Por Ana Laura Palomino García
El vocablo bloqueo es de una familiaridad increíble para cualquier persona nacida en la Mayor de las Antillas. Tanto es así, que en ocasiones olvidamos, y me incluyo en esta parte, las verdaderas consecuencias de esta política absurda y lacerante.
Cada año, Cuba presenta en Naciones Unidas, un informe con los daños ocasionados por el bloqueo en disímiles esferas. Con cifras contundentes, el informe evidencia que mucho podríamos lograr dentro de la economía nacional sin el peso de estas sanciones, las cuales, durante los últimos años se han visto recrudecidas bajo el mandato del presidente Donald Trump.
Uno de los ejemplos que más duelen en este documento corresponde a la pérdida de una vida. El paciente JCHC, con número de historia clínica 68100309926 del Hospital Clínico Quirúrgico, no pudo rebasar una miocardiopatía espongiforme con insuficiencia cardiaca terminal, por no contar con el apoyo circulatorio del dispositivo IMPELLA, producido por la compañía estadounidense ABIOMED, el cual sirve para la asistencia circulatoria a pacientes en shock cardiogéncio e insuficiencia cardiaca terminal.
Cuba pidió a este consorcio, en reiteradas ocasiones, la compra del importante equipo, pero, a causa de las restricciones del bloqueo, los directivos ignoraron la petición del gobierno cubano.
Por si fuera poco, nuestro país ha tenido que soportar ser tildado de terrorista y violar los derechos humanos, cuando las leyes absurdas de Estados Unidos atentan contra el principio más sagrado que debe existir: la vida.
Según el informe sobre la resolución 73/8 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, entre abril de 2018 y marzo del 2019, el daño en el sector de la salud ascendió a 104 millones 148 mil 178 dólares, cifra que supera en 6 millones 123 mil 498 dólares a la del año anterior.
Pero no es el área de la salud la única esfera afectada por el embargo.
El bloqueo continúa siendo el obstáculo fundamental para la implementación tanto del Plan de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, como de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. En el período analizado, los perjuicios ocasionados en los sectores de la producción y los servicios se cuantificaron en 79 millones de dólares, lo que representa un incremento del 28% en relación con la etapa anterior.
Otro de los sectores de vital importancia para la isla es el Turismo, área que también se encuentra perjudicada por las sanciones estadounidenses a nuestro país.
Por solo citar algunos ejemplos, la agencia de viajes Cubatur tuvo pérdidas de 497 mil 800 dólares y la empresa Havanatur enfrentó perjuicios por la negativa de bancos corresponsales de procesar pagos a clientes, el cierre de cuentas bancarias en terceros países, la retención de fondos y la cancelación de servicios de procesamiento de tarjetas de créditos.
Por otro lado, el transporte, tema candente de la actualidad nacional, agravado precisamente por el recrudecimiento de las medidas contra nuestro país, sufrió una pérdida superior a los 170 millones de dólares, lo que constituye un aumento de más de 69 millones con respecto al periodo anterior.
Los datos y cifras que sustentan la criminalidad de estas medidas siguen abarcando demasiadas cuartillas para plasmar en un solo trabajo. Sin embargo, estos pocos ejemplos reafirman la tesis de que sobre el bloqueo hay mucho que discutir.
Sí, es criminal y genocida. Sí, aunque nos suene a palabras repetidas hasta el cansancio, es el principal culpable de la situación de carencias y vicisitudes que enfrentamos en la actualidad.
A pesar de eso, parece que el final de esta historia está lejos de escribirse, pero lo que si podemos hacer es escuchar con atención cuando nos hablan de bloqueo y rezar porque el costo sea en dólares y no en vidas humanas.
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