Una sonriente Natalia Bolívar Aróstegui, luciendo sus coloridos collares que representan otros tantos orishas (santos) del panteón afrocubano. (IBAN AGUINAGA) |
Lleva la sed de descubrimiento en la sangre. En un momento que anuncia
cambios para Cuba, Natalia Bolívar (La Habana, 1934), quien visitó hace
unos días Pamplona, reflexiona sobre cultura, política y humanidad. Es
la encarnación de una vida intensa.
Tomado de Noticias de Navarra
Entrevista realizada por Paula Echeverría a Natalia Bolívar, etnóloga y escritora
cubana, durante su visita a Pamplona, País Vasco, el pasado domingo 8 de febrero de 2015.
Ha vivido con riesgo y con pasión, cualquiera diría que ese
inconformismo, esa rebeldía, vienen en su ADN, siendo como es
descendiente del libertador Simón Bolívar...
-Yo creo que sí (sonríe). Además son demasiados Bolívar en el
apellido. Un Bolívar, de parte de mi madre Aróstegui que es de origen
vasco también, bueno, de vascos del siglo XVIII establecidos en Cuba de
siempre, y Bolívar otra vez. Pero también la parte de mi madre ha tenido
que ver con las guerras de independencia, mis tíos abuelos han sido
generales que han luchado contra gobiernos corruptos. Siempre hemos sido
una familia de combatientes, contra Machado, y luego mi generación
contra Batista.
Además de la sangre, ¿también tienen que ver la cultura y el arte en esa inquietud vital?
-Es que yo me crié con artistas. Vengo de una familia de la
alta aristocracia cubana, y una familia muy artista. Antiguamente, en
tiempos de mis tíos, sus padres obligaban a cada hijo a tocar un
instrumento, o a cantar, o a estar dentro de la elevación espiritual de
cada uno. Siempre estuvimos mezclados con las artes plásticas, con
historiadores e intelectuales.
En Cuba el baile, la música, el cine, la plástica, la artesanía, están en la vida cotidiana...
-Sí. Cuando yo nací lo primero que hicieron fue meterme en la
escuela de ballet, con 4 años. Y una de mis profesoras fue Alicia
Alonso, muy ligada a mi familia porque mi familia era del Patronato de
Bellas Artes, del Auditorium donde se daban cita los grandes conciertos y
grandes ballets. Y tremendas óperas con Renata Tebaldi... La Habana
siempre fue un hervidero cultural, de todo tipo de culturas. Los
músicos, los artistas, son parte de las piedras antiguas de la capital.
Yo digo que toda Cuba baila (ríe), porque es muy musical y muy artista.
Con el restablecimiento de las relaciones con Estados
Unidos, ¿no hay riesgo de que se pierda la identidad de la cultura
cubana?
-No, no, no. Pero de aquí a que haya un proceso de
restablecimiento de relaciones con embajadores... Ay, eso es a
larguísimo plazo; acabará Barack en su poderío, vendrá otro que será
probablemente republicano, y el republicano siempre ha estado en contra
de este restablecimiento. Para nosotros, como cubanos que llevamos 50
años en una lucha por permanecer contra el bloqueo y contra todo lo que
nos han hecho, contra todos los muertos que hemos dejado en el camino,
por falta inclusive de materia prima para hacer las medicinas, y de
comida y todo... Yo le voy a decir una cosa: nosotros ya estamos
acostumbrados a llevar una lucha bastante dura, y cuanto más dura más
artistas damos (ríe). Es así, no sé, más creamos, más cosas se nos
ocurren... Parece una locura y sin embargo, mira, en el cine estamos en
Premios Goya, con Fresa y chocolate llegamos a los Oscar...
Tenemos muchos problemas, pero siempre estamos buscando los derroteros
espirituales para poder mantener una ética y unos principios.
Respondiendo a tu pregunta, pienso que es bueno restablecer las
relaciones con Estados Unidos en el sentido de que han sido los vecinos
toda la vida. Fíjate que en menos de 40 minutos tú sales de La Habana y
entras en Miami... Pero ellos no han soportado que nosotros mantengamos
unos principios por los que se luchó. Por la supuesta democracia por la
que todo el mundo cacarea tanto y ninguno la tiene, porque democracia es
respetar también las leyes de otros países, y aquí todo este revolú,
como dirían los puertorriqueños, se ha formado porque la postura
política de los Estados Unidos no ha tenido respeto por los demás
países. Han acabado con culturas milenarias, es vergonzoso. No puedes
pensar que tu cultura es la que tiene razón, la válida. Cada país tiene
su cultura, debe defender el gobierno que quiera y gobernarse ellos, sin
dejarse penetrar ni venderse a cualquiera.
¿Pero es optimista respecto al futuro de Cuba?
