Por Arthrur González.
Era previsible que el gobierno norteamericano no aceptaría que los presidentes de América latina estuvieran presentes en la Habana durante la Cumbre de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC, los próximos
días 28 y 29 de enero, ya que según ellos “legitimita al gobierno
revolucionario cubano” y por tanto entorpece el aislamiento político y
económico impuesto a Cuba desde hace medio siglo.
Agencias de prensa internacionales y
sitios digitales financiados por los norteamericanos, iniciaron una
campaña en la que se evidencian presiones sobre los mandatarios para
evitar su asistencia al Foro.
Washington le teme a la unión de nuestros pueblos pues sabe perfectamente como dijera José Martí que: “Sentina fuimos y crisol comenzamos a hacer”,
sobre todo si el marco para tal reunión es la capital cubana, donde no
hay presión yanqui que valga ni tapabocas para denunciar sus abusos y
desmanes.
La cita en Cuba demostrará que los pueblos al sur del rió Bravo han de andar apretados como la plata a los Andes, por tanto tienen que entorpecerla a cualquier precio.
Sus asalariados ya iniciaron las
acciones, incluida una carta al Santo Padre Francisco para que haga un
llamamiento a los gobernantes y delegaciones de los países miembros
sobre la situación de los derechos humanos en Cuba.
Todo es repetitivo. Intentar destruir la
imagen de la Revolución es algo que se conoce perfectamente, al ser
parte de los planes diseñados por la CIA desde 1960 según se aprecia en
el primer Programa de Acciones Encubiertas contra Cuba, firmado por el
presidente Eisenhower, en este se afirma que:… “es necesario
desarrollar los medios de información hacia el pueblo cubano, con el fin
de iniciar una poderosa ofensiva propagandística en nombre de la
oposición declarada”… “El medio fundamental propuesto para lograr este
objetivo es una emisora radial clandestina…”
Hoy se hace abiertamente con el apoyo de
órganos de prensa reconocidos y sitios digitales respaldados por
contrarrevolucionarios pagados para estos fines.
Para el gobierno norteamericano es
importante demostrar la falta de unidad de América Latina dentro de la
CELAC, observándose visos de esto al intentar hacerle creer a la opinión
pública de que la Alianza del Pacífico “es hoy el más pujante mecanismo de integración en América Latina”.
En esa misma línea de trabajo político ideológico pretenden dividirnos, poniendo en boca de alguno de sus voceros que “América
Latina se halla escindida en dos mitades: la integración de la
izquierda, representada por el ALBA y Mercosur, y por otra parte la
Alianza del Pacífico, mecanismo del que forman parte México, Colombia,
Perú y Chile”, falsedades que se descartan por si solas, dado el
interés común de la región en buscar soluciones a sus problemas, sin la
participación de Estados Unidos, tal y como lo soñaran Simón Bolívar y
José Martí.
Organizaciones creadas y financiadas por
la CIA y agencias gubernamentales norteamericanas como “El Observatorio
Cubano de Derechos Humanos de Madrid” (España), remitieron una carta al
secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José
Miguel Insulza, para que muestre su posición en contra de las supuestas
violaciones de los Derechos Humanos en la Isla.
Es indiscutible que la visita a la Habana
del máximo representante de la OEA, por primera vez en 50 años,
levantó ronchas entre la mafia anticubana, en la propia Casa Blanca y
la contrarrevolución asalariada. Lo mismo harán con el Secretario
General de la ONU; no se les puede permitir complacencias con los
comunistas.
Pero a pesar de sus maniobras y presiones políticas la Cumbre será exitosa, porque como aseguró el Apóstol José Martí:
“La América ha de promover todo lo que se acerque a los pueblos, y de abominar todo lo que los aparte”.
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