
segunda se llamó Diana. Esta la concibió el Estado Mayor del Ejército.
El pretexto era prever las “oportunas acciones” en caso de que se produjera un
vacío de poder. La tercera Operación se llamó Alborada. Se gestó con la
colaboración de la CIA. En ella se concebía al detalle lo que debía hacer en
las primeras semanas Juan Carlos de Borbón en los inicios de su reinado. Los
ejes de esta tercera operación se elaboraron en el Palacio de la Zarzuela. Para
el SECED, esta operación era conocida como Transito.
En La CIA en
España…, su autor, acentúa con claridad las esencias de este pasaje de la
historia posfranquista. “La Transición se maneja, en todo momento, desde
Washington y desde dentro del régimen, para que la actualización del franquismo
no se desborde. Y en esa tarea colaboran también destacados políticos de la
oposición. La acción coordinada de la CIA y el SECED busca imponer la reforma
controlada e impedir a toda costa la ruptura”.
Cabe incluir –a
manera de cierre- el testimonio de Manuel Fernández Monzón tomado del libro Claves
de la transición…. Por aquel entonces ostentaba el grado de capitán y
trabajaba en los servicios de información. Primero en Contrainteligencia y
después en el SECED.
Fernández
Monzón desmiente todo lo instituido en la historia oficial con estas
declaraciones: “No es verdad todo lo que se ha dicho de la Transición. Como
eso de que el rey fue el motor. Ni Suarez ni él fueron motores de nada. Solo
piezas importantes de un plan muy bien diseñado y concebido al otro lado del
Atlántico, que se tradujo en una serie de líneas de acción, en unas operaciones
que desembocaron en la Transición. Todo estuvo diseñado por la Secretaria de
Estado y la CIA, y ejecutado en gran parte, por el SECED, con el conocimiento
de Franco, de Carrero Blanco y de poco más. Por ejemplo, cuando el Estado Mayor
del Ejército de Tierra elaboró la Operación Diana, no sabía para lo que estaba
haciendo. Era la planificación de una intervención militar en el caso de que
aquí se produjera un vacío de poder”.
El video ha
revolucionado la historia y el periodismo documental. Su contundencia y valor
como herramienta para el testimonio, como una huella imborrable es
incuestionable.
El Rey de
España hace unas declaraciones para la televisión francesa sobre el genocida
Francisco Franco. Responsable de la muerte, tortura y desaparición de miles de
españoles entre 1936 y 1975. Estas fueron sus palabras. “El General Franco
es, verdaderamente, una figura decisiva, históricamente y políticamente para
España, él es uno de los que nos sacó y resolvió nuestra crisis (Guerra Civil)
de 1936. Después de esto él jugó un papel político para sacarnos de la Segunda
Guerra Mundial. Y por esto, durante nuestros últimos 30 años, él ha sentado las
bases para el desarrollo de hoy en día, tal como usted mismo puede constatar”.
Sobre el
dictador Francisco Franco sentencia: “Para mí es un ejemplo viviente, día a
día, por su desempeño patriótico al servicio de España y, por esto, yo tengo
por él un gran afecto y admiración”.
La historia del
Estado Español en ese oscuro período aún está por revelar en toda su plenitud.
El ocultamiento de estos hechos constituye una afrenta a la cultura de un
pueblo que lleva aún fresca las botas de una dictadura, que truncó el curso de
la Segunda República. Miles de hombres y mujeres siguen enterrados en cunetas y
fosas comunes, víctimas del genocidio que comandó el dictador Francisco Franco.
Hombres y mujeres que merecen un entierro digno.
Notas
- El título: La de 1978, una Constitución monárquica e impuesta. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=177882
- Claves de La transición 1973-1986 (Para Adultos). http://www.planetadelibros.com/las-claves-de-la-transicion-libro-95868.html
- Grimaldos, Alfredo. La CIA en España. Espionaje, intrigas y política al servicio de Washington. Publicado en España por la Editorial Debates (PDF) http://colectivolibertariosantboi.files.wordpress.com/2011/02/135-grimaldos-alfredo-la-cia-en-espac3b1a-2006.pdf
- Walters, Vernon. Misiones discretas. http://www.iberlibro.com/MISIONES-DISCRETAS-Walters-Vernon-A-Planeta/11549202628/bd
- Servicio Central de Documentación (SECED). http://es.wikipedia.org/wiki/Servicio_Central_de_Documentaci%C3%B3n
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