El pasado 1 de enero del presente año
(2019), Cuba celebró con gran júbilo el aniversario 60 del triunfo de la
Revolución; como dijo Fidel Castro: “ésta es la Revolución
socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los
humildes”. (1)
La conmemoración de dicha efemérides fue
motivo de actos de reafirmación y apoyo en diversas latitudes de todo el
archipiélago cubano; así como en otras regiones del mundo, donde la solidaridad
con Cuba es un pleno reconocimiento a las conquistas sociales alcanzadas, pero
también a la resistencia, la firmeza y dignidad de todo un pueblo de mujeres y
hombres “dispuestos a dar la vida” (1) por la magna obra construida
con tanto sacrificio: a “defenderla hasta nuestra última gota de sangre”. (1)
Sin embargo, en estas fechas la “disidencia”
(actuales ralladillos al servicio de la política hegemónica imperialista y que
en buen cubano llamamos gusanera) ha vuelto a con el gastado guión de
agresiones publicitarias y conductas antisociales.
“Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve
y no lo ataca; quien se sienta a su mesa; quien se sienta a la mesa de los que
se codean con él o le sacan el sombrero interesado; quienes reciben de él el
permiso de vivir” (2), expresó José Martí; y ese crimen contra la Patria
se ve en estos traidores con la paga de
migajas imperiales, que acusan a Cuba con mentiras, siendo instrumentos de las
maquinaciones de la sucia propaganda.
¿Con qué moral la llamada “disidencia” acusa a Cuba y su Revolución, mientras sostiene
servilmente el mismo dedo acusatorio de quien lleva siglos agrediéndola: EEUU?
La política de agresiones contra Cuba no es
un conflicto de hace sólo 60 años, no es un “diferendo” por ser el socialismo
cubano una amenaza para la seguridad de EEUU; mucho menos cuando la propia
seguridad cubana le salvó la vida al presidente Ronald Reagan en su período de
mandato, aun cuando fue uno de los presidentes más beligerantes. Este conflicto
se crea desde el mismísimo instante que se proyecta en los padres de la
independencia de Estados Unidos el interés por anexar a Cuba a la “Unión”.
John Adams, quien fue segundo presidente de los EEUU, el 23 de junio de
1773, en carta dirigida a Robert R. Livingston se refería a las islas del
Caribe como “apéndices naturales del
continente americano”, agregando como acotación en su misiva: “la anexión de
Cuba a nuestra República Federal será indispensable para la continuación de la
Unión”. El propio Thomas Jefferson no pudo esconder las intenciones de anexar a
Cuba, al comunicárselo al Ministro de Gran
Bretaña en Washington.
Muy a pesar que la propaganda de ese país condenaba la
colonización de la metrópolis española, a EEUU no le ha interesado nunca una Cuba independiente y
próspera; pero si esclava. Años más tarde, con la
intervención de EEUU en el conflicto hispano-cubano, el crimen para la anexión se encontró en la carta
del Secretario de Guerra de ese país, Mr. J. G.
Breckenridge dirigida al Mayor General Nelson A. Miles, jefe del Ejército
norteamericano: “Es evidente que la inmediata anexión de estos elementos a
nuestra federación sería una locura y, antes de hacer, debemos limpiar el país,
aun cuando esto sea por la aplicación de los mismos métodos aplicados por la
Divina Providencia en Sodoma y Gomorra”… “Debemos destruir todo lo que esté
dentro del radio de acción de nuestros cañones. Debemos concentrar el bloqueo,
de modo que el hambre y su eterna compañera la peste, minen a la población
civil y diezmen al ejército cubano”.
¿Qué se puede esperar de quien cree que las relaciones
diplomáticas se llevan a cabo a través de la diplomacia del cañonero? Una
política que en su día Barack Obama, con eufemismo, explicó a Vox como “realismo
político”: “tenemos que torcer el brazo de los países que no quieren hacer lo
que queremos que hagan”
Entonces ¿Qué puede cambiar en el presente?
¡Nada! Desde el norte brutal llaman a Cuba como “dictadura”, mientras que desde
EEUU se ha cometido contra el pueblo cubano un oleaje de agresiones: invasiones
militares, infiltración de bandidos para asesinar maestros y campesinos,
disparos contra poblaciones costeras, incendio de cañaverales e ingenios,
asesinatos de diplomáticos en el exterior, guerra biológica, campañas de
difamaciones, bombas en instalaciones turísticas, chantajes diplomáticos, intentos
de asesinatos de nuestros dirigentes y un bloqueo económico que lleva ya 57
años afectando la economía cubana (al pueblo).
En el presente, dentro del cúmulo de
objetivos a atacar con difamaciones están las nuevas medidas que se han
adoptado por medio de las regulaciones en materia de política cultural y sobre
la prestación de servicios artísticos. “Hay quienes intentan tergiversar el alcance y los objetivos del Decreto
349, asociándolo a un instrumento para ejercer censura artística. Hablo de
entes ajenos a la cultura, a los que nunca les ha preocupado y han permanecido
en silencio ante la proliferación de la banalidad, la vulgaridad, la violencia,
la grosería, la discriminación de la mujer, el sexismo y el racismo presente en
las más variadas expresiones que, atentando contra la política cultural de la
Revolución, se exhiben en espacios públicos estatales y privados, algunos de éstos
ni siquiera legalmente reconocidos” (3), sentenció el presidente
de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Además,
esclareció, “sabemos muy bien de dónde provienen las instrucciones,
con el objetivo de confundir, dividir, desanimar y desmovilizar" (3), para dejar bien claro que sabemos de dónde proceden
(la CIA de EE.UU) los cánticos para las campañas difamatorias contra Cuba y,
también, quiénes son los personajes que desde dentro del país se prestan para
llevarlas a cabo: la edulcorada “disidencia”.
Sin embargo, lo que molesta tanto al amo
como a sus marionetas es que vuelven al saborear el fracaso de sus
maquinaciones. Es por ello que la nueva comparsa mediática que “trae” la
gusanera_ perdón, digo, la “disidencia”_ esa camada que venera la filosofía de
expolio imperialista y vive del entreguismo servil, está pidiendo que nos
sumemos a su traición y digamos “No” al proceso de Reforma Constitucional,
cuando este mismo proceso ha gozado de la gran participación de 8 945 521 de personas,
con 1 706 872 intervenciones, donde han surgido 783 174 nuevas propuestas que
reflejan modificaciones, adiciones, eliminaciones y hasta dudas de su contenido.
Desde el exterior, la participación de
cubanas y cubanos también ha tenido una amplia presencia, ya que a través de la
web habilitada para ello, se recogieron planteamientos sobre 398 párrafos del
documento constitucional inicial (el 52,7% del mismo), con 659 527 propuestas que
se cuentan entre las 560 003 modificaciones, 27 238 adiciones, 38 505
eliminaciones y, también, las 33 781 dudas de su contenido.
Pero ¿Si tanto se clama por la falta de
democracia en Cuba, por qué convocar a votar “No” a este proceso democrático?
Es por eso mismo, porque es DEMOCRÁTICO y la participación logró que las
diversas comisiones de trabajo en este proceso pudieran realizar los ajustes
necesarios demandados por la población en un 60% de los enunciados de la
propuesta inicial; pero al imperialismo no le interesa la democracia, sino la
subyugación y para ello la oposición fabricada es su instrumento que le es válido, como lo
fueron los mercenarios para la invasión por Playa Girón, en 1961.
“El más punible de los delitos es aquel que lastima o trata de
oscurecer, una fama o una pureza útil a la Patria” (4), dijo José Martí para describir la vil
actitud de aquellos que prefieren vivir sin dignidad y bajo la sombra de la
denigrante traición.
Sin embargo, en estos 60 años, la política
de agresiones que han desencadenado los presidentes de Estados Unidos, guiados
por los círculos de poder económico y proyección imperialista, no solo han
fracasado contra la Revolución cubana, sino también frente a la consciencia de
lucha acumulada por siglos en la propia formación de nuestra cubanía como
identidad: sinónimo de resistencia, solidaridad y, sobre todo,
antiimperialismo.
El proceso de Reforma constitucional tendrá
otro y definitivo paso para su puesta en marcha con la nueva Carta Magna: el
referéndum el próximo 24 de febrero del presente año. Con la aprobación de esta
nueva Constitución, muy cubanísima, se conmemorará con el grito de ¡Viva Cuba
Socialista! el aniversario 124 del inicio de la Guerra Necesaria, emprendida
por el apóstol de Cuba en 1895, donde la gusanera tendrá otro fracaso más frente
a la determinación del pueblo revolucionario y consciente de que el sacrificio
de erigirse con dignidad no es en vano. Desde ya dice: #YoVotoSí.
(1)
Primer Ministro de Cuba, Fidel Castro Ruz,
honras fúnebres de las víctimas del bombardeo realizado por aviones de la CIA
de los Estados Unidos y proclamación del carácter socialista de la Revolución
Cubana. 23 y 12, Vedado, La Habana, 16 de abril de 1961.
(2)
José Martí. Periódico PATRIA, Nueva York, 1892.
(3)
Presidente de los Consejos de
Estado y de Ministros, Miguel M.
Díaz-Canel Bermúdez, en la clausura
del Segundo Período Ordinario de Sesiones de la IX Legislatura de la Asamblea
Nacional del Poder Popular, en el Palacio de Convenciones, el 22 de
diciembre de 2018.
(4)
José Martí. “Un
bandolero”. Patria. Edición 138. NY, Noviembre 24 de 1894. O.C. 3: 401.
No hay comentarios:
Publicar un comentario