viernes, 20 de febrero de 2015

Estados Unidos-Cuba, ciencia aplicada

De la confrontacion 2 Edic JPG
La política de los Estados Unidos hacia Cuba, de Elier Ramírez y Esteban Morales, es un libro que está llamado a perdurar...

Tomado de CubAhora
Por Iroel Sánchez.

Como casi siempre, ha existido más opinión que ciencia, más suposiciones en el aire que verdades probadas en la historia y los documentos. Es en ese contexto que llega esta presentación de la segunda edición del libro De la confrontación a los intentos de “normalización”. La política de los Estados Unidos hacia Cuba, de Elier Ramírez y Esteban Morales.

Alguien podría pensar que este libro llega tarde o que se ha desactualizado después del 17D pero el hecho de ser verdadera ciencia histórica, hace de este volumen algo que perdurará.

Elier y Esteban, como dice Ramón Sánchez Parodi en su prólogo al libro, son un “binomio cubano” con “vivencias y experiencias conjugadas”. Pertenecen a generaciones distintas que han vivido las confrontaciones entre Cuba y Estados Unidos desde circunstancias que distan de ser las mismas pero con un rigor científico y una lealtad a la verdad histórica que los ha unido para bien de nuestra historiografía.

Sánchez Parodi, con su prólogo,  aporta a lo que llama una “obra singular” un documentado recorrido histórico que demuestra que desde su nacimiento como nación independiente nuestro vecino del Norte se ha opuesto a la existencia de Cuba en similar condición. El hecho de que Parodi haya sido el primer jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos, en septiembre de 1977, y haber permanecido allí hasta abril de 1989, lo convierte en un protagonista cercano de la obra que prologa pero también demuestra que la visión de la diplomacia cubana sobre el tema no es coyuntural sino con profundas raíces históricas.

Ese conflicto esencial -hegemonía vs soberanía- es el que abordan Esteban y Elier en las casi 700 páginas de este volumen, cuya extensión no le resta amenidad, y explica por qué la palabra normalización lleva comillas en el título del libro. Como acaban de reconocer tanto el presidente Barack Obama como su actual negociadora con Cuba, Roberta Jacobson, la “normalización” a la que aspira EE.UU. es transformar los métodos pero no el objetivo, que sigue siendo un cambio de régimen en la Isla.

A lo largo de esta historia, enviados secretos, memorándums, mensajes de presidente a presidente a través de periodistas, empresarios, diplomáticos y funcionarios de los servicios de inteligencia no permiten el aburrimiento en una trama que aún no ha terminado.

Con énfasis en las etapas de los presidentes Kennedy, Ford y Carter, el libro incluye la aguda visión del primero de las causas económicas y sociales que fecundaron la Revolución cubana y su visión del error de Estados Unidos al actuar como sustento del dictador Batista. Las impresiones de Nixon –siendo Vicepresidente de Eisenhower-  sobre su encuentro con Fidel, el acercamiento –ya de la administración Kennedy- al Che en Punta del Este, pensando en un “desmembramiento dentro de la dirección cubana”, inician una cadena errores, distorsiones e interpretaciones erróneas en la parte norteamericana que llegan hasta hoy.

Si Arthur M. Schlesinger lo recoge en Los mil días de Kennedy, citado en el libro al reconocer el fracaso en Playa Girón -“Fidel resultó ser un enemigo mucho más formidable y estar al mando de un régimen mucho mejor organizado de lo que nadie imaginó”-, la constante en el libro es el sucesivo “descubrimiento” por las distintas administraciones estadounidenses de la autenticidad y capacidades del liderazgo revolucionario cubano.

Los documentos y entrevistas prueban el repetido error de ver en Cuba un “satélite” de la Unión Soviética. Ello impidió tanto a Kissinger como a Ford, Carter y Brzezinski comprender que no podían lograr de la dirección cubana concesiones a partir de su solidaridad con los pueblos de África o con la causa de la independencia portorriqueña. Algo poco abordado en otras obras y aquí muy presente es la obsesión estadounidense con la lealtad cubana a Puerto Rico, una posición que se remonta a José Martí y su Partido Revolucionario Cubano y que presiones y ofertas estadounidenses no han logrado mover un milímetro como acaba de ratificar el presidente cubano, Raúl Castro, en la Cumbre de la CELAC en Costa Rica.

La relación cubano-soviética fue mejor comprendida por Robert Pastor, miembro del Consejo de Seguridad Nacional a cargo de América Latina y el Caribe, quien escribió a Brzezinski el 19 de julio de 1979:

“…los cubanos empujan y halan a los soviéticos hacia posiciones de mayor riesgo, que las que normalmente el viejo liderazgo soviético se hubiera aventurado a pisar. Los cubanos no son marioneta de nadie”.

