Una semana en
 Gaza me ha permitido conocer de primera mano las atrocidades cometidas 
por el ejército israelí sobre la población civil. De todas ellas 
destacan las perpetradas sobre los niños. Estas son algunas de las que 
pude conocer gracias al trabajo del Centro Palestino por los Derechos 
Humanos. Son un ejemplo de lo que sucedió entre diciembre de 2008 y 
enero de 2009, fechas de la operación militar israelí conocida como 
Plomo Fundido.  
En enero de 
2009 a las cuatro de la tarde Amal Olaiwa, de 40 años, se encontraba en 
la cocina de su casa, un proyectil de artillería entra por la ventana de
 la habitación llega hasta la cocina, la decapita y asesina a cuatro de 
sus hijos  de 14, 13, 9 y 7 años. El día de Reyes de 2009, a las seis 
menos cuarto de la madrugada, un avión lanza una bomba sobre un edificio
 de siete viviendas en las cuales vivía toda la familia Al-Dayah, mueren
 22 miembros, incluidos doce niños, algunos de pocos meses. Solo se 
salvaron dos personas. El motivo del ataque es que había actividad 
militante armada palestina a cincuenta metros.   
El 16 de 
enero de 2009, Manal al-Batran, de 32 años, muere junto a cinco de sus 
hijos al explosionar un misil teledirigido que entró por la ventana de 
su vivienda, en el centro de la ciudad de Gaza. Los cuerpos de los niños
 de 3 y 6 años aparecieron en lo alto de un árbol debido a la onda 
expansiva. Su delito era ser la esposa e hijos de un líder de las 
brigadas de Al Qassam, el brazo armado de Hamas, quien en ese momento se
 encontraba en la vivienda y sobrevivió.  
Ese mismo 
día, a la 3 de la tarde, dos hermanos, de 16 y dos años y medio, estaban
 con su primo y su tía tomando el sol en la puerta de su casa. El padre,
 Salama Abu Eita, se encontraba a apenas diez metros, oye una explosión,
 se gira y encuentra los cuerpos destrozados de las cuatro personas.  
Fayed Salha 
trabajaba como guardia de seguridad para la UNRWA, la agencia de las 
Naciones Unidas para los refugiados palestinos. El nueve de enero, a las
 3 de la tarde, dos proyectiles explotaron en su casa, muere su mujer, 
cuatro de sus hijos y su cuñada. Debido al estado de los cuerpos, la 
identificación solo fue posible gracias a la ropa.   
El 5 de enero
 de 2009 un misil mata al marido de Abeer Hijji mientras toda la familia
 estaba en la casa, al este de ciudad de Gaza. Unos cuarenta soldados 
israelíes ocupan la vivienda y, entre risas, le obligan a meter el 
cuerpo de su marido en una habitación e irse con sus cinco hijos a otra.
 Instantes después los utilizan como escudos humanos para ocupar la casa
 de su cuñado a apenas unos metros. Encierran a todos los palestinos, 
treinta y cinco, en una habitación durante nueve horas sin agua ni 
comida. Después les ordenan que abandonen la vivienda y se vayan a 
Rafah, el punto más alejado de la franja de Gaza, a unos treinta 
kilómetros, en la frontera con Egipto. Mientras huyen andando los 
soldados les disparan, matan a una mujer y hieren a otras nueve 
personas, una de ellas la hija de Abeer Hijji, con dos años y medio, que
 ingresa muerta en el hospital. En el momento del ataque no había 
actividad armada palestina en el área.   
Soldados 
israelíes entran en la vivienda de la familia Farah al-Helu el 4 de 
enero de 2009, matan a un anciano de 62 años que les planta cara y 
ordenan al resto de la familia que salgan de la casa. Ante el temor de 
los civiles a resultar heridos por la violencia que se desarrolla en la 
calle, los soldados les responden que nadie les hará daño, aparentemente
 hablan con un walkie-talkie con las tropas del exterior y les dicen que
 estarán más seguros fuera. Salen los doce miembros de la familia, 
cuatro de ellos niños, y se dirigen hacia donde les indican los 
israelíes y, de repente, comienzan a dispararles matando a tres de 
ellos, incluida una niña de año y medio que no pudo ser atendida en el 
hospital porque la ambulancia que se dirigía a atenderla fue atacada 
también por las fuerzas de seguridad israelíes. Después de esto el padre
 de la niña es detenido sin cargos durante cinco días en una prisión 
israelí.  
A medianoche 
del 29 diciembre de 2008, mientras dormían, un avión ataca una mezquita.
 A tres metros estaba la casa de la familia Balousha, mueren cinco de 
ocho hermanas, la mayor de 18 años.
A las 3 y 
media de la madrugada del 6 de enero dos proyectiles procedentes de un 
tanque impactan en una casa del campo de refugiados Jabaliya, diez 
miembros de la familia Deeb mueren al instante, cinco de ellos eran 
niños. Nadie de la familia era activista armado palestino. A 200 metros 
había una escuela que utilizaba la UNRWA como refugio para los que 
debieron abandonar sus casas. La agencia de las Naciones Unidas dio a 
las autoridades israelíes las coordenadas de ubicación de toda su 
infraestructura, incluida esta escuela. A pesar de ello, mentras 
atacaban a la familia Deeb tres proyectiles cayeron en las inmediaciones
 de la escuela provocando 23 civiles muertos. Los israelíes argumentaron
 que había actividad militar dentro o cercana a la escuela, algo que 
negó la URNWA. Durante la operación militar fueron dañados 57 edificios 
de la UNRWA, incluida su sede central.
El 17 de 
enero de 2009, una familia es advertida por las fuerzas israelíes del 
peligro que corren sin permanecen en su vivienda. Se refugian en una 
escuela cercana y son atacados muriendo dos hermanos de 4 y 6 años.
El 5 de enero
 de 2009 la familia Abdul-Dayem celebraba un funeral en el norte de la 
franja de Gaza, en ese momento impacta un proyectil en la vivienda, 
mientras huían son de nuevo golpeados por dos proyectiles de tanque que 
llevan incorporadas unas mortíferas flechas de metal de unos cuatro 
centímetros con capacidad de perforar incluso los huesos, suelen 
alcanzar entre 5.000 y 8.000 flechas por proyectil y su radio de acción 
abarca 300 metros. Tres miembros de la familia, uno de ellos niño, 
mueren al instante por estas flechas, otros dos ingresan cadáveres al 
llegar al hospital.  
El personal 
médico fue atacado en diversas ocasiones mientras intentaba evacuar a 
los heridos. En una ocasión, mientras cargaban a un niño herido en una 
ambulancia, cae una bomba israelí y lo decapitó.
En los 23 días que duró la operación Plomo Fundido del ejército israelí contra la Franja de Gaza murieron 313 niños.
Hay pocas 
cosas peor que estos crímenes, pero quizás una de ellas sea la 
indiferencia con la que la comunidad internacional ha actuado y la 
impunidad que disfrutó y sigue disfrutando el ejército israelí y su 
gobierno para violar toda la legislación internacional. Además de la 
ayuda militar constante de Estados Unidos, los países de la UE también 
le venden armamento, un acuerdo comercial preferencial de la UE con 
Israel ayuda a su economía y otro acuerdo militar con la OTAN permite 
que los pilotos que realizaron estos bombardeos se entrenen en España. 
Pascual Serrano es periodista. Su último libro es "Contra la neutralidad. Tras los pasos de John Reed, Ryzard Kapuścińsky, Edgar Snow, Rodolfo Walsh y Robert Capa" . Editorial Península. Barcelona

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