Por Arthur González.
Es cierto que el presidente Barack Obama nació cuando ya el entonces presidente Eisenhower le había aprobado a la CIA el primer Programa de Acciones Encubiertas
contra Cuba, pero eso no es pretexto para que él y su Secretario de
Estado John Kerry, no conozcan la historia de las agresiones de las
diferentes administraciones norteamericanas contra la Revolución.
Si las estudiaran, quizás comprenderían
mejor el por qué se conformó en el pueblo cubano una conciencia de
resistencia y el motivo de su antiimperialismo.
La
Revolución triunfó el 1ro de enero de 1959 y solo once meses después,
el 11 de diciembre del propio año, J.C. King, a la sazón Jefe de la
División del Hemisferio Occidental de la CIA, enviaba un memorando al
jefe de la Agencia, Allan Dulles, en el cual expresaba que: “El
objetivo que persigue Estados Unidos es el derrocamiento de Castro
(Fidel) en el término de un año y su reemplazo por una Junta que sea del
agrado de los Estados Unidos, la cual convocará a elecciones seis meses
después de su llegada al poder.”
En dicho documento J.C King hizo un grupo
de recomendaciones para destruir la naciente Revolución cubana, y en la
última de ellas apuntó:
“Se le debe dar una cuidadosa atención
a la eliminación de Fidel Castro. Ninguno de los que se hallan cercanos
a Fidel, como por ejemplo su hermano Raúl y su compañero Che Guevara
tienen el mismo magnetismo sobre las masas. Muchas personas bien
informadas consideran que la desaparición de Fidel aceleraría
grandemente la caída del gobierno actual.”
Unos meses más tarde, el director de la CIA daba orientaciones a su Jefe del personal de Inteligencia Exterior, William Harvey “preparar
la capacidad de Acción Ejecutiva, que incluya un estudio de las
capacidades existente para asesinar a los líderes políticos
extranjeros”, según consta en los documentos oficiales presentados en 1975 ante la Comisión Church, del Senado de los Estados Unidos.
De acuerdo con las declaraciones de
Harvey: “Acción Ejecutiva era un eufemismo de la CIA, definido como un
proyecto para investigar la manera de lograr los medios para derrocar a
los líderes políticos extranjeros, con el asesinato como la acción más
extrema dentro de ese espectro”.
Otras informaciones oficiales indican que
a finales de 1960, J.C King entregó 50 mil dólares al jefe de Apoyo
para que se los entregara como pago al que asesinara a Fidel Castro,
para lo cual contactaron a miembros de la mafia italo-norteamericana
vinculados a los casinos de juego.
Una vez denunciados por Cuba y puesto al
descubierto un grupo de planes para asesinar al Presidente cubano, el
Senado de los Estados Unidos no tuvo otra alternativa que conformar un
Comité Selecto para investigarlos, con el propósito de “limpiar” la
imagen del país.
La Comisión se conoce por el apellido del senador Church que la presidió, y solo admitió la existencia de 8 planes de asesinato.
Cuba afirma que suman más de 600, pero
solo uno bastaría para sancionar a quien emplee métodos brutales para
eliminar a un ser humano.
Estos planes no fueron diseñados solo
contra la vida de Fidel Castro; son incontables los líderes mundiales
que desde 1961 fueron asesinados, bajo la apariencia de “casuales
accidentes o enfermedades”.
Después los políticos norteamericanos se
adjudican el derecho de señalar y acusar a otros países de ser
“violadores” de los Derechos Humanos, cuando son precisamente ellos los
que desconocen el significado de esa palabra, jugando con la vida de
seres humanos.
Para los gobernantes estadounidenses
quien se oponga a su línea política lo paga con la vida, después
inventan los pretextos y despliegan campañas mediáticas para ocultar la
verdad. La historia esta cargada de ejemplos.
Como dijera José Martí: “El que mata deliberadamente es un criminal”…
y así son los gobernantes norteamericanos, despiadados criminales a los
que algún día los pueblos del mundo le pasaran la factura.
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