Para la mafia de Miami lo único importante es conseguir, con fines mediáticos contra Cuba, la deserción de los médicos cubanos. En la foto, médicos cubanos tratan a un paciente en Venezuela. Foto AP |
Por Nicanor León Cotayo
El Nuevo Herald comentó este lunes
la tragedia de profesionales cubanos que desertaron de la Misión Barrio
Adentro, en Venezuela, a quienes ahora no acepta el gobierno de Estados Unidos.
Una parte de ellos son médicos,
residen ilegalmente en suelo venezolano, sin poder trabajar o viajar, y bajo
esas circunstancias, sujetos a ser detectados por autoridades locales.
El Herald menciona el caso de
Juan Gómez, un exintegrante de la misión cubana en Caracas, cuya solicitud de «asilo» también fue rechazada por autoridades norteamericanas.
Llegó a territorio del país
suramericano en 2007 y tomó parte en misiones cubanas de colaboración que luego
abandonó.
Gómez declaró a El Nuevo Herald:
«Somos indocumentados, mi visa ya se venció y en estas condiciones de desertor
no podemos incorporarnos a ninguna labor».
Finalizó su testimonio a la prensa
diciendo que él y algunos otros han sobrevivido gracias a la misericordia de
venezolanos.
Ese mismo diario ahondó mucho más en
un ejemplo que sintetiza a cubanos que abandonaron su misión en Venezuela con
la vista puesta en el Norte.
Se trata del enfermero Lázaro
Gabella, quien desertó de Barrio Adentro en 2007 y ahora expresó desde Caracas:
«Estoy desesperado. No tengo trabajo; no tengo donde vivir; no tengo quien
me ayude».
A poco más de seis años de su
deserción, afirma Gabella, solo ha podido, ocasionalmente, limpiar casas para
obtener dinero con qué comer.
En su desesperación, escribe el
periodista José María Delgado, Gabella emprendió la tarea de contactar directamente
a ciertas autoridades norteamericanas.
Una vez, agrega Delgado, con
dificultad logró reunir suficiente dinero para llamar por teléfono a la oficina
de la congresista Ileana Ros-Lehtinen.
Quería explicarle —dijo— que yo no estoy pidiendo que nadie me regale nada, que yo tengo fuerza
para trabajar y salir adelante.
Gabella, subrayó el periodista de
Miami, no logró hablar con la congresista, pero dijo que seguirá intentándolo.
En la primera década del presente
siglo ella impulsó una cruzada dirigida a suscitar la deserción de médicos
cubanos en el exterior con la promesa de admitirlos en Estados Unidos.
Ros-Lehtinen actuó en completa sintonía con el plan subversivo Cuban Medical
Professional Program, avalado y puesto en marcha por el presidente George W.
Bush (hijo) el 11 de agosto de 2011.
Un periodista de Miami, Wilfredo
Cancio Isla, escribió en octubre de aquel año que el plan «para médicos desertores» seguía vigente sin cambios en
Estados Unidos.
No se trata de un hecho aislado,
forma parte de la gigantesca conspiración que desde hace más de cinco décadas
montaron contra Cuba en Washington, y que no terminará a corto plazo.
Otra vez la Casa Blanca actúa de
espaldas al derecho internacional y la decencia más elemental que debe primar
en las relaciones mundiales.
Su testarudo comportamiento los
vuelve a desnudar, no solo ante sus adversarios, también ante las víctimas
primero seducidas y más tarde grotescamente abandonadas.
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