Dos días ha durado el “famoso”
debate de la nación en el Estado Español, días 20 y 21 de este mes; siendo el
primero en este mandato de Mariano Rajoy como presidente y con una mayoría de
escaños a favor del Partido Popular.
Todas las fuerzas políticas
presentes vertieron sus opiniones en el podio del Parlamento Nacional y donde
primó, fundamentalmente, el enfrentamiento entre los políticos de las
diferentes nominaciones.
El presidente Mariano Rajoy muy
centrado en exponer la situación imperante y declarando que la situación es
tensa, ahogó a todos en el Parlamento y la teleaudiencia que sintonizó el
Debate, con datos económicos, los cuales daban la apariencia de estar todo
dispuesto para lanzarse a sí mismo flores sin necesitar abuela.
Para rematar su arrogante autocomplacencia
de “superman ibérico”, dictó un conjunto de medidas de "segunda
generación de reformas que sean útiles" (como les llamó), dirigidas a incentivar
PYMES, a quienes se arriesguen en inversiones y los minijobs para jóvenes… y la
mula dejó de parir. A Rajoy se le pasó o intencionalmente omitió expresarse
sobre cómo revertir la depauperada economía y de darle respuestas a los
principales problemas que tensan la vida social y se vivencian en las miles de
manifestaciones en todas las autonomías; no se expresó sobre el poner coto
decisivo a los casos de corrupción (incluyendo lo de su propio partido, aunque
“aún nadie haya sido sancionado”), rendirle menos complacencia a las exigencias
del exterior para identificarse más con los reclamos de la sociedad ni tampoco
emitió palabra sobre salvaguardar a las personas frente al descarado expolio
que ejercen los bancos.
No hubo ni tan siquiera amago
sobre el tema sanidad y educación públicas, ni proteger a los trabajadores del
oportunismo empresarial (evitando el fácil despido, bajadas de salarios, ERES
excusados en supuestas bajadas de ventas, presiones de jubilaciones anticipadas,
etc.); tampoco de adecuaciones de impuestos a las mayores renta, ni la
eliminación de los salarios vitalicios a políticos (que bastante gastos
generan).
En conclusiones, con los
problemas del pueblo ¡Nada!, con los reclamos de los empresarios y mercados
¡Todo! Y a los jóvenes, simples chuches bien azucarados para dormirlos en el
metro.
Terminó su disertación de
evasivas y aplausos aduladores de su partido y a partir de este momento, se
puede decir que comenzó la fiesta. Un recital de intervenciones que no
descansaron de acribillar la gestión del PP en el gobierno y centralizaron el
fuego en la puja por la dimisión de Rajoy.
Y razones no les faltaron.
Pero, independientemente que el
Debate se volvió, más en un concierto de dimite-que-eres-malo y un no-dimito-porque-me-creo-bueno
o ahora-la-has-cagado y tú-lo-hiciste-primero-que-yo, lo más irónico está en la
actitud de la prensa, la cual se desgastó en preguntas de globos.
¿Quién ganó? ¿Quién cree ha sido
el que salió más fortalecido? De la batería de preguntas realizada por la
prensa, éstas han sido dos de ellas, las cuales me llama mucho la atención.
Creo que el Debate no debería ser para fortalecer posiciones, buscar
zancadillas a la oposición, levantar obstáculos para que el resto de las
denominaciones políticas no puedan sobrepasar barreras determinadas, y un largo
etc.
Lo primordial no es quién o no
está más fortalecido de las fuerzas políticas en este “pluripartidismo” de
dueto; sino que lo cardinal ahora es la
búsqueda de estrategias que restablezcan el bienestar social y se acabe de
imponer justicia.
Y si en lo único que Rajoy tiene
razón y la única verdad expresada en toda su puñetera vida, es que “sí hay vida
después de la crisis”; aunque no por el camino elegido por su partido y por él,
donde la mentira, el engaño, la falsedad y el privilegio a los centros de poder
económicos, sólo los seguirá llevando al rotundo rechazo social y finalmente al
fracaso.
Hasta el momento, la respuesta a la pregunta de la prensa de…
¿Quién ganó?... pues ¡Los ricos!
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