lunes, 14 de marzo de 2011

La historia se repite: pero ahora toca “ABRA-MACABRA” des-información sobre Libia.

La manipulación de la información no es una estrategia que nació con la llamada “Guerra Fría”, ya que fue, desde siglos pasados, piedra angular donde se limaba la opinión pública norteamericana para deslizar fácilmente la aceptación del establecimiento de la política exterior de dicho gobierno; tanto en su época de expansionismo con el destierro de tribus aborígenes, el robo de los terrenos de México y la ejecución de invasiones militares, como con la implementación de la misma “Guerra Fría”.

Con los objetivos puestos en detener las ansias coloniales de las potencias de entonces (España, Francia, Inglaterra, incluso Bélgica), ya comenzaron los pronunciamientos para apoderarse de nuevas tierras del sur del Continente. John Adams le escribió a Robert R. Livingstone, en 1783: “las isla del Caribe constituían un apéndice natural del continente americano y que era casi imposible resistirse a la convicción de que la anexión de Cuba a la República Federal era indispensable para la constitución de la Unión y el mantenimiento de su integridad”.

En el año 1889, en la búsqueda de crear en la población norteamericana una apatía con cierta carga de responsabilidad política, pero dotada de alto grado de discriminación racial hacia los nacionales de Cuba, The Manufacturer, de Filadelfia, publicó un el artículo “¿Queremos a Cuba?” en el cual caracterizaba al cubano como incapaz de crear una sociedad y de sostenerse a sí mismo, siendo Cuba un país que de esta forma se inclinaba a ser un peligro para la “angelical nación” norteamericana en el futuro. El periódico The Evening Post se hizo eco del artículo, exponiendo la opinión de los que ejercían el poder en los Estados Unidos. Aunque el apóstol José Martí dio respuesta contundente en una carta que se publicó con el título “Vindicación de Cuba”.

Éstas como otras tantas se convirtieron en más justificaciones de anexión que dieron al traste, un siglo después, a su intervención en el conflicto hispano-cubano y medio siglo de ignominias y gobiernos títeres en la Isla; amén de todo un derroche de agresiones y un férreo bloqueo económico que existe en la actualidad, sólo para derrocar una Revolución hecha por el pueblo.
Así también se presentaron las ambiciosas esperanzas de dominar la iniciativa de construcción de una vía comunicacional entre el Océano Atlántico con el Pacífico, como el construido en Panamá; dicha iniciativa de construcción había sido planteada por Simón Bolívar en el Congreso de Angustura.

Pero la comunicación interoceánica tomo fuerza con la presidencia de Theodore Roosevelt (1901) y puso en movimiento sus fichas hegemónicas. Todas las tretas urdidas terminaron en la intervención de este país en Panamá y el establecimiento de un acuerdo (el tratado de Hay-Bunau-Varilla), a costa de una titulada “independencia” en 1903, donde el imperio se hizo cargo de una gran brecha del canal del Istmo hasta la firma del Tratado Torrijos-Carter (1977), el cual devolvió a Panamá el control total del canal.

Pero no conforme Estados Unidos, años después involucró al presidente Manuel Antonio Noriega Moreno, formado en la famosa Escuela de las Américas, en las acostumbradas operaciones sombrías del norte y cuando el momento lo requirió dio dos disparos de un solo viaje: Invadió Panamá (1989), llevando a Noriega a juicio por “tráfico de drogas” (ya que no era más útil a la CIA) y al mismo tiempo dejó caer un mensaje de poderío militar cercano a la Revolución Sandinista, la cual estaba presta a elecciones en meses posteriores.

Ejemplos de otras intervenciones norteamericanas escudadas en excusas y con la participación de la manipulación desinformativa hay en casi todos los países de Latinoamérica:

En 1953, bajo la excusa de que Guatemala estaba en peligro de caer en manos soviéticas, preparó a través de la CIA el golpe de estado al presidente democrático Jacobo Albenz; pero la realidad era para asegurar las inversiones norteamericanas en eses país, como la United Fruit Company, y evitar que otros gobiernos de la región se contagiaran con pasos de transformación social. Demás está decir que la intervención dio paso a 40 años de escuadrones de la muerte, torturas, desapariciones y ejecuciones masivas.

