Para San Cristóbal significa mucho haber rescatado la obra de Gilma Madera, asegura Felina González, directora del Museo Municipal. Foto: Yuniel Labacena Romero |
Por Yuniel Labacena Romero.
San Cristóbal, Artemisa.— Lilia Gilma Madera Valiente, la única mujer
en el mundo que ha hecho una estatua de 20 metros de altura, El Cristo
de La Habana, y que también logró colocar en el sitio más alto de Cuba el busto de José Martí, quiso que la recordaran «como una mujer esforzada que le puso mucho amor a lo que hizo».
Al Museo Municipal de San Cristóbal le corresponde el mérito de haber
rescatado la obra de Gilma, quien nació en este territorio, en la finca
La Victoria, el 18 de septiembre de 1915. Una intensa labor ha
desarrollado desde 2003 esa institución, que atesora la mayor colección
mundial de obras, documentos e iconografía de la escultora.
El rescate de una obra
Cuenta la directora del Museo, Felina González, que en 2008 esta
institución reabrió sus puertas después de 20 años y le otorgó el sitio
de honor que le pertenecía a Gilma Madera, al crear una Sala Permanente
dedicada a la escultora. Las piezas conservadas en ese espacio, junto a
las almacenadas, son más de 575.
«La idea nació a partir de la posibilidad que se dio al centro de
adquirir buena cantidad de obras de Gilma, muchas que estaban en
colecciones privadas y extranjeras. Teníamos gran interés de que todo lo
relacionado con ella estuviera aquí, donde vivió hasta cerca de los 15
años de edad, y un amigo que sabía cuánto amaba a San Cristóbal nos
habló de esta oportunidad.
«Fue así que nos acercamos a los colegas del Museo Municipal de Diez
de Octubre para que ayudaran en el proyecto. Junto, también, al hijo
adoptivo de Gilma y de los registros nacional y provincial de Bienes
Culturales, del Centro Provincial de Patrimonio Cultural de Pinar del
Río y de familiares y amigos de la artista».
A finales de 2003 la institución de San Cristóbal recibió el primer
grupo de objetos relacionados con la escultora, cuyo colectivo técnico
se dio a la tarea de buscar y localizar a personas y familiares que
pudieran brindar información sobre Gilma.
Felina González explicó que luego de una rigurosa selección,
identificación, clasificación y valoración científica de las piezas, en
2004 se decidió conformar la Colección Gilma Madera e iniciar su
estudio.
«Ello permitió profundizar en su vida y obra, así como rescatar otras
piezas. A partir de una colección fotográfica, integrada por más de 400
fotos, usted puede acercarse a la artista. Esta revela, por ejemplo,
las históricas instantáneas tomadas durante la travesía y colocación del
busto de Martí en el Pico Turquino, así como la intensa labor
desarrollada por Gilma junto a los operarios en Carrara, Italia, cuando
realizaba la estructura del Cristo de La Habana.
«Está integrada también por esculturas y prototipos originales, entre
estos el de José Martí; el original del relieve a Roosevelt ubicado en
el Memorial que lleva su nombre en Washington; El niño del pelícano,
en la fuente del Parque Zoológico de La Habana, y la primera obra
realizada para su ejercicio de graduación en la Escuela de Pintura y
Escultura de San Alejandro.
«Además contiene 11 de sus instrumentos de trabajo, la máquina de
escribir, tres cámaras fotográficas, su pitillera, dos proyectores y
publicaciones firmadas por personalidades cubanas y extranjeras.
Igualmente los fondos del Museo atesoran diplomas, medallas,
condecoraciones y reconocimientos entregados a Gilma así como una
muestra de sus cabellos y su partida de nacimiento».
Más cerca de la comunidad
Redescubrir el pasado y transmitir conocimientos a través de la
colección más valiosa que hoy existe de Gilma. Eso ha hecho el Museo
desde 2004, con la realización de coloquios, conferencias, concursos y
otras actividades para que el pueblo se identifique con ella.
La Directora del museo, también una voraz investigadora de la vida y
obra de Gilma, confiesa que la mayoría de los habitantes del municipio
desconocía el origen de la escultora e ignoraba que la misma había
nacido en San Cristóbal y siempre mantuvo su cercanía con el territorio.
«Una vez lograda la colección nos dimos a la tarea de realizar un
grupo de acciones que fortalecieron el vínculo de la artista con su
origen. A partir de un trabajo que comienza en la base, directamente con
la comunidad, el colectivo del Museo inició un acercamiento a su obra.
«Preparamos exposiciones sobre el tema para programas priorizados y
especializados, realizamos conversatorios, llevamos estos conocimientos a
centros de trabajo y de estudio, a centros penitenciarios y nos
acercamos a los talleres para discapacitados.
«Hemos dedicado jornadas por el Día de la Cultura Cubana y semanas de
la Cultura Sancristobalense para reflexionar sobre Gilma. Su impronta
ha sido debatida en las artes plásticas y vinculada a otras mujeres.
Además realizamos una multimedia y el documental La Dama del Cristo».
Explicó Felina González que increíblemente la artista resulta casi
desconocida en los pocos textos existentes sobre escultura en Cuba. Este
detalle se evidencia en su investigación Acercamiento a la vida y la
obra de la escultora Lilia Gilma Madera Valiente a través del estudio de
su colección, que realizó con la museóloga Mayra Sajión.
«A partir de esta labor conseguimos también recuperar 20 de las obras
de la artista. El tiempo transcurrido nos ha permitido investigar,
buscar, catalogar, inventariar y socializar los resultados de toda la
indagación gracias a la existencia del patrimonio cultural cubano.
«El estudio sobre ella todavía no está completo. Lo estamos haciendo
por partes. Falta terminar su biografía y el análisis de otras piezas.
Pero para San Cristóbal significa mucho lo logrado, porque Gilma ha sido
un punto de avance; nos da una idea del valor que tiene y la huella
para mirarse en ella; por ello hay que darle el lugar que merece».
Y en ese espacio del Museo, de la patria chica que la vio nacer, está
Gilma Madera desafiando el tiempo, para enseñarnos el arte de la
escultura, de la estética y de la síntesis. Está ahí esculpiendo cada
obra con la originalidad y belleza de siempre, plasmando así las
inquietudes de su alma.
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