Tomado del blog de la Asociación de Cubanos en Cataluña José Martí
“… el
patriotismo se detiene allí donde para salvar a la patria es necesario
deshonrarla” (1)
Por Gustavo de la Torre y Claudia González
La Revolución cubana de enero de 1959 fue un
paso agigantado por su radicalidad política, económica, social y cultural; por
cambiar el panorama desolador de Cuba como país dependiente y colonizado, despojando
a la burguesía nacional y extranjera de todo el poder para traspasarlo a manos
del pueblo de Cuba.
"La Revolución empieza ahora; la
Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena
de peligros", expresó el Comandante Fidel Castro Ruz en el parque Céspedes,
Santiago de Cuba (2).
El imperialismo no se quedó pasivo frente a tal hazaña. Cuba lleva ya 6 décadas de duro bregar frente al amplísimo expediente de agresiones y violencia que se despliega en su contra.
Sin embargo, llevar adelante la Revolución
como gran empresa liberadora requirió de acciones más que de palabras. Para construir una Revolución de Liberación Nacional, fue
necesario desmoronar la “cultura” de la dependencia, subordinación y del
sometimiento; se tuvieron que romper los eslabones de la cadena que dictan los paradigmas de intolerancia del modelo de
sociedad capitalista: enajenación, aislamiento, individualismo,
inestabilidad, inconstancia, hipocresía, despojo de derechos, discriminación,
represión, etc. Fue necesario proponernos la formación de nuevos valores, educar
a todo un pueblo para ser revolucionario como forma de vida y dar paso al
“hombre nuevo”.
Tomando en cuenta la experiencia acumulada
hasta hoy nos preguntamos, ¿es fácil ser revolucionario? Dejamos claro que es
una pregunta retórica. Formar revolucionarios no es fomentar el
"revolucionarismo": tendencia actual que diluye en amalgama de
derretidos colores el concepto en sí mismo.
Lamentablemente, muy a pesar de los grandísimos
esfuerzos de la Revolución cubana en la creación de ese "hombre
nuevo", todavía hay demasiado derroche de postureo, “valores de playa”, in-“consciencia”
consumista, trepismo político y el uso de frases cliché en discursos vaciados
de contenido revolucionario: males de la influencia exterior, la hegemonía
cultural capitalista, que ponen en peligro el futuro de la Patria.
¡Ojo!, para quien intente hacerse el
"listillo/a", tanto dentro como fuera de Cuba ser anticapitalista no
significa ser revolucionario/a y por eso es tan difícil.
Ser revolucionario no es el simple hecho de
levantar una bandera, crear una imagen de patriota, gritar consignas más
fuertes que los demás o exigir desde un espacio digital una sociedad más justa.
¡No! Es mucho más complejo. Máxime cuando el
imperialismo impone su filosofía de presión, tanto política, propagandística,
como económica; con el objetivo de promover el desaliento a través de duras
condiciones de carencias y necesidades materiales, de manipulaciones, promoción
de noticias falsas y la construcción de una “oposición” asalariada. El bloqueo
económico, financiero y comercial del imperialismo estadounidense pone a prueba
la dimensión de la rebeldía del pueblo cubano. Se hace difícil construir un
“hombre nuevo” cuando en este mundo globalizado a través de políticas
neoliberales y colonizadoras, la Revolución cubana exige un altísimo grado de
consciencia colectiva, de trabajo socialmente útil, de inteligencia, de
resiliencia, sin que ello conlleve el sacrificio de los logros alcanzados ni
hacer concesiones políticas. Debemos resistir y, sobre todo, mantener la integridad
moral.
Es tener consciencia de clase, voluntad de
aprendizaje y capacidad de debate. Exige, además, compromiso, altruismo,
responsabilidad, sacrificio, humanismo, sensibilidad, empatía, sinceridad, decoro.
Es asumir con humildad el conocimiento y el quehacer colectivo. Pues no se es
revolucionario de modo individual ni sin
constituir, al menos en parte, ejemplo de entrega al Pueblo. El Pueblo de
definición martiana que echa su suerte con el humilde por Todos y para el bien
de Todos.
“No se
puede, ni se debe, por consiguiente, desconocer la influencia o el papel
preponderante que la ética y la moral cumplen en lo que debiera ser una
verdadera revolución” (3).
No se puede olvidar que hay quienes, tras la
fachada de ser revolucionario/a con una conducta moral maquillada, han
terminado torciendo su camino y traicionando la confianza que se les depositó.
También hemos sufrido la experiencia de
convivir con autoproclamados/as a los cuatro vientos como "revolucionarios/as",
que se han prestado para crear entuertos y enfrentar o desacreditar a otros
colectivos y/o personas que forman parte del Nosotros. O han usado
convenientemente las redes sociales para escalar, irresponsablemente, sin
importarle en lo más mínimo que sus altaneras fanfarronadas de patrioterismo
facilitan una visibilidad mediática a traidores anexionistas que no poseían
repercusión alguna con anterioridad. Cuando “todo vale” a cambio de likes, se es
muchas cosas pero no revolucionario/a.
Cualquiera habla de Revolución refiriéndose a cualquier cosa,
pero el problema está en cuándo y cómo, eso que se llama Revolución, realmente
cambia paradigmas o solamente los maquilla (4).
¿Cómo construir, desarrollar o defender una
Revolución sin ética? No es posible. Podemos volver a las palabras del
Comandante Fidel Castro Ruz en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la
universidad, en noviembre de 2005: "(...) los valores éticos
son esenciales, sin valores éticos no hay valores revolucionarios" (5).
No pretendemos hacer una tesis al respecto,
simplemente damos por sentado que los valores están determinados por lo
afectivo, lo conductual y lo cognoscitivo, por el comportamiento dentro de un
colectivo al cual nos debemos sin renunciar a nuestra individualidad_ difícil
equilibrio. Es importante reforzar el proceso con la transmisión de
conocimientos, con el fortalecimiento y desarrollo de la capacidad de análisis
y juicio de los fenómenos sociales e históricos, con la asunción de una
ideología que, de nuevo, no se construye en solitario.
La única manera de formar valores sin
temporalidad y, en todo caso, con una radicalidad ejemplarizante, es mediante
la fortificación de las convicciones en postulados fundamentales como la
justicia, el humanismo, la solidaridad. Éstas son la base moral y cívica más
profunda que en ninguna circunstancia debemos sacrificar o traicionar. Las
convicciones se refuerzan con el conocimiento y la información actualizada. Nos
llevan a una praxis apoyada en una profunda valoración de los acontecimientos, a
una conducta firme frente a diversas situaciones o fenómenos: no hay espacio
para superficialidades, imprudencias o la irresponsabilidad; mucho menos para
individualismos o convenientes acomodos.
Por supuesto, en esto juega un gran papel la
acción educativa del entorno de convivencia social, téngase en alto grado lo
institucional y lo familiar. Cómo expresó el Comandante Fidel Castro Ruz en el
Congreso Pedagogía 2003, en el teatro "Karl Marx": "Y
las ideas nacen de la educación. Los valores fundamentales, entre ellos la
ética, se siembran a través de ella” (6).
Entonces, ¿es fácil tener una "ética
revolucionaria"? Primero hay que saber qué es la ética (difícil en sí) y
segundo, cómo encaja o se pone en práctica bajo los principios que debe tener
un/a revolucionario/a.
La tesis que plantea "Es fácil tener
ética revolucionaria", lejos de incentivar o invitar a la reflexión acerca
del duro, pero necesario, camino para asumirla en la construcción, desarrollo y
defensa de la Revolución; hace que se vea con simpleza, sin tomar en cuenta una
valoración más profunda del tema.
Además, si fuese tan "fácil", ya el
capitalismo se la hubiera adueñado totalmente para comercializarla como un
producto de consumo. Por supuesto que no es fácil, porque requiere entrega,
denuedo, tesón, honestidad y total desprendimiento por el bien de la comunidad
y de la humanidad. Y todo esto, en un entorno que no lo facilita ni lo felicita
(en la mayoría de las ocasiones).
La ética revolucionaria significa una plena intransigencia
e intolerancia con la injusticia social, una actitud de crítica y autocrítica
frente a conductas delictivas, las bajas pasiones y los flagelos corrosivos para
la moral humana; es fidelidad y lealtad a la causa de la Revolución, es ser
receptivo/a, amable, respetuoso/a y
saber enfrentar adecuadamente con firmeza cualquier tipo de humillación hacia
las personas, es ser un/a consecuente exponente predicando con el ejemplo. Es la
transformación gradual cualitativa humana dentro de la Revolución (7). Por
tanto, la ética revolucionaria supone un alto sentido de la dignidad humana.
Por fortuna para Cuba y muchos otros pueblos
del mundo, el imperialismo no ha podido derrocar el proceso socialista cubano.
La Revolución cubana se erige sobre gigantes y firmes principios éticos,
cristalizados en su propia historia de luchas de emancipación y un martirologio
que abonó su ideario fortalecido con los aportes de mujeres y hombres, quienes
bajo el indiscutible liderazgo de Fidel, la dirección del Partido Comunista de
Cuba y la amplísima cultura del pueblo cubano, da sobrados ejemplos de
solidaridad internacionalista, de cooperación para la paz mundial y de férrea
postura contra las injusticias que sufren los pueblos.
Sin embargo, la Revolución
cubana no está exenta de sufrir los embates del enemigo. Aunque esos
principios éticos le han dado la suficiente altura moral a Cuba, para enfrentar
a la embustera teoría imperialista de que Cuba es “terrorista”, un “fracaso” o
que está sola.
La ética revolucionaria cubana, la del
proceso socialista cubano (no hablamos de otras), ha convertido a Cuba en
referencia, en un bastión de moral en pie de lucha (8). Pero eso no quita que hay que ser responsables en la
labor que cada uno/a de nosotros/as lleva adelante, para que el imperialismo y
sus secuaces mercenarios no puedan ganar terreno.
Como expresara Fidel en su concepto de Revolución,
y con ello clarifica su tenaz defensa, ser revolucionario/a es no violar principios éticos (9).
(1)
“Cartas de José Martí”. La
Nación, 1885. O.C. 10:162
(2)
Fidel Castro Ruz. Parque
Céspedes, Santiago de Cuba, enero 1 de 1959.
(3) Homar Garcés: “Sin ética revolucionaria, ninguna revolución
florece”. https://www.alainet.org/es/articulo/203421
(4)
Fernando Buen Abad Domínguez. “Filosofía
de la Revolución. Ética del amor revolucionario”. La Jiribilla, diciembre 28 de
2020.
(5)
Fidel Castro Ruz. Aniversario
60 del ingreso de Fidel Castro a la Universidad, aula Magna de la Universidad
de La Habana, noviembre 17 de 2005.
(6)
Fidel Castro Ruz. Clausura
del Congreso de Pedagogía 2003, Teatro Karl Marx, febrero 7 de 2003.
(7)
Elena Díaz y Delia
Luisa López. “Ernesto Che Guevara: aspectos de su pensamiento ético”.
(8)
Fernando Buen Abad Domínguez. “Un bastión moral llamado
Cuba”, TeleSur,
febrero 21 de 2018.
(9)
Fidel Castro Ruz. Discurso
por el Día Internacional de los/las Trabajadores/as, en la Plaza de la
Revolución, en enero 1º de 2000.
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