Tomado de Aporrea.
Por María Alejandra Díaz
Este título lo copio de un tweet cuyo autor es el
Ministro Ernesto Villegas; éste nos sorprendió en medio de la
elaboración de las hallacas el sábado en la noche, durante la alocución
del mensaje del presidente Chávez y las distintas y miserables
reacciones opositoras. Una profunda tristeza me invadió y paralizó
momentáneamente. Los que hemos tenido enfermos de cáncer sabemos lo que
significa para la familia y para el propio enfermo el peso de este
padecimiento. Y Chávez no sólo le ha tocado superar este trance terrible
sobre sí mismo incluso, sino que además debe lidiar –él y su familia-
con los deseos insanos de una oposición loca y desquiciada.
Desgraciadamente, no me sorprende en lo más mínimo la actitud asumida
por un sector de la oposición. El odio ha hecho merma en sus almas y
los ha convertido en desechos humanos. Sin embargo, a pesar del dolor y
la rabia —¿porqué a Chávez Dios?!!!— las palabras del comandante Chávez
el sábado en la noche nos obligan a la reflexión y a la unión
revolucionaria en torno al proyecto de país que estamos construyendo. A
pesar del desánimo que nos embarga por la salud del presidente, y por
sobre esta coyuntura debemos elevarnos como pueblo y seguir luchando
para que cada día, el proyecto de país y de Estado social de derecho y
de justicia se consolide; y para ello debemos apoyar irrestrictamente
las opciones políticas que Chávez propone, quienes además deberían en un
hipotético y negado caso, ser electos con nuestro voto. Pero así como
debemos convocarnos para esta tarea, debemos EXIGIRLES que sean ante
todo, personas con densidad moral y ética, como lo es Chávez.
Debemos convertirnos en millones de Chávez para garantizarle al
presidente que su sacrificio personal no ha sido en vano. Entendemos que
el peso de enfrentar un sistema mundial y a los poderes fácticos que
están detrás como el titiritero manejando los hilos, ha hecho mucho daño
sobre su salud y su vida personal.
Es necesario por tanto, para afrontar los retos que nos impone esta
crisis, que los políticos designados cuenten con una gran capacidad de
escuchar su interior y de compartir experiencias de profunda e intensa
concentración personal, así como una elevada espiritualidad humana,
profundamente humanista, como base de otra política.
Un político con una rica vida interior podrá servir mejor a los fines
de lo público. Los políticos que hablan con el corazón –que dicen la
verdad, más allá de lo dura que ésta pueda ser- serán los líderes del
mundo problemático que nos rodea. Este es el reto que debe superar
cualquier político que aspire calzar los zapatos de Chávez. Deben éstos
aspirantes, acudir a los valores, a las virtudes, a la moral y la ética
como norte de sus decisiones, una buena conducta en la vida para con el
ejemplo, garantizar un buen gobierno basado en la caridad, la justicia,
el respeto y la garantía absoluta de la consolidación del proyecto de
país plasmado en la Constitución Nacional.
Estos valores: patriotismo, vocación pública, trabajo, ayuda al
prójimo, honestidad, disciplina y sencillez, obligatoriamente deben
cimentar un liderazgo que permita continuar con la conexión espiritual
profunda con el pueblo venezolano y el proyecto de país que soñamos.
Asumir definitivamente, esta nueva forma de hacer política, mediante
la creación extraordinaria de un nuevo lenguaje, con más profundidad y
espiritualidad; donde declaren a los cuatro vientos que resulta decisivo
volver a las palabras, a esas que nacen de las ideas y de la filosofía,
porque sin ellas, la ideología estaría muerta. Para ello debemos
colectivamente crear un profundo sentido del deber más allá de lo
material.
En el caso de la oposición y sus deseos profundos de que Chávez
desaparezca, —pues creen que con ello los chavistas desapare-rían
también— les ha nublado el corazón y les ha ennegrecido el alma.
Desearle la muerte a un adversario político del tamaño moral de Chávez
los hace enanos morales. Y para recuperarse de este enanismo moral y
político deben volver a los fundamentos éticos y morales que
constituyeron hace ya 2500 años atrás el debate de lo humano y de lo
colectivo. Necesitarían volver a leer a Séneca, Confucio y a Platón, es
decir, volver hacia atrás para ir hacia delante y así comprender la
conexión entre la política y la ética.
Necesitarían dejar de verse como superiores para vernos como iguales,
ponerse la mano en el corazón y entender que no es necesario desearle
la muerte al otro como única salida a una situación conflictiva –eso es
fascismo y la base fundamental del totalitarismo—. Lamentablemente,
sinceramente creo que para un sector de la oposición esto ya no es
posible, pues su propio orgullo, vanidad y desprecio por los que tienen
menos que ellos —a lo material me refiero—les ha carcomido la humanidad y
es esa ausencia de sentido y profundidad de muchas de sus prácticas y
sus pensamientos las que parecen nublarles el corazón y la razón y
convertirlos en incapaces para comprender la complejidad y el vacío que
provoca una política sin espíritu.
A Chávez —con el corazón en la mano y fe en su sanación-— le digo como dice el mensaje que ayer una gran amiga me envió:
“Si emergiste de las ruinas de un pueblo defraudado, con tu “por
ahora”, tus ojos afligidos henchidos de luz nueva y tu rostro de pueblo
arrecho.
Si te has montado en la espalda la esperanza vieja del pueblo de
Bolívar, de los niños sin cupos en las escuelas, de los enfermos sin
hospitales, de los campesinos sin tierra, de los obreros sin respeto,
sin pan, de las abuelas con quimeras rotas, de la rebeldía joven
asesinada, de los padres desahuciados de miseria, de las madres de
muerte, de las mujeres maltratadas, de los negros excluidos, de los
indígenas marginados, de los estudiantes sin cupo y sin libros, del
sigilo de la insurrección, de la utopía de un mundo mejor.
Si eres tú quien sueña cuando soñar despierto está prohibido, recordar el pasado cuando incomoda el presente de los buitres.
Si imaginas un mundo distinto al capitalismo, si crees que los
pueblos somos los mismos en cualquier parte del planeta. Si eres pobre,
si eres pueblo, si eres alba, si eres vida, si eres poesía, si eres la
noche, si eres día, si eres mujer, si eres hombre: como no enfermarme
cuando te enfermas, como no llorar cuando lloras, como no indignarme con
tú indignación, como no hacer la Revolución mientras te espero, como no
esperar tu cercano regreso, como no creer que te recuperarás pronto,
como no abrazarte con muchos brazos, como no gritarle al viento del
Valle de Caracas: Fuerza Chávez!!!!, aquí te espero rodilla en tierra
venezolana y seguimos pa’lante mi Comandante!!!!”
Amor con amor se paga: el cáncer es curable pero la miseria humana no.
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