La política de los Estados Unidos hacia Cuba, de Elier Ramírez y Esteban Morales, es un libro que está llamado a perdurar...
Por Iroel Sánchez.
Como casi siempre, ha existido más opinión que ciencia, más
suposiciones en el aire que verdades probadas en la historia y los
documentos. Es en ese contexto que llega esta presentación de la segunda
edición del libro De la confrontación a los intentos de “normalización”. La política de los Estados Unidos hacia Cuba, de Elier Ramírez y Esteban Morales.
Alguien podría pensar que este libro llega tarde o que se ha
desactualizado después del 17D pero el hecho de ser verdadera ciencia
histórica, hace de este volumen algo que perdurará.
Elier y Esteban, como dice Ramón Sánchez Parodi en su
prólogo al libro, son un “binomio cubano” con “vivencias y experiencias
conjugadas”. Pertenecen a generaciones distintas que han vivido las
confrontaciones entre Cuba y Estados Unidos desde circunstancias que
distan de ser las mismas pero con un rigor científico y una lealtad a la
verdad histórica que los ha unido para bien de nuestra historiografía.
Sánchez Parodi, con su prólogo, aporta a lo que llama una “obra
singular” un documentado recorrido histórico que demuestra que desde su
nacimiento como nación independiente nuestro vecino del Norte se ha
opuesto a la existencia de Cuba en similar condición. El hecho de que
Parodi haya sido el primer jefe de la Sección de Intereses de Cuba en
Estados Unidos, en septiembre de 1977, y haber permanecido allí hasta
abril de 1989, lo convierte en un protagonista cercano de la obra que
prologa pero también demuestra que la visión de la diplomacia cubana
sobre el tema no es coyuntural sino con profundas raíces históricas.
Ese conflicto esencial -hegemonía vs soberanía- es el que abordan
Esteban y Elier en las casi 700 páginas de este volumen, cuya extensión
no le resta amenidad, y explica por qué la palabra normalización lleva
comillas en el título del libro. Como acaban de reconocer tanto el
presidente Barack Obama como su actual negociadora con Cuba, Roberta Jacobson,
la “normalización” a la que aspira EE.UU. es transformar los métodos
pero no el objetivo, que sigue siendo un cambio de régimen en la Isla.
A lo largo de esta historia, enviados secretos, memorándums, mensajes
de presidente a presidente a través de periodistas, empresarios,
diplomáticos y funcionarios de los servicios de inteligencia no permiten
el aburrimiento en una trama que aún no ha terminado.
Con énfasis en las etapas de los presidentes Kennedy, Ford y Carter,
el libro incluye la aguda visión del primero de las causas económicas y
sociales que fecundaron la Revolución cubana y su visión del error de
Estados Unidos al actuar como sustento del dictador Batista. Las
impresiones de Nixon –siendo Vicepresidente de Eisenhower- sobre su
encuentro con Fidel, el acercamiento –ya de la administración Kennedy-
al Che en Punta del Este, pensando en un “desmembramiento dentro de la
dirección cubana”, inician una cadena errores, distorsiones e
interpretaciones erróneas en la parte norteamericana que llegan hasta
hoy.
Si Arthur M. Schlesinger lo recoge en Los mil días de Kennedy,
citado en el libro al reconocer el fracaso en Playa Girón -“Fidel
resultó ser un enemigo mucho más formidable y estar al mando de un
régimen mucho mejor organizado de lo que nadie imaginó”-, la constante
en el libro es el sucesivo “descubrimiento” por las distintas
administraciones estadounidenses de la autenticidad y capacidades del
liderazgo revolucionario cubano.
Los documentos y entrevistas prueban el repetido error de ver en Cuba un “satélite” de la Unión Soviética.
Ello impidió tanto a Kissinger como a Ford, Carter y Brzezinski
comprender que no podían lograr de la dirección cubana concesiones a
partir de su solidaridad con los pueblos de África o con la causa de la
independencia portorriqueña. Algo poco abordado en otras obras y aquí
muy presente es la obsesión estadounidense con la lealtad cubana a Puerto Rico, una posición que se remonta a José Martí y
su Partido Revolucionario Cubano y que presiones y ofertas
estadounidenses no han logrado mover un milímetro como acaba de
ratificar el presidente cubano, Raúl Castro, en la Cumbre de la CELAC en Costa Rica.
La relación cubano-soviética fue mejor comprendida por Robert Pastor,
miembro del Consejo de Seguridad Nacional a cargo de América Latina y el
Caribe, quien escribió a Brzezinski el 19 de julio de 1979:
“…los cubanos empujan y halan a los soviéticos hacia posiciones de
mayor riesgo, que las que normalmente el viejo liderazgo soviético se
hubiera aventurado a pisar. Los cubanos no son marioneta de nadie”.
A la vez, el libro, refleja la ausencia de raíces históricas del actual
discurso estadounidense que dice preocuparse por los derechos humanos
en Cuba, no sólo por lo que dijo Kennedy sobre Batista. La introducción
inicial de este tema en la política exterior norteamericana ocurrió
durante la administración Carter. Entonces, las exigencias de Washington
estuvieron asociadas sólo a dos puntos: las visitas familiares de los
cubanos en el exterior y la liberación de presos por acciones
terroristas y salidas ilegales, nunca al ordenamiento político y social
cubano. Antes, en el primer encuentro secreto durante la administración
Nixon, el principal asesor de Kissinger en el Departamento de Estado,
Lawrende Eeagleburger, planteó que en las negociaciones “no pedirían que
Cuba desistiera de su estructura interna o método de gobierno”. Frente a
eso, el discurso de la administración Obama sobre el socialismo cubano
resulta más injerencista que el de Nixon y Carter juntos. Peor quedan
los satélites -esta vez sin comillas- nacidos en en esta Isla que a raíz
del 17D piden a Cuba “avanzar hacia una economía de mercado”
y “liberalización política”.