-Mira, chica, yo no me confío, porque este señor (Barack
Obama), siendo un afrodescendiente, no ha hecho nada por el negro en los
Estados Unidos. Los negros se siguen matando, o siguen matando a los
negros, y el racismo en el sur de Estados Unidos sigue como si no
hubiera pasado Lincoln ni ninguno de los grandes presidentes que
estuvieron en contra del racismo. Yo no tengo ninguna confianza porque,
en definitiva, esto son conversaciones, y así lo están diciendo:
conversaciones. Primero, para haber conversaciones nos tienen que quitar
de los diez países más terroristas, eso lo primero, porque el
terrorismo está por todos lados, y nosotros no tenemos terrorismo; nos
tienen que quitar la base militar de Guantánamo, que ya debieran haberla
quitado hace más de 4 ó 5 años, creo que desde el gobierno de Bush; y
nos tienen que levantar el bloqueo. Si no, ¿qué conversación vamos a
tener? ¿Abrir una embajada? ¿Y para qué? Usted hizo la Revolución del
59, se unió al Directorio Revolucionario...
-Bueno, me uní al Directorio antes de la Revolución. Yo hice
Acción y Sabotaje en el Directorio, estuve presa, me torturaron, me fui
al clandestinaje, hasta el triunfo de la Revolución. Y sigo siendo del
Directorio porque fue la organización hecha por los estudiantes, por
gente joven, muy joven, con una proyección abierta. Y estábamos muy muy
unidos.
¿Qué es lo que más le marcó de esa época?
-¿Del clandestinaje? Muchas cosas. Sobre todo, como digo, lo
unidos que estábamos dentro del Directorio. Allí no había ninguna
contradicción, y si la había la resolvíamos con el diálogo, siendo
muchachos de muy distintos orígenes como éramos. Eso fue para mí muy
importante. Sabía mucho de historia. La historia de Cuba era nuestra
conversación permanente, éramos muchachos con una avidez muy grande de
la historia, no solo de Cuba, de la historia en general. Y éramos gente
muy aguerrida, hicimos un clandestinaje en La Habana muy unido y muy
peligroso. El ataque al Palacio Presidencial fue una cosa tremenda,
según dicen los historiadores, el acto más importante que se ha hecho en
la historia de Cuba. Porque se atacó al presidente en su guarida, en su
palacio presidencial. Y allí cayeron nuestros mejores hombres, para
nosotros fue muy duro ese periodo, sobre todo a partir de los años
55-56, la situación en La Habana fue muy muy peligrosa, nos cogían y nos
cazaban y nos entraban a tiros o nos torturaban hasta matarnos y
tirarnos en la bahía con un bloque de cemento. Fue una época muy
convulsa, pero nos unió mucho, y pudimos lograr cosas muy importantes
que hicieron temblar la dictadura. Cuando sientes el peligro tan cerca,
te unes más. Y te haces más solidario. Sobre todo existió un movimiento
muy importante de mujeres, al que yo pertenecí: Mujeres Oposicionistas
Unidas, donde había campesinas, intelectuales, mujeres de la pequeña
burguesía, amas de casa... unimos a todas las mujeres que quisieron
ayudar al preso político, o ayudarnos un poco con dinero... Fue una
organización muy fuerte e importante porque ahí se hizo muy muy muy
patente que sin una mujer no hay una revolución. Ese es mi punto de
vista. Yo soy feminista (sonríe).
La sociedad española demanda hoy un cambio; desde su
experiencia en la lucha, ¿qué le diría a la gente?, ¿que es posible el
cambio?
-Bueno, por principios, cuando tú no vives en un país no debes
opinar de ese país. Ustedes, como españoles, son los que tienen que
decidir. Creo que hay un revolú, como dirían los puertorriqueños,
a nivel mundial. El mundo está revuelto. Y tiene que haber movimientos
que capturen un poco la tranquilidad hacia la Madre Tierra, compadre,
porque estamos acabando con la tierra. Y esos movimientos tiene que
llevarlos y hacerlos patentes. Y la tierra es lo más importante, no el
dinero que se fabrica en imprentas. Ustedes deben velar por lo mejor
para su tierra, y por lo que sea más coherente para el pueblo, por lo
que el pueblo no se sienta vilipendiado. Cualquier movimiento que sea en
beneficio del pueblo trabajador y de la tierra que el pueblo ha
escogido para desarrollarse, hay que respetarlo y apoyarlo.
Está vinculada a la cultura vasca...
-Imagínate tú, yo tengo dos apellidos totalmente vascos:
Bolívar y Aróstegui. Mi madre es del pueblo de Aróstegui, y su familia
fue la que estableció la primera factoría de tabaco en 1700 y pico en
Cuba.
No sé si sabe que la cultura vasca, y su lengua, el
euskera, aquí en Navarra están muy marginadas por el Gobierno, no solo
no se cuidan sino que se maltratan muchas veces. ¿Por qué cree que se
politiza la cultura, se utiliza como arma interesada y partidista?
-Insisto, no me gusta opinar sobre otros pueblos porque para
conocer un país tienes que vivirlo, pero no un mes, vivirlo varios años.
Pero sin entrar a valorar la situación concreta de la
cultura vasca y del euskera en Navarra, ¿qué cree que nos perdemos si no
cuidamos nuestras raíces?
-Mucho, está claro. Yo creo que ustedes tienen que cuidar su
cultura, hurgar bien en las raíces de su cultura. Y hay una cosa muy
interesante que es conocer en dónde están situadas las grandes
catedrales de todos ustedes. Cuando estudias, ves que la Diosa Mari está
situada en una catedral que le construyeron arriba, en las cumbres de
las montañas vascas, y fue una diosa adorada por todas las costas, tengo
entendido... Y ha pasado igual en México, ¿quién es la Guadalupe? La
Guadalupe es una mujer indígena que lleva en su capa todas las etnias de
la cultura de toda Centroamérica. Cuando conoces un poco de esa
historia, de los dioses a los que adoraban los pueblos primitivos, y
respetas esa riqueza y esa diversidad, es cuando empiezas a valorar de
verdad la tierra que tú estás pisando.
Ha tenido relación con IPES, ¿sabe que su Biblioteca de Mujeres está a punto de cerrar por falta de apoyo institucional?
-Pues tienen que luchar por ello, no se puede dejar morir esa
institución. Es que la situación económica es fatal en el mundo entero,
por lo que veo en los periódicos, por malos manejos monetarios de
millones y millones, por corrupción... El dinero está muy mal repartido.
Igual por lo que deja de recibir IPES hay alguna cuenta flotante por
ahí (ríe con tristeza). Yo no sé nada de economía, pero me quedo muerta
cuando veo la de millones que tienen algunos.
Como etnóloga ha asesorado en Cuba a cineastas, profesionales del teatro, ¿qué le han aportado esas colaboraciones?
-Me han aportado conocimiento. Yo siempre voy en busca del
conocimiento. Empecé a interesarme por el mundo de la religiosidad
popular y a desarrollar trabajos sobre ello, y desde esos conocimientos
he asesorado a grandes directores de cine, en películas como Fresa y chocolate, La última cena
también de Gutiérrez Alea, asesoré a Pineda Barnet, Manuel Octavio
Gómez... porque en ese momento nadie hablaba de la religiosidad popular.
Y ellos me decían: “ay, Natalia, explícame qué es esto”. Porque no
había nada para leer sobre la religiosidad, y necesitaban conocimientos a
la hora de convertir personajes de películas o del teatro en Oshun (la
Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, en la santería) o en
Changó (orisha de la religión yoruba, que en la santería sincretiza con
San Marcos y Santa Bárbara), para caracterizarlos... Así que empecé a
redactar explicaciones sobre este tema y todo terminó en un libro, Los Orishas en Cuba,
que salió en pleno momento en que la religión estaba en el submundo. A
partir de ahí vinieron más de 30 publicaciones, muchas conferencias que
he dado con músicos, cineastas, directores de teatro...
¿Qué hay de África en Cuba, en los cubanos?
-Mucho. Todas las bases de la religión popular son africanas,
vienen del triángulo Congo-Angola-Zaire, de donde llegaron los primeros
esclavos a Cuba. Y toda la base de la música, de la gestualidad del
cubano, tienen mucho que ver con África y también con Andalucía.
Ahora está estudiando Haití desde la antropología...
-Sí, me parece tan interesante la mezcla que hay en su cultura.... Proyectos tengo miles...
No pierde el tiempo.
-No, yo no he perdido el tiempo, ni siquiera en momentos muy
difíciles que he pasado, desde el punto de vista espiritual o personal.
Con un pasado tan pleno, ¿cómo sienta llegar a los 80 años y mirar atrás?
-Ochenta años (piensa). Creo que dejo una obra muy importante
para mí. Bueno, mi principal obra son mis tres hijas y mis dos nietos;
pero la obra escrita, la obra que ha aprovechado casi Cuba entera, y ya
no Cuba, el mundo, porque hay santeros en Mongolia, en Dinamarca..., de
verdad que me hace sentirme muy satisfecha. No me siento traumatizada en
ninguna forma. El estrés que todo el mundo vive a mí no me toca. ¿Por
qué? Porque trato de buscar derroteros siempre. Leo mucho, pinto,
cocino, hago de lo que tengo que hacer. A mí no me frena una situación
laboral ni una situación de incomprensión. Los sufrimientos siempre los
convierto en algo que vuelve a alimentar mi vida.
¿Y cómo definiría la importancia que han tenido en esa existencia tan intensa la cultura y el arte?, ¿qué le han aportado?
-La vida. Y el amor a la tierra. Y fuerza para tratar, como
dicen los indígenas, de ser mejor. Hacer análisis todos los días de qué
me ha pasado y cómo puedo superar eso. La cultura y el arte me han dado
espíritu de superación para tener control de mi carácter, que es muy
explosivo. Y así voy aprendiendo. He sido arrestada, torturada, he
vivido en clandestinidad... pero no tengo nada de lo que arrepentirme.
La vida me ha dado mucho.
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