A la vez, el libro, refleja la ausencia de raíces históricas del actual discurso estadounidense que dice preocuparse por los derechos humanos en Cuba, no sólo por lo que dijo Kennedy sobre Batista. La introducción inicial de este tema en la política exterior norteamericana ocurrió durante la administración Carter. Entonces, las exigencias de Washington estuvieron asociadas sólo a dos puntos: las visitas familiares de los cubanos en el exterior y la liberación de presos por acciones terroristas y salidas ilegales, nunca al ordenamiento político y social cubano. Antes, en el primer encuentro secreto durante la administración Nixon, el principal asesor de Kissinger en el Departamento de Estado, Lawrende Eeagleburger, planteó que en las negociaciones “no pedirían que Cuba desistiera de su estructura interna o método de gobierno”. Frente a eso, el discurso de la administración Obama sobre el socialismo cubano resulta más injerencista que el de Nixon y Carter juntos. Peor quedan los satélites -esta vez sin comillas- nacidos en en esta Isla que a raíz del 17D piden a Cuba “avanzar hacia una economía de mercado” y  “liberalización política”.

Del otro lado, la investigación de Elier y Esteban prueba que -contrario al discurso constante y actual de los medios de comunicación- nadie ha buscado más un modus vivendi entre Cuba y EE.UU., nadie le ha dedicado más tiempo a conversar con los políticos estadounidenses, ni ha utilizado más y mejor la prensa estadounidense con ese objetivo que Fidel Castro. En este último punto, destaca la intensidad y agudeza con la que Fidel se relacionó con los principales periodistas de las televisoras estadounidenses durante el gobierno de Carter.

En el mismo período se hace evidente la articulación de los medios de comunicación estadounidenses con los interesados en dañar cualquier posibilidad de acercamiento con Cuba, particularmente cuando mejores posibilidades se abrieron, durante la administración Carter. Las sucesivas crisis artificiales generadas por el ala hostil que encabezó el Asesor para la Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski (Shaba I, Shaba II, Mig 23, y Brigada Soviética) hubieran sido imposibles sin una prensa que no verificó ni profundizó en las mentiras provenientes del gobierno de EE.UU. Punto y aparte merece la visión del Departamento de Estado y su Secretario Cyrus Vance -con una comprensión mucho más objetiva- que terminó siendo derrotada ante el anticomunismo militante de Brzezinski que veía soviéticos en todas partes y si no los veía, los inventaba.

Esta obra, con su aparato de notas, su cronología, su testimonio gráfico, sus traducciones de 62 documentos estadounidenses desclasificados, su consulta de 31 documentos del Consejo de Estado y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, así como las entrevistas a 16 expertos y protagonistas de ambos países, constituye una herramienta muy completa que sirve tanto al lector común como al especialista.

Otra virtud, es la de colocar siempre los acontecimientos en contexto, ubicando el conflicto en los acontecimientos internacionales que se relacionan con ambos países y también la situación interna que en cada caso ayuda a explicar determinadas posturas de los gobiernos, resumiendo en puntos o plecas factores regionales o nacionales, en la economía y la política, que condicionan sus comportamientos.

Aquí los personajes principales son retratados con sus emociones y autenticidad. “Fidel estaba encabronado” con la invasión soviética a Afganistán, nos dice José Luis Padrón, entrevistado por los autores. Igualmente, los detalles de los lugares, los horarios y los antecedentes de los protagonistas dan color a los acontecimientos.

El “Epílogo necesario” y “Una última actualización” tienen el mérito de haberse adelantado meses, casi con un 100% de certeza, a lo acontecido el 17D y a las posteriores declaraciones de ambos gobiernos. Sus últimas palabras están ahí, inquietantes y reales:

“los cambios serán creíbles porque lograr que Cuba los acepte será también parte de la nueva estrategia. Pues en la medida en que Cuba acepte que los cambios son reales, ello será condición sine qua non, para que entremos confiados en el área de influencia de Estados Unidos”
“Cuba no debe variar su estrategia, que no es para hacer daño a nadie sino para evitar que le hagan daño. Cuba debe continuar trabajando incansablemente por su fortaleza interna.”

Pero nada permite comprender mejor las “razones” de la política norteamericana respecto a Cuba que el memorándum que Pastor y Peter Tarnoff, Secretario Ejecutivo del Departamento de Estado, escribieron a Carter el 17 de junio de 1980:

“…el argumento principal contra el levantamiento del embargo sigue estando relacionado con la credibilidad. Durante tres años dijimos que necesitábamos que Cuba avanzara en alguna medida respecto a una serie de temas internacionales antes de que nosotros diéramos ese paso. Darlo en ausencia de cualquier señal positiva de Cuba equivaldría a demostrarle al mundo que los Estados Unidos no son consecuentes.”

La nota al pie de los autores sobre esas palabras, ha resultado ser premonitoria y por sí misma vale este libro e ilumina el acontecer de estos días:

“Esta posición puede dar una idea a los cubanos, acerca del día que los Estados Unidos levanten el bloqueo a la Isla no lo van a hacer porque reconozcan el carácter genocida de esta política, o por tener un gesto positivo hacia la Isla, sino porque considerarán que el levantamiento podría servir para destruir a la Revolución cubana por vías más sutiles de agresión cultural o porque el rechazo internacional pese demasiado sobre sus cabezas.”

Gracias a Elier y Esteban por unir acuciosidad, rigor y compromiso con la verdad en un libro que está llamado a perdurar porque, como la buena ciencia, ha sabido analizar el pasado para mostrar el futuro.

*Presentación del libro De la confrontación a los intentos de “normalización”. La política de los Estados Unidos hacia Cuba, de Elier Ramírez y Esteban Morales en la Feria Internacional del Libro de La Habana, 19 de febrero de 2012.

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