Del otro lado, la investigación de Elier y Esteban prueba que
-contrario al discurso constante y actual de los medios de comunicación-
nadie ha buscado más un modus vivendi entre Cuba y EE.UU.,
nadie le ha dedicado más tiempo a conversar con los políticos
estadounidenses, ni ha utilizado más y mejor la prensa estadounidense
con ese objetivo que Fidel Castro. En este último punto, destaca la
intensidad y agudeza con la que Fidel se relacionó con los principales
periodistas de las televisoras estadounidenses durante el gobierno de
Carter.
En el mismo período se hace evidente la articulación de los medios de
comunicación estadounidenses con los interesados en dañar cualquier
posibilidad de acercamiento con Cuba, particularmente cuando mejores
posibilidades se abrieron, durante la administración Carter. Las
sucesivas crisis artificiales generadas por el ala hostil que encabezó
el Asesor para la Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski (Shaba I, Shaba
II, Mig 23, y Brigada Soviética) hubieran sido imposibles sin una
prensa que no verificó ni profundizó en las mentiras provenientes del
gobierno de EE.UU. Punto y aparte merece la visión del Departamento de
Estado y su Secretario Cyrus Vance -con una comprensión mucho más
objetiva- que terminó siendo derrotada ante el anticomunismo militante
de Brzezinski que veía soviéticos en todas partes y si no los veía, los
inventaba.
Esta obra, con su aparato de notas, su cronología, su testimonio
gráfico, sus traducciones de 62 documentos estadounidenses
desclasificados, su consulta de 31 documentos del Consejo de Estado y el
Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, así como las entrevistas a
16 expertos y protagonistas de ambos países, constituye una herramienta
muy completa que sirve tanto al lector común como al especialista.
Otra virtud, es la de colocar siempre los acontecimientos en contexto,
ubicando el conflicto en los acontecimientos internacionales que se
relacionan con ambos países y también la situación interna que en cada
caso ayuda a explicar determinadas posturas de los gobiernos, resumiendo
en puntos o plecas factores regionales o nacionales, en la economía y
la política, que condicionan sus comportamientos.
Aquí los personajes principales son retratados con sus emociones y
autenticidad. “Fidel estaba encabronado” con la invasión soviética a
Afganistán, nos dice José Luis Padrón, entrevistado por los autores.
Igualmente, los detalles de los lugares, los horarios y los antecedentes
de los protagonistas dan color a los acontecimientos.
El “Epílogo necesario” y “Una última actualización” tienen el mérito de
haberse adelantado meses, casi con un 100% de certeza, a lo acontecido
el 17D y a las posteriores declaraciones de ambos gobiernos. Sus últimas
palabras están ahí, inquietantes y reales:
“los cambios serán creíbles porque lograr que Cuba los acepte será
también parte de la nueva estrategia. Pues en la medida en que Cuba
acepte que los cambios son reales, ello será condición sine qua non,
para que entremos confiados en el área de influencia de Estados Unidos”
“Cuba no debe variar su estrategia, que no es para hacer daño a nadie sino para evitar que le hagan daño. Cuba debe continuar trabajando incansablemente por su fortaleza interna.”
Pero nada permite comprender mejor las “razones” de la política
norteamericana respecto a Cuba que el memorándum que Pastor y Peter
Tarnoff, Secretario Ejecutivo del Departamento de Estado, escribieron a
Carter el 17 de junio de 1980:
“…el argumento principal contra el levantamiento del embargo sigue
estando relacionado con la credibilidad. Durante tres años dijimos que
necesitábamos que Cuba avanzara en alguna medida respecto a una serie de
temas internacionales antes de que nosotros diéramos ese paso. Darlo en
ausencia de cualquier señal positiva de Cuba equivaldría a demostrarle
al mundo que los Estados Unidos no son consecuentes.”
La nota al pie de los autores sobre esas palabras, ha resultado ser
premonitoria y por sí misma vale este libro e ilumina el acontecer de
estos días:
“Esta posición puede dar una idea a los cubanos, acerca del día que
los Estados Unidos levanten el bloqueo a la Isla no lo van a hacer
porque reconozcan el carácter genocida de esta política, o por tener un
gesto positivo hacia la Isla, sino porque considerarán que el
levantamiento podría servir para destruir a la Revolución cubana por
vías más sutiles de agresión cultural o porque el rechazo internacional
pese demasiado sobre sus cabezas.”
Gracias a Elier y Esteban por unir acuciosidad, rigor y compromiso con
la verdad en un libro que está llamado a perdurar porque, como la buena
ciencia, ha sabido analizar el pasado para mostrar el futuro.
*Presentación del libro De la confrontación a los intentos de
“normalización”. La política de los Estados Unidos hacia Cuba, de Elier
Ramírez y Esteban Morales en la Feria Internacional del Libro de La
Habana, 19 de febrero de 2012.
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