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Director de la CIA, John McCone(en primer plano a la izquierda)  
con el presidente Kennedy el 29 de noviembre de 1961. Crédito: JFK Library | 
Tomado de Difusión Rebelde
Tomamos el voluminoso libro titulado “Legado de Cenizas (Historia de la CIA)”, 718 páginas escritas por el veterano periodista norteamericano Tim Weiner,
 reportero de The New York Times,  libro  editado en 2008 por Debate, en
 Colombia.  Weiner, Premio Pulitzer, escribió esta obra en base a más de
 50 mil documentos y centenares de entrevistas a personajes de la CIA, 
del gobierno y el Congreso de Estados Unidos.
En la página 198 encontramos esta maravilla:“McCone (Director de la CIA) le entregó al Presidente Kennedy un
 documento en que se esbozaban las operaciones encubiertas en  Bolivia, 
Colombia, República Dominicana, ECUADOR, Guatemala y Venezuela. El 
documento estaba clasificado de alto secreto debido a que lo explica 
todo sobre los trapos sucios, le dijo McCone al Presidente. ‘Una 
maravillosa colección o diccionario de sus crímenes’, añadió George Bundy con una carcajada”. Esto ocurría el 15 de agosto de 1962.
Este
 festivo Bundy era nada menos que  el asesor de seguridad  nacional de 
Kennedy. Y bien: ¿cuál es el interés histórico de este singular pasaje. 
 Uno, que poco después, desde 1962 a 1964, esas “ operaciones 
encubiertas” se convertían en brutales golpes de Estado en Bolivia, con el entronizamiento de la dictadura del general Barrientos; en la República Dominicana, con el derrocamiento del Presidente Juan Bosch; en Brasil, con el derrocamiento del gobierno nacionalista de Joao Goulart, y en el Ecuador, con el derrocamiento del Presidente Carlos Julio Arosemena, el 11 de julio de 1963,  para sustituirlo con la Junta Militar (Los 4 Coroneles de la Traición) encabezada por Ramón Castro Jijón.
 Golpes de Estado todos fraguados por la CIA, encaminados a servir a las
 multinacionales imperialistas y a los designios políticos de 
Washington, en medio de persecución, tortura y muerte de millares de 
ciudadanos en todos estos países latinoamericanos. En nuestra 
desventurada patria, poco después, en marzo de 1964, reventó la bomba: 
fue el suculento regalo hecho por la Junta Militar a favor de la Texaco 
de una inmensa tajada territorial en la Amazonía: un millón 
cuatrocientos treinta y un mil hectáreas, que comparativamente era mayor
 a la mitad de toda la provincia de Pichincha, siendo la ridícula  obligación de Texaco pagar 25 centavos desucre por año y por cada hectárea,
 lo que significaba un valor inferior a un plato de caldo de patas. Y 
esto para 50 años que duraba la concesión, con derecho a prórroga de 
diez más si Texaco lo quería. Y cuando apenas pagaba un seis por ciento 
de regalía, cuando ya en países árabes la empresa pagaba hasta el 50 por
 ciento de su producción. De esa concesión y otra posterior de 650 mil 
hectáreas, Texaco sacó en menos de 30 años más de mil millones de 
barriles del mejor crudo existente en el mundo, y por lo mismo de los 
más caros, para convertirlos allá, en Estados Unidos, en los miles de 
derivados como  gasolina y lubricantes. que luego nos vendería a 
nosotros mismos.
 
Para eso sirvió el golpe de Estado maquinado aquí por la  CIA, y para que luego venda un paquetazo de acciones a la Chevron,  y para que entrelas dos hoy día se nieguen a pagar la multa de 19 mil millones que
 con justa razón reclaman los pueblos de la Amazonía, afectados de 
destrucción, cáncer y muerte por la  bárbara explotación de crudos que 
hiciera esta compañía, que también se comió crudo la soberanía y la 
dignidad de los ecuatorianos. De allí que es tan justa la sentencia 
dictada por los jueces ecuatorianos y ese clamor que crece en todo el 
país.
SOBERANÍA Y DIGNIDAD,
CHAVERON-TEXACO NUNCA MÁS 

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