El presidente de Brasil Joao Goulart fue derrocado por un golpe de estado en 1964, con la escurridiza participación de la CIA, también culpado de crímenes y demonizado por la prensa imperial y capitalista; pero la razón principal era porque este país no se dejó imponer condiciones y no rompió sus relaciones con Cuba (que ya había triunfado la Revolución rebelde en 1959). Por tanto, era otro ejemplo peligroso necesario a eliminar. Una vez impuesta la bota imperial sobre Brasil, éste rompió relaciones con Cuba y fue aceptado como un “aliado” especial de Washington.

El gobierno de John F. Kennedy quiso utilizar el mandato de Juan Bosch, de la República Dominicana, como intento de objeto para ridiculizar al Comandante Fidel Castro, el cual había planteado que Estados Unidos sólo apoyaba dictaduras militares. Sin embargo, cuando el mandatario dominicano comenzó con reformas y cambios como reforma agraria y nacionalizaciones, objetivos alejados de los intereses imperiales, también fue víctima de una trama “interna” que lo llevó obligadamente al exilio en 1966. Meses después, cuando un levantamiento popular intenta restablecer a Bosch, las botas militares del ejército norteamericano entraron en territorio dominicano para sofocar tal deseo.

Desde 1964 hasta 1973, el gobierno de Salvador Allende, en Chile, se había convertido en una inmensa molestia para el gobierno norteamericano. Amén de las diferentes intentonas de desestabilización al mismo y no lograrlo, quedó el último recurso arduo para la “luchadora por la democracia” (CIA): el asesinato. La culpa de Allende era su posición marxista, apegado al cumplimiento de la Constitución y con gran vínculo popular. Pero la propaganda era que el comunismo gobierna aterrorizando jactanciosamente a la población y lavaba el cerebro, por tanto, había que salvar la democracia de Chile. Dicha democracia norte-americana dio a luz más de tres mil ejecuciones, miles torturadas, cientos de desaparecidos y un gobierno bajo el mando del “angelical” asesino de Augusto Pinochet, muy abrazado y aplaudido por los Estados Unidos.
El próximo turno latinoamericano correspondió a Granada, en 1983, la cual la prensa satanizó como la posible segunda Revolución cubana o de la posible ocupación de la pequeña Isla por Cuba, cuando realmente nuestro país prestaba un servicio solidario con trabajadores en la construcción de un aeropuerto internacional. Pero el juego de des-información estaba en práctica, y en el mismo se aplicaban cantidades de sucias argucias.

Teniendo en cuenta los conflictos internos en el gobierno granadino, que terminaron con el asesinato de Maurice Bishop, presidente de ese país, el imperio aprovechó la oportunidad para la ocupación militar con la aerotransportada 72 y el 1er y 2do batallón de Rangers, entre otros. En el circo propagandístico para justificar la invasión, las declaraciones de Ronald Reagan fueron: “Llegamos apenas a tiempo para evitar la ocupación de Granada por los cubanos”… ¡Vaya burdo montaje y aparataje militar para enfrentar a simples trabajadores cubanos!

Pero el interés era sembrar una fuerza militar frente a las costas de Venezuela, país con grandes recursos petrolíferos.

Haití, la tierra más expoliada y explotada colonialmente del mundo también entró en la agenda de la CIA con el apoyo a la dictadura de Duvalier por treinta largos años, asesorando escuadrones de la muerte y condicionando el tráfico de drogas. Pero cuando Jean-Bertrand Aristide cambió ese panorama, el golpe militar al mismo se comenzó a fraguar desde el norte brutal, el cual se realizó en 1991. Debido a las declaraciones acusatorias contra los antecedentes de Duvalier y el rechazo al golpe de estado, la administración de Clinton se vio forzada a darle un pretendido apoyo a Aristide y forzar a su restauración bajo condiciones.

Pero en el mundo del poder hegemónico de la fuerza, no sólo Estados Unidos acopló el manejo de la información a sus intereses, ya que puede ser que la Alemania nazi, haya aprendido de la hipocresía gubernamental norteamericana.

Bajo el mandato de Adolf Hitler, y en su práctica de guerra de exterminio, se apoyó en la satanización del gobernante Stalin para reorientar favorablemente la opinión de alemanes, aliados al eje y hasta de ciudadanos procedentes de los países invadidos por Alemania. Con la excusa de «defender la civilización occidental contra el bolchevismo de subhumanos», por las marcadas “atrocidades” del líder de la otrora Unión Soviética, se llevó a cabo la expansión del dominio del tercer Reich.

Sin embargo, la manipulación surtió su efecto, la cual llevó a muchos ucranianos, bálticos y soviéticos “desilusionados” a alistarse a las divisiones de la Waffen-SS y combatir al lado de las tropas alemanas.

En esa época, el gobierno de Estados Unidos, viéndose económicamente y militarmente como centro de poder, se alió con Francia y Gran Bretaña, aceptando la entrada de la Unión Soviética al pacto para combatir al ejército nazi. Pero para alcanzar esa “alianza” con el ejército soviético, lo primero que el gobierno de Estados Unidos puso en práctica fue una ardua campaña propagandística dentro de su propio territorio, la cual fuera favorable a la figura de Jossif Vissarionovich Stalin.

El gobierno norteamericano para lograr el alistamiento al ejército de jóvenes de su población, los manipuló con las ideas de “América te necesita”. El General del Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos, Smedley Butler, dio a conocer en su libro “War is a racket” (1935) todo el manejo y endulzamiento con el cual se llevó a Estados Unidos a la guerra:

“En la Primera Guerra Mundial, se utilizó la propaganda para que los jóvenes acepten la conscripción. Se les hace sentir vergüenza si no se unían al ejército.

“Tan viciosa esta propaganda de guerra que hasta Dios fue presentado en ella. Con pocas excepciones, nuestros sacerdotes se unieron en el clamor de matar, matar, matar. “Para matar a los alemanes. Dios está de nuestro lado. . . es su voluntad que los alemanes sean asesinados.

“Y en Alemania, los buenos pastores exhortaron a los alemanes a matar a los aliados. . . para favorecer el mismo Dios. Esa fue una parte de la propaganda en general, construida para hacer consciente la guerra popular y consciente el asesinato.

“Hermosos ideales fueron pintados por nuestros muchachos que fueron enviados a morir. Esta fue la "guerra para acabar todas las guerras." Esta fue la "guerra para hacer al mundo seguro para la democracia".”_ (¿Terminaron las guerras promovidas por Estados Unidos?)

Una vez lograda la rendición del ejército alemán y la amenaza nazi eliminada, la cacería de los oficiales del alto mando alemán se emprendió con una campaña publicitaria a nivel mundial; aunque por detrás del telón el gobierno norteamericano refugió bajo nuevas identidades a muchos de estos oficiales que formaron parte en la campaña antisoviética. Entonces, era la hora de la cruzada contra Stalin, el sistema socialista soviético y su influencia en la Europa occidental, manifiesto sombrío y cauteloso incorporado en el famoso Plan Marshall (o más bien llamado European Recovery Program o ERP, por sus siglas en inglés).

La “Guerra Fría” concebía la convención de todos los frentes ideológicos de batalla, tanto los de derecha, centro izquierda, como los de izquierda no comunistas contra el frente comunista de la Unión Soviética, pero sin declarar abiertamente un intencionado enfrentamiento a este último y su cultura; sino que dejaba en sí la puerta abierta, principalmente a los intelectuales europeos, a la “libre” expresión de sus manifestaciones; aunque siempre dicha libertad estuviera tensada por un finísimo hilo conductual de intereses.

La política de norteamericana en aquel entonces era corregir la opinión europea sobre Estados Unidos y su “in”-cultura; además, que la misma sobredimensionara los “beneficios” de inclinarse hacia la americanización de la democracia en el continente Europeo. Por supuesto la CIA fue un artífice donde nacieron las maquinaciones estratégicas de ideologización y los fondos de financiación a través de empresas tapaderas.

Sin embargo, esto demostraba que la América Latina no había sido el único escenario a los ensayos militares intervencionistas y de hegemónica conducta injerencista de los Estados Unidos. Otros continentes también han servido de laboratorio, donde países como Italia, Grecia (2 ocasiones), Filipinas, Albania, Alemania, Irán, Indonesia, Vietnam, Corea del Sur, Camboya, el Congo (Zaire), Irak, Afganistán, Yugoslavia y Libia (década de los 80s, con el asesinato de la hija de Gaddafi en un bombardeo autorizado por Reagan, sin haber declaración previa de guerra) han sido intervenidos y difamados bajo el golpe directo de la desinformación a la opinión pública.

El propio General del Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos, Smedley Butler dice en su libro la Diplomacia de Cañonero de su propio gobierno:

“He servido durante 30 años y cuatro meses en las unidades más combativas de las fuerzas armadas estadounidenses: en la Infantería de Marina. Tengo el sentimiento de haber actuado durante todo ese tiempo de bandido altamente calificado al servicio de los grandes negocios del Wall Street y sus banqueros.

Nos ha ido bastante bien con Luisiana, Florida, Texas ,Hawái y California y el Tío Sam puede tragarse a México y Centroamérica, con Cuba y las islas de las Indias Occidentales, por vía de postres y sin intoxicarse".

En una palabra, he sido un pandillero al servicio del capitalismo. De tal manera, en 1914 afirmé la seguridad de los intereses petroleros en México, Tampico en particular. Contribuí a transformar a Cuba en un país donde la gente del National City Bank podía birlar tranquilamente los beneficios. Participé en la "limpieza" de Nicaragua, de 1902 a 1912, por cuenta de la firma bancaria internacional Brown Brothers Harriman. En 1916, por cuenta de los grandes azucareros estadounidenses, aporté a la República Dominicana la "civilización". En 1923 "enderecé" los asuntos en Honduras en interés de las compañías fruteras estadounidenses. En 1927, en China, afiancé los intereses de la Standard Oil.

Fui premiado con honores, medallas y ascensos. Pero cuando miro hacia atrás considero que podría haber dado algunas sugerencias a Al Capone. Él, como gánster, operó en tres distritos de una ciudad. Yo, como marine, operé en tres continentes. El problema es que cuando el dólar estadounidense gana apenas el 6 por ciento, aquí se ponen impacientes y van al extranjero para ganarse el ciento por ciento. La bandera sigue al dólar y los soldados siguen a la bandera.”

Hoy en día, Estados Unidos, como otras potencias con expedientes colonialistas, impone en sus agendas de supervivencias el dominio de los recursos, aun cuando esto vaya a expensas de la vida de otros pueblos.

La crisis económica también tiene su reflejo en la crisis energética. El capitalismo, promotor de los ciclos sistémicos de trance y aprieto a nivel mundial, necesita mantenerse en el banquillo del poder y armarse, de cualquier forma posible, con el cetro que sella autoritariamente cualquiera de sus mandatos y exigencias.

Con cada crisis el imperialismo yanqui, como líder del salvaje capitalismo, pierde credibilidad en su gestión auto declarada de gendarme del mundo, endiosada idea que se ha adherido en tejido de dicha sociedad motivada por la diaria praxis de los gobiernos de Estados Unidos, sembrado sutilmente en la opinión mundial; por lo tanto, ha de hacerse algo para recuperar la “confianza” tanto interna como externa, lo cual implica el cavilar alguna estratagema para alcanzar los objetivos: el cambio de opinión y, por ende, el afianzarse por cualquier medio sobre el trono.

Para esto, independientemente de las acciones beligerantes que llevan a cabo, tiene otra vertiente que encierra el trabajo psicológico de la población inculta o confusa, disponiendo de la sutileza de la manipulación, haciendo uso de la información según los intereses del momento, aunque esto enlace la tergiversación y/o el engaño.

Ahora se impone un nuevo toque mágico que alimente la industria bélica, el consumismo y el despilfarro del primer mundo, dando la oportunidad a que la fuerza brutal y despiadada se adueñe de los recursos ajenos: “Abra macabra”, desinformemos sobre Libia.

Muchos sitios y medios de la prensa capitalista han puesto sus trampas en sus artículos noticiosos o de opinión con referencia a Libia y su mandatario Gaddafi.

En mi valoración personal sobre el caso y sin perder la memoria de quién es verdaderamente el enemigo en este conflicto que se presenta en Libia, después de ver los sufrimientos que afligen al mundo, de una lectura minuciosa de varias reflexiones del compañero Fidel Castro y de leer el artículo de Luis Britto García, publicado en varios sitios (incluso Cubadebate), repito mis palabras, reproducidas en el sitio web de la Brigada Vallesana Simón Bolívar:
“No hay nada más certero que los refranes que nacen en la sabia popular. Por algo existen y perseveran en el tiempo. Todos vamos a ellos porque son aplicables en los contextos del tiempo infinito.... y en lo más profundo, no dicen más que la verdad. Buen artículo de Britto... lo que me lleva a la convicción de que prefiero adherirme a las palabras de Fidel y Chávez, que llevarme por la precipitación y convertirme en acérrimo verdugo del <> patíbulo condenatorio al presidente libio.

“Sin que esto me muestre como simpatizante de sus errores ni tampoco adulador a los méritos que una vez alcanzó con hechos tiempo atrás; prefiero centrarme en un enemigo mayor, que es el enemigo de los pueblos del mundo: el gobierno de los Estados Unidos con sus maquiavélicas intervenciones; y luchar por quitarle esas ínfulas de señor, gendarme y juez del universo terrenal con las que actúa siempre ... creo que si las revueltas contra el presidente libio fueran sinceras, bañadas en un sentimiento de beneficio popular para Libia y con el objetivo de derrocar tiranías, se están equivocando de lleno quienes desde la oposición se están aliando al imperio y sus secuaces.

“Pero eso desea el imperio, demonizar por la prensa al presidente libio y que todos, desde cualquier podio ideológico, se pronuncien de esa misma manera para darle más leña al fuego que se prepara. Por tanto, invito a todos aquellos, de la izquierda constructora del socialismo, a que versen sus esfuerzos en no darle cabidas al imperialismo para que monte sus teatros, marañas, complots. A que sea el pueblo libio quien encuentre soluciones a sus problemas, sin que nadie venga a poner condiciones al juego y después se aproveche para sus monopólicos intereses.

“No permitamos otro golpe como el de Honduras, otra Palestina, otro Irak, otro Afganistán, que nacieron de una mesa de intereses desde el norte brutal. No es Obama ni Hillary Clinton quienes tienen que pronunciarse para resolver los conflictos de Túnez, Egipto, Libia y demás... ya que sería como hacerle el juego al imperio en sus creencias de jugar a Dios. Son los pueblos quienes deben pronunciarse por la búsqueda de una solución interna para salvaguardar la integridad de un pueblo en conflicto.”

A esto agrego:
No permitamos más intervenciones, no más guerras de rapiña, no más gobiernos coloniales auto titulados jueces del mundo.

Salvar a un pueblo a través de la paz, es salvarnos todos con dignidad y vergüenza.

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