Por editor del Blog: Gustavo de la Torre Morales.
La vieja y culta Europa se “ganó” el Nobel de la Paz el pasado día 10 de diciembre. El premio se entregó en reconocimiento (según el Comité noruego) a las décadas de estabilidad y democracia… ¿Democracia?
La vieja y culta Europa se “ganó” el Nobel de la Paz el pasado día 10 de diciembre. El premio se entregó en reconocimiento (según el Comité noruego) a las décadas de estabilidad y democracia… ¿Democracia?
Puede que Europa goce en
estas décadas de un estadio de paz, sin guerras bélicas intestinas o entre sus
miembros; pero eso no niega las constantes confrontaciones que se están
viviendo entre la mayoritaria de la población y sus gobernantes, quienes imponen
políticas antipopulares.
Uno de los presentes al
recibimiento de dicho lauro fue el presidente de España, Mariano Rajoy, miembro
del Partido Popular, un representante evidente de una clase social que se
distingue por sus compromisos con los mercados financieros (los cuales no son
la población que cambió sus votos por promesas incumplidas); como los de otros
países de la eurozona.
El Partido Popular_ nada
popular, por cierto_ estando en el bando de la oposición, todo el tiempo
fustigó al PSOE (el mismo coche con diferente timón_ parafraseando un refrán)
de no hacer bien las cosas, de optar por medidas antipopulares y, por supuesto,
que los gobernantes “socialistas” deberían darle paso a los sabiondos de su
partido para cambiar el presente y futuro de España.
Hoy el partido de Rajoy
está en el poder, con él a la cabeza del gobierno de la península ibérica; pero
con un presente deteriorado y un futuro incierto para las actuales y futuras
generaciones.
La “democracia” española
actual (premiada por la parte que le toca) tiene un 22% de tasa de población en
riesgo de pobreza y un 3,9% con privación severa de recursos para afrontar la
vida, debido a las políticas de recortes y despojos de derechos sociales que se
aplican. Cerca de 12,4 millones de ciudadanos en España entran en el umbral de
la exclusión social (europa press y Eurostat).
La “democracia española
actual está matizada por una reforma laboral que no crea empleo, como se
prometió a la población, pero sí favoreció a los empresarios a acceder a una
vía que les facilitara los despidos de trabajadores o les permitiera ampliarles
contenido de trabajo por mucho menos remuneración. Una reforma laboral que
oficializa el ERE (Expediente de Regulación de Empleo) como la fórmula divina
para asegurar los altos ingresos de los empresarios, no para asegurar salarios
a los trabajadores.Una reforma laboral que ha incrementado la cola de
desempleados. Por sólo un ejemplo, en los dos últimos meses esta bolsa aumentó
en cerca de 200 mil personas.
La “democracia” española se
encuentra inmersa en una crisis cíclica creada por la estructura del sistema
capitalista, una crisis financiera creada por la ambición y el egoísmo, por ese
minúsculo 1% motivado a vivir de la especulación para aumentar riquezas y no
por ese 99% que intenta sobrevivir con el trabajo.
La “democracia” española
prefiere enfrentar la crisis salvando el balance de los grandes bancos,
mientras limita a la población de servicios sociales (de sus derechos
elementales: sanidad, educación, pensiones, acceso a la justicia, etc.) con el
favorecimiento de las privatizaciones. Así las grandes financieras fuerzan al
gobierno a que aplique recortes en los servicios públicos, cuestión que los
lleva al obligado deterioro, para así empujar la balanza hacia los servicios
privados como mejor y única opción.
La “democracia” española
ampara a corruptos, políticos empresarios de bancos que juegan con los fondos
de los trabajadores participando de la especulación en la bolsa, con el certero
riesgo de caer en la bancarrota. Pero el gobierno prefiere salvar a los
especuladores sabiendo de antemano de la estafa a la que quedarán sometidos los
clientes de dichos bancos (Bankia es un buen ejemplo).
La
“democracia” española busca “sanear” la economía subiendo el índice de los
precios de consumo y socializa la deuda privada convirtiéndola en pública, la
cual fluctúa desfavorablemente para los ciudadanos por cuenta de la “famosa”
prima de riesgo… algo que brinda suculentas sumas a los inversionistas, que
asuman deuda española, por concepto de intereses. Intereses que recae en la
responsabilidad de las capas sociales más vulnerables (en todos los sentidos).
La “democracia” española
engrosa la amargura social cuando ejecutó alrededor de 350 mil desahucios entre
2008 al 2011 y en el primer trimestre del presente año, 50 mil personas fueron
desalojadas de sus hogares porque no alcanzaron a cubrir los compromisos
hipotecarios con los bancos. El decreto antidesahucio adoptado por el gobierno
fue un simplón maquillaje en el intento de tapar la grave situación que se les
dio con los suicidios provocados por la desesperación. Un bluff para revertir la
“mala imagen” que tenía el gobierno por dichas defunciones.
La
“democracia” española prefiere aumentar impuestos y bajar los ingresos con
recortes a la población, que ejecutar una apropiada ley fiscal y depurar todos
esos dudosos casos de contratos que han generado derroches en aeropuertos sin
uso, estaciones de trenes inoperantes o el blindaje de pensiones a funcionarios
de bancos salvados por el Estado.
La
“democracia” española goza de un presidente que hace promesas a sus ciudadanos
que después velozmente rompe cuando se encuentra frente a Angela Dorothea
Merkel, Canciller de Alemania.
La
“democracia” española llama populismo a quienes deciden defender y reclamar los
derechos de los ciudadanos; lo cual incluye para el actual gobierno dos huelgas
generales y los cientos de protestas públicas que se llevan a cabo en todo el
país por diferentes grupos sociales. Lo curioso es que la “democracia” española
pone a los “garantes de la tranquilidad ciudadana” (los cuerpos policiales) a
que repartