Tomado de Revista Bohemia.
Por Armando Hart Dávalos.
          Fueron  precisamente Julio Antonio Mella y quienes asumieron el ideal socialista y antimperialista los que nos ayudaron a rescatar las ideas martianas que habían sido  escamoteadas o mutiladas en el período inicial de la república neocolonial.
 Es justamente la tradición política y  filosófica de nuestro país la 
que internacionalmente puede y debe ayudar a  rescatar las ideas del 
socialismo y a fortalecerlas en lo nacional. Y lo  podemos hacer a 
partir del legado ético de  la cultura cubana; pero, para ello,  es necesario asumir la tradición socialista del siglo XX sometiéndola al  análisis crítico. 
          Por  analogía me he acogido a un antiguo principio 
del Derecho romano en cuanto a  que se podían asumir las herencias a 
beneficio de inventario. Aconsejo a mis  descendientes asumir la 
tradición socialista del siglo XX a beneficio de  inventario y, por 
tanto, sometiéndola a análisis y reflexionando sobre ella:  sobre sus 
aciertos y errores.
          La  historia de Cuba muestra que la necesidad de la
 moral está insertada como un  elemento sustantivo en el nacimiento y 
desarrollo de la nación, y que ella está  presente de manera 
insoslayable en la práctica de una política culta. La  evolución de la 
sociedad cubana de estos dos siglos probó que, un elemento  básico de la
 comunicación social consiste en desarrollar fundamentos éticos que  
respondan a los intereses comunes que se resumen en la frase de Martí con  todos y para el bien de todos. Por esta vía llegamos nosotros a una  fundamentación de las aspiraciones socialistas de la nación cubana. 
          Desde  luego, recibimos también la influencia de 
las luchas independentistas de  nuestra América. Bolívar era y es uno de
 nuestros grandes paradigmas; Martí se  consideró siempre discípulo de 
Bolívar dándole continuidad, a fines del siglo  XIX, a las ideas que 
expuso a comienzos de ese siglo.
          Influyó  en nosotros la cultura europea más 
avanzada y, obviamente, el pensamiento  socialista, la Revolución 
mexicana de 1910; la rusa de 1917. Los combates  antimperialistas que 
nos simbolizamos en Augusto César Sandino, y las luchas  antifascistas, 
especialmente las de la España republicana, tenían un gran peso  en 
todos nosotros. Con cuánta atención los adolescentes y jóvenes cubanos 
de  los años 30 y 40 seguíamos el curso de la guerra que felizmente 
condujo a la  derrota del nazismo. Pero en el trasfondo de nuestras 
ideas y sentimientos  estaba el hecho de que en los años 50 existía un 
gran vacío ético en la  superficie política de la sociedad cubana. Hoy 
reflexionamos sobre los vacíos  éticos y los efectos desastrosos que 
pueden ocasionarle al desenvolvimiento  histórico de diversos países y 
de la humanidad. También en nuestro país los  debemos tener, y los 
tenemos muy presentes.
          Como  consecuencia de la acción revolucionaria del Movimiento  26 de Julio, dirigido por Fidel  Castro,
 se produjo un movimiento moral y cultural de vasto alcance social.  Es 
que, como hemos insistido, la realidad no se halla solo en los fenómenos
 que  se aprecian a simple vista, sino también en las necesidades que se
 encuentran  en el sustrato y las esencias de la vida social. Captarlas y
 asumirlas de forma  práctica para satisfacerlas, es el mérito de los 
grandes forjadores de la  historia.
          El asalto a la segunda  fortaleza militar del país 
significó la réplica necesaria a las implicaciones  del golpe de Estado 
de Fulgencio Batista con el  beneplácito y apoyo norteamericano. La 
heroicidad y audacia de los combatientes  repercutieron decisivamente en
 la situación política y social.
          La génesis de la Revolución  Cubana, que en 1961 
proclamó su carácter socialista, está en el Moncada. Aunque la gesta 
iniciada entonces no  revelaba ese contenido, sí se hallaba en sus 
exigencias económicas, sociales y  morales que, más tarde, desde 1959 y 
hasta 1961, sirvieron de presupuesto para  un programa de esta 
naturaleza.
¿Cuál era el contenido  presente en el programa y las 
aspiraciones del Movimiento 26 de Julio, que como  una constante 
recorren la historia de la Revolución durante casi 60 años? 
          Se halla en que se  fusionaron las mejores 
tradiciones éticas de la sociedad cubana con la  necesidad de medidas 
emancipadoras, económicas y sociales.
          Sentido ético de la vida y  programa de redención 
humana y social estuvieron presentes en la médula de  aquellos 
acontecimientos que Fidel describió con magnífica prosa en el  documento
 fundador La Historia me absolverá. La necesidad de  llegar a un gran 
público, tal como lo impone el quehacer político, obliga a una  
literatura que para ser consecuente con los objetivos propuestos debe 
poseer  rigor intelectual.
          Hay un  hecho objetivo: la Revolución Cubana fue la
 primera y hasta hoy la única de  inspiración socialista que triunfó en 
Occidente. Si partimos del hecho objetivo  de que las últimas cuatro 
décadas estuvieron marcadas por el declive del  socialismo en Europa y 
en la URSS, lo que condujo al derrumbe del muro de  Berlín y la 
desaparición del Estado soviético, llegaríamos a la conclusión de  que 
la proeza revolucionaria cubana y la sabiduría política con que se 
manejó  por Fidel todo este proceso, es realmente singular. Pero lo es 
no sólo por los  indiscutibles méritos personales de Fidel, sino porque 
él representa una  tradición revolucionaria cubana y latinoamericana que
 es necesario tomar muy en  cuenta. 
          No lo  estoy diciendo hoy; lo hemos creído siempre.
 En noviembre de 1959, cuando se  produjo una complejísima discusión en 
el Consejo de Ministros con relación al  socialismo y cuando éste aún no
 había sido declarado formalmente por la  Revolución, dije: "Para 
entender a Fidel hay que tener muy presente que  está promoviendo la 
Revolución socialista a partir de la historia de Cuba, de  América 
Latina y del pensamiento antimperialista y universal de José Martí”.
          Cuba siempre ha insertado  los valores universales 
de la cultura occidental a su propio desarrollo, pero  los ha asumido 
con carácter propio, transformándolos y enriqueciéndolos.          

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