Por Edmundo García.
A veces creo que estas llamadas organizaciones políticas de Miami, 
que reciben enormes cantidades del dinero federal norteamericano, que 
además proviene del bolsillo de unos contribuyentes que ni se enteran en
 qué lo derrochan, en lugar de comportarse como lo que dicen que son se 
desempeñan más bien como agencias funerarias.
Y es que para vivir de la mentira, para no tener que trabajar y 
seguir viajando en primera clase lo mismo a Praga que a París, a 
Varsovia que a New York, para hospedarse en hoteles de lujo y tener a la
 familia y los amigos en la plantilla o la nómina, para todo esto y más,
 esta gente necesita la muerte. Les hace falta que alguien muera para 
llenar así la falta de proyecto político y conseguir mártires que ese 
gastado sector de Miami no está dispuesto a aportar. Tener una muerte a 
mano periódicamente les permite renovar sus embustes, justificar ante 
los tontos la ausencia de logros políticos. Como las auras, cuando se 
les ve revolotear es que han detectado que algo está a punto de morir o 
descomponiéndose.
Una organización como el Directorio Democrático Cubano de Orlando 
Gutiérrez Boronat, Janisset Rivero y familia, debería llamarse mejor 
Funeraria Rivero y Gutiérrez o Memorial Janisset, Orlando y Hermanos 
Antúnez. Esta organización muy en particular tiene un nefasto historial 
de amor por la muerte; en contubernio con la complicidad y la falta de 
ética de los medios de comunicación de Miami, de emisoras como Radio 
Mambí y Radio Martí, de cadenas como Univisión y Telemundo, de 
periodistas como Juan Manuel Cao de América Tevé y Juan Tamayo de El 
Nuevo Herald, del Diario Las Américas, Mega Tevé, Telemiami, Mundo Fox, 
etc. Yo no puedo demostrarlo pero he llegado a la conclusión de que hay 
algunos periodistas recibiendo dinero por enfatizar este tipo de basura,
 por divulgar y complacerse en la muerte y por crear estas olas de 
opinión.
Pues esta organización llamada Directorio o esta funeraria insaciable
 de Orlandito Gutiérrez Boronat y Janisset Rivero, que son los esposos 
que reciben y fiscalizan el dinero, a cada rato encarga un poco de dolor
 en Cuba. Mandan a buscar sus muertos que encuentran siempre entre los 
sectores más humildes de la isla, en los sectores más ingenuos, en las 
personas más fáciles de manipular. Si tienen antecedentes penales mejor,
 si han estado o están en la cárcel pues entonces perfecto, y les 
fabrican desde Miami una razón para que se declaren en huelga de hambre.
 Desde una oficina o una cafetería en la calle 8 les sugieren dejar de 
consumir agua y alimentos a sus víctimas en Holguín, La Habana, Santa 
Clara o Placetas. Fíjense en esta escalera: los más descarados dan 
cuerda desde Miami, fuera de peligro; los más camajanes como Elizardo 
Sánchez no hacen huelgas de hambre; los más pícaros como Martha Beatriz 
Roque y el Coco Fariñas entran y salen ilesos de sus llamados ayunos 
auxiliados por nutritivos aguacates, y solo los más ingenuos como 
Orlando Zapata Tamayo o Wilman Villar Mendoza son los que se mueren. Los
 funerarios de todo este negocio del llamado anticastrismo de Miami 
siempre están a flote.
Después tienen el descaro, porque son altamente descarados y 
cobardes, de presentarse en la televisión de Miami a decir que están en 
contra de las huelgas de hambre; que no las recomiendan, que son 
riesgosas. Lo dicen directamente capataces como Orlandito o Janisset o 
mandan a subordinados como Berta Antúnez a decirlo. Todo para limpiarse y
 para que la culpa no les atormente demasiado.
Su hipocresía está demostrada. Hay una grabación, de cuando Orlando 
Zapata Tamayo estaba grave en el Hospital Hermanos Ameijeiras, en la que
 se escucha a Janisset Rivero decirle telefónicamente a un tal Juan 
Carlos González, que era como su vocero en Cuba, que Reina Luisa Tamayo 
debía olvidarse del hijo y cumplir con una conferencia de prensa para 
atacar a Cuba que le habían coordinado. Ellos se cebaron con la muerte 
de Orlando Zapata Tamayo, que en resumidas cuentas no era preso político
 pues había entrado en la cárcel por delitos comunes; pero que allá 
dentro, por mediación de Martha Beatriz Roque y todos estos farsantes 
que por tal de conseguir dólares de Estados Unidos se prestan a todo, 
fue manipulado y lo instrumentaron para que se metiera en una huelga de 
hambre que se le complica y termina en la muerte.
En estos días tenemos otro capítulo de esta historia, solo que ahora 
el manipulado y candidato a víctima se nombra Luis Enrique Santos 
Caballero. Igual de humilde como Zapata Tamayo, igual de manipulable y 
también ajeno al movimiento disidente. Siguiendo el libreto la prensa de
 Miami ha entrado en función y para no perder la costumbre Juan Tamayo 
ha sobresalido en El Nuevo Herald desde el 11 de junio con un artículo 
agorero de muerte titulado “Empeora salud de disidente cubano en huelga 
de hambre”. Santos Caballero, de 46 años, de quien dicen que le falta un
 riñón y padece de hipertensión, supuestamente empezó una huelga de 
hambre el 24 de mayo en pleno parque Vidal de Santa Clara y con gran 
irresponsabilidad un grupo de personas se lo llevó a Placetas para 
seguir el show desde allí. No causa sorpresa que el líder de ese grupo 
sea Jorge Luis García Pérez Antúnez, hermano de Berta Antúnez, residente
 en Miami y subordinada de Orlando Gutiérrez Boronat y Janisset Rivero 
en la organización contrarrevolucionaria Directorio Democrático Cubano.
La historia que cuentan como real es que este hombre está en una 
huelga de hambre reclamando una vivienda. Dicen que el estado no le da 
una casa. Dan siempre partes dramáticos que aseguran que se desmaya, que
 tiene diabetes, algunos acompañantes entran en aparentes estados de 
histeria y lo cargan en manos por callejones secundarios de Placetas 
intentando chantajear a las autoridades cubanas en videos que luego 
envían a Miami para que se pasen en los canales locales y se pongan en 
youtube. Políticamente esta huelga es algo que no tiene seriedad. 
Cualquiera padece una enfermedad y no por eso hace una huelga de hambre 
para luego amenazar al gobierno de un país con que no la abandonaría si 
no le entregan una casa. Una casa que Santos Caballero había ocupado 
ilegalmente y que en cualquier lugar del mundo un sheriff, un alguacil o
 un representante de las inmobiliarias le hubiera exigido abandonarla. 
Con uso de la fuerza si hiciera falta, cosa que no sucede en Cuba ni 
sucedió en el caso de Santos Caballero.
Por otra parte es la primera vez que escucho este nombre y estoy 
seguro que también los oyentes y los lectores de la prensa de Miami. 
Este señor jamás salió a la palestra pública y viene a hacerlo ahora, en
 medio de los cambios y reformas en Cuba que han dejado a estas 
organizaciones sin argumentos.
Hay otro aspecto que están enfatizando y prometo que lo preguntaré en
 La Habana la semana próxima cuando vaya de visita a mis colegas allí. 
Ayer mismo estaban recalcando, para victimizar más al huelguista, que 
realmente el señor no quería casa y que se conformaba con un albergue. 
En Cuba hay personas respetables, que no andan montando espectáculos ni 
haciendo el juego a la contrarrevolución y tienen problemas reales de 
vivienda; trabajadores honestos que viven en casas deterioradas por el 
tiempo o por fenómenos naturales, es algo que ha reconocido la prensa 
cubana que maneja números ciertos y no chismecitos; y muchas de esas 
personas viven en albergues, sin lujos pero decentemente y bajo un 
techo. Y entonces están diciendo que a este señor Luis Enrique Santos 
Caballero no le quieran dar albergue, lo cual estoy seguro que es una 
soberana mentira. Estoy convencido de ello porque en Cuba, aunque se 
trate de una ocupación ilegal como en este caso, a nadie se le deja 
tirado en la calle. Sacarlo de la casa ocupada ilegalmente sí puede 
haber pasado, da igual que el infractor sea un disidente que un 
militante del partido, pero dejarlo en la calle no.
Yo estoy seguro que el albergue se lo ofrecieron, a lo mejor Santos 
Caballero hasta estuvo contento y a punto de mudarse pero llegó un 
cranque desde Miami para que no lo aceptara porque estos funerarios y 
mercaderes de la muerte lo que necesitan es eso: un muerto. Ojalá no 
haya ningún desenlace fatal; precisamente estoy alertando sobre todo 
esto para que los manipuladores que pueden evitarlo impidan que ocurra 
una tragedia de la que solo ellos serían culpables; como son culpables 
de la muerte de Orlando Zapata Tamayo y Wilman Villar Mendoza. Estoy 
cantando la jugada con tiempo, antes de que pase algo.
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