miércoles, 11 de febrero de 2015

Western Union prohíbe servicios a becarios cubanos en el exterior

Foto: Alexei Padilla.
Tomado de La Chiringa de Cuba
Por Alexei Padilla Herrera

Belo Horizonte (Brasil), 5 de febrero – ¿Quién duda que el bloqueo norteamericano está dirigido a hacerle la vida un yogurt el pueblo cubano?

Tomada por el entusiasmo, la gran prensa brasilera anunciaba el fin del bloqueo (embargo) y del prologando conflicto entre La Habana y Washington. Para aquellos que no dan el debido seguimiento a las noticias, el cerco económico, financiero y comercial ya es parte del pasado, tan solo un oscuro resquicio de la Guerra Fría, ya superado después de los sendos discursos de los presidentes Raúl Castro y Barack Obama.

Pero como reza una de las composiciones más populares del salsero panameño Rubén Blades, no imaginé que a miles de millas de casa y después que Master Card y American Express anunciaran los primeros pasos para abrir operaciones en Cuba, recibiría una puñalada trapera, nada más y nada menos que de la Western Union.

Resulta que unas semanas antes del 17 de diciembre, la Western Union puso en vigor una regulación que restringe la prestación de servicios a los ciudadanos cubanos que no puedan probar que tienen residencia permanente en el país donde se encuentren.

Hace una semana precisé enviar un dinero para una amiga que estaba en Ecuador. Como era costumbre me dirigí a la oficina de la Western Union del centro de Belo Horizonte (Brasil), una verdadera Torre de Babel a juzgar por las personas de múltiples nacionalidades con las que te encuentras.

Entregué mi pasaporte a la empleada y después de hojearlo cuidadosamente –sin saber que tenía en las manos uno de los ejemplares más caros del mundo- me dijo que para poder efectuar la transferencia debía presentar un segundo documento de identidad en el cual constase que poseía residencia permanente en Brasil.

Intentando mantener la calma le expliqué que en dos ocasiones había utilizado las facilidades de esa empresa y nunca tuve dificultades. Las respuestas para aquel absurdo no estaban en manos de una chica que se limitaba a cumplir con su trabajo. Por tanto, exigí que se presentara la gerente de la agencia para que me diera una explicación coherente.

Poco acostumbrados con el encabronamiento criollo, la gerente apareció en un segundo y me mostró el documento donde constaba el tratamiento discriminatorio de la empresa estadounidense hacia los cubanos, que somos aves de paso por cualquiera de estas tierras de Dios.

Era cierto, yo por mi origen nacional y mi estatus migratorio no podía ni mandar ni recibir dinero. Lo que meses antes había hecho con total normalidad, hoy me era negado con total frialdad.

Me comuniqué con la central de atención a clientes de la Western Union Brasil y hasta escribí un mensaje (vía Facebook) a la oficina central en los Estados Unidos. En ambos casos la respuesta fue casi idéntica.

Los brasileros alegaron políticas de la empresa. La oficina central en Colorado se justificó explicando que la nueva regulación se adoptó en cumplimiento de las leyes nacionales e internacionales. En un segundo mensaje, hasta hoy ignorado, les pedí me aclararan cuáles eran las leyes internacionales que estaban invocando.

Comprendo que en los Estados Unidos el gobierno limita las operaciones de cualquier entidad que opera dentro ese país, pero aplicar la misma norma jurídica en otro país no es más que una muestra del carácter extra-territorial del bloqueo a Cuba.

Sentir los efectos del bloqueo fuera de la cotidianidad cubana puede llegar a marcarte. Observar como los haitianos, los chinos, los peruanos pueden mandar y recibir su dinero sin que medien más que las habituales preguntas de rigor, y que los cubanos sean discriminados, podría ser una prueba de hacia quiénes va dirigida esa política obsoleta y criminal que hoy se trata de terminar.

De haber querido, hubiese podido pedir ayuda a otra persona para enviar el dinero, pero esa la intransigencia que cada cubano lleva en el ADN y que a veces no nos deja tomar decisiones prácticas, no me lo permitió.

La Western Union parece atrapada en el letargo de los republicanos más radicales, y en el del sueño imposible de las figuras que van quedado del exilio histórico.

La empresa norteamericana aplicó su resolución en el lugar incierto y en momento equivocado. Brasil es una nación soberana y espero que como tal, actúe. Acudiremos a las leyes y todas instancias hasta lograr el merecido desagravio.

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