| Fidel y el pueblo de Cuba aprobó en la Plaza de la Revolución la Segunda Declaración de La Habana | 
Por Ivette Villaescusa Padrón.
"La humanidad ha dicho basta, ha echado a andar y no se detendrá"Fidel Castro Ruz, La Habana, 1962
Más de un millón de cubanos se congregó al 
mediodía del 4 de febrero de 1962 en la capitalina Plaza de la 
Revolución José Martí. Las publicaciones periódicas llevaban no pocas 
jornadas convocándolos. Y allí darían al mundo otra demostración de 
decoro.
Se trataba de la Segunda Asamblea General Nacional del Pueblo, que 
impugnaría la VIII Reunión de Cancilleres Americanos efectuada del 22 al
 31 de enero anterior en Punta del Este, Uruguay, por excluir a la Isla 
de la Organización de Estados Americanos (OEA).
El gobierno de Estados Unidos en aquellos momentos, batallaba por 
lograr un acuerdo condenatorio mediante la OEA para aislar a la mayor de
 las Antillas de América Latina. Y el día 30 fue aceptada la Resolución 
sobre la “Exclusión del actual gobierno de Cuba de su 
participación en el Sistema Interamericano”. El periodista y diplomático
 cubano Carlos Lechuga, en su libro Itinerario de una farsa, anotó:
“[…] La decisión impuesta […] carecía de base jurídica porque la 
Carta de la Organización no contemplaba esa acción y, por tanto, no 
podía aplicarse jurídicamente […]”. Y más adelante añade: “[…] La 
resolución de separación se aprobó por 14 votos. Se abstuvieron Brasil, 
Argentina, México, Chile, Bolivia y Ecuador. Cuba votó en contra y no 
firmó el Acta final […]”. Respondería con la Segunda Declaración de La 
Habana, documento histórico de repercusión política que analiza la 
dolorosa situación de América Latina entonces y sus causas.
La Primera Declaración de La Habana se había 
realizado el 2 de septiembre de 1960, en réplica a la Declaración de San
 José, Costa Rica, durante la VII Reunión de Consulta de los ministros 
de Relaciones Exteriores de las repúblicas americanas, en la que se 
enjuició a Cuba por aceptar ayuda extra continental. El Comandante en 
Jefe Fidel Castro sometió a voto, por aclamación, cuestiones medulares 
criticadas por los gobiernos americanos como: si la política de la 
nación debía ser de amistad y comercio con todos los países incluidos 
los socialistas y el restablecer relaciones diplomáticas con la Unión 
Soviética; condenó el latifundio, la explotación del trabajo humano, el 
analfabetismo, la desigualdad de la mujer, la concesión de recursos 
naturales a monopolios extranjeros.
La campaña periodística insular previa y ulterior a la Segunda 
Declaración de La Habana, fue desbordante. La revista Bohemia le dedicó 
buena parte de varios números de enero y febrero de 1962, e incluso 
portadas. En la del 21 de enero se exclamaba: “Viva la II Declaración de
 La Habana”. El 22 resaltaba Diario de la Tarde: “Aprobaremos la II 
Declaración de La Habana”, el 25: “Intensifícase
 la movilización para la gran concentración del día 4”. El 26: 
“Solidaridad con Cuba/ Intensa movilización popular a favor de Cuba, en 
América”; y el 1º de febrero: “II Gran Asamblea Nacional del Pueblo/ 
Plaza de la Revolución contra Punta del Este/ Todos a votar el próximo 
domingo día 4”; el 3 el rotativo Revolución incita: “¡Todos Mañana a las
 3!”, “Contestará nuestro pueblo a la indigna farsa de Punta del Este”.
Por más de un mes, la exhortación para la Segunda Declaración de La Habana
 sobresale en titulares y en varias planas de la prensa, que está 
cumpliendo su labor de propagandista y agitador colectivo para movilizar
 hacia la hasta hacía poco Plaza Cívica, ahora Plaza de la Revolución. 
Pues la antiquísima comunicación asamblearia y oral, se había convertido
 en una de las formas comunicativas de masas utilizada por la dirección 
de la nueva sociedad y adquirido proporciones inimaginables. Plazas y 
parques fungieron de punto de contacto entre el Gobierno revolucionario y
 el pueblo.
Efectuada la Asamblea, el 5 de febrero de 1962 Diario de la Tarde le 
consagra la primera plana con estos cintillos: “II Declaración de La 
Habana/ Del pueblo de Cuba a todos los pueblos de América y del mundo”, 
“Esta gran humanidad ha dicho: Basta!”. Continúan destinándoseles 
lugares estelares en los medios. Bohemia, como en anteriores ediciones, 
le cede más de la mitad de la revista del día 11. En la primera página 
destaca: “¡Patria o Muerte!” “Cuba de Pie”, y en las que van de la 30 a 
la 34: “Frente al Bloqueo Económico del Imperialismo nuestra respuesta 
es resistir, trabajar y producir con entusiasmo/ Dorticós en la Asamblea
 del Pueblo”, “¡A pie firme y sin vacilaciones!/ ¡Estamos dispuestos a 
enfrentarnos a lo que venga! ¡Pero que los imperialistas se preparen 
también a esperar, en este caso, lo que venga! Fidel en la Asamblea del 
Pueblo”. El 20 Revolución remarca: “Tiene la II Declaración 
trascendencia universal”.
Hoy, a 52 años de la multitudinaria concentración, podemos decir que una vez más la Historia dio la razón a la Revolución cubana: hace apenas una semana acaba de celebrarse en La Habana la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)
 que reunió a representantes de las 33 naciones independientes del área y
 rubricó el compromiso de la región por alcanzar la unidad, unidad 
escamoteada en la VIII Reunión de Cancilleres Americanos que originó la 
Segunda Declaración de La Habana.
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