Por Iroel Sánchez
Muchas personas desconocen que en el período de 1921 a 1989 entre Cuba y Estados Unidos
 se tendieron siete cables telefónicos con el fin de propiciar las 
comunicaciones entre ambos países. Tampoco se ha divulgado en la gran 
prensa internacional que a partir de 1959 
las comunicaciones por cable fueron bloqueadas y no precisamente por el 
gobierno cubano, hasta el punto en que en 1986 se interrumpieron 
definitivamente.
En esa época comienzan a proliferar los 
cables de fibra óptica; pero a la mayor isla de las Antillas no le 
permiten conectarse con ninguno de las decenas de cables que pasan por 
sus alrededores.
En 1919, la Cuban Telephone y la American
 Telephone and Telegraph (AT&T), se asocian formalmente, a partes 
iguales, en la Cuban – American Telephone and Telegraph Company, una 
empresa cuyo principal objetivo declarado era establecer entre Cuba y 
los Estados Unidos un sistema de transmisión que permitiera 
interconectar las líneas telefónicas de larga distancia de los dos 
países.
Se colocaron tres cables entre La Habana y
 Cayo Hueso, con capacidad suficiente para transmitir simultáneamente un
 canal telefónico y al menos dos circuitos telegráficos dúplex. Esta 
labor demoró dos semanas y  se dio por concluida el 25 de febrero de 
1921. De los tres cables, el más corto tenía una longitud de 185,8 km, 
mientras que las longitudes de los cables situados al este y al oeste 
del mismo eran de 194,6 km y 193,4 km, respectivamente.
Al inaugurarse oficialmente el servicio 
telefónico entre Cuba y los Estados Unidos, el 11 de abril de 1921, 
había casi 25 200 teléfonos instalados en La Habana, pero el servicio de
 larga distancia apenas estaba comenzando en el interior del territorio 
cubano. Este servicio mejoró considerablemente con la instalación de 
repetidores telefónicos en puntos estratégicos de la red nacional (Santo
 Domingo, Ciego de Ávila y Victoria de Las Tunas) a partir de 1921, lo 
que facilitó a los administradores de centrales azucareros y otros 
abonados del interior del país, la comunicación por teléfono con los 
Estados Unidos.
Teniendo en cuenta el rápido incremento 
del tráfico telefónico entre Cuba y los Estados Unidos en la segunda 
mitad de la década del 20, se tendió en el año 1930 un cuarto cable 
submarino de 206 kilómetros de longitud entre La Habana y Cayo Hueso, 
con capacidad para 7 canales telefónicos.
En 1950 se tendieron dos nuevos cables 
entre La Habana y Cayo Hueso (denominados No 5 y 6), con una longitud de
 213 y 232 kilómetros, no sólo con miras a cubrir el incremento futuro 
del tráfico telefónico Cuba-Estados Unidos, sino también, para ensayar, 
en condiciones de explotación regular, el comportamiento de una nueva 
tecnología basada en el empleo de cables con repetidores sumergidos a 
grandes profundidades.
Cada cable incluía tres repetidores que 
permitían transmitir sin dificultad, entre ambos cables, 23 canales 
telefónicos y 24 canales telegráficos simplex. Incorporaban 
uniformemente espaciados, amplificadores flexibles, diseñados por los 
laboratorios Bell, a base de tubos electrónicos de larga duración, 
destinados a amplificar las señales en un solo sentido, de modo que cada
 conversación telefónica requería el uso simultáneo de ambos cables. La 
experiencia así adquirida resultó decisiva para el diseño definitivo de 
los primeros cables telefónicos transoceánicos que la AT&T y la 
British Post Office, trabajando de común acuerdo, tendieron en 1956 
entre Terranova y Escocia. [1]
En 1959 el servicio telefónico 
internacional de Cuba disponía del cable submarino (24 circuitos) y el 
sistema de transmisión troposférico (36 circuitos), y una pequeña 
cantidad de enlaces por ondas cortas, de muy baja calidad, lo que 
determinaba una dependencia absoluta de nuestro tráfico internacional de
 las condiciones y los intereses de las compañías norteamericanas que 
monopolizaban este servicio.
El bloqueo económico, comercial y 
tecnológico impuesto a la Revolución cubana desde el mismo año 1959, 
impidieron en todos estos años mejorar y ampliar los enlaces telefónicos
 por cable entre ambos países.
A finales de 1986 el gobierno norteamericano autorizó a la AT&T 
 a incrementar los circuitos con Cuba, que prácticamente eran los mismos
 existentes en 1959, pero sólo un incremento discreto de 12 circuitos 
anuales durante un período de 5 años hasta llegar a 60. En este mismo 
año se produjo una interrupción en aguas profundas del cable submarino, 
que ya había sufrido otras roturas anteriores, pero debido al alto costo
 que la reparación de esta última interrupción representaba, sus 
propietarios (AT&T e ITT), decidieron abandonarlo y transferir sus 
24 circuitos al sistema troposférico también obsoleto, que a partir de 
ese instante se convirtió en la única vía existente entre los dos 
países, con una vida de uso de 29 años, período más que suficiente para 
haberlo sustituido. Este hecho limitó la posibilidad del incremento de 
circuitos, y en la práctica sólo se implementaron 24 circuitos de los 60
 autorizados.
A partir de 1986 la AT&T comenzó a 
gestionar con el gobierno norteamericano la autorización para tender un 
cable submarino analógico entre los dos países que sustituiría el 
obsoleto sistema troposférico, susceptible de una interrupción total en 
cualquier momento, además de la baja calidad del servicio brindado a 
través de él.
A mediados de 1988 se obtienen las 
autorizaciones para tender el cable submarino sin dejar de aplicar el 
bloqueo tecnológico a Cuba, pues se trataba de un tramo de cable de 
tecnología anticuada,  recuperado del fondo del mar después de ser 
sustituido en el Atlántico, y con una capacidad de sólo 143 circuitos, 
cuando las necesidades por el tráfico existente eran muy superiores. No 
obstante esta discriminación tecnológica, el gobierno cubano también 
autorizó el tendido en un esfuerzo más por mantener las comunicaciones.
En 1989 después de varios meses 
destinados a los trabajos de prospección, proyección, preparación, 
tendido del cable y puesta a punto de las estaciones, se concluye la 
instalación del sistema del cable submarino analógico entre Cuba-EE.UU., denominado  cable No 7.
Este cable nunca se puso en servicio ya 
que el gobierno estadounidense no aprobó un acuerdo de servicios de 
telecomunicaciones justo, razonable, equitativo y conforme a las normas 
internacionales vigentes entre las operadoras de uno y otro país.
En los últimos tiempos el gobierno 
norteamericano ha evitado que Cuba se conecte a  las redes 
internacionales de telecomunicaciones por medio de cables de fibra 
óptica que pasan cerca de la isla, algunos a escasos 30 kilómetros,  
obligando a utilizar las conexiones basadas en los satélites que no sólo
 son más costosas sino que son de banda menos ancha, haciendo las 
conexiones más lentas.
Cuando se puso en marcha el proyecto del cable submarino con Venezuela,
 los medios de comunicación capitalistas comenzaron a decir que era la 
panacea que resolvería todos los problemas de comunicación de Cuba, y 
además,  las “restricciones” que impone el gobierno cubano al acceso a 
la comunicación e información pero callaron el bloqueo tecnológico que 
dura ya 55 años.
[1] Altshuler José. (2004): “El teléfono en Cuba. 1849-1959: Cuba, Plataforma de Lanzamiento y Polígono de Pruebas de la ITT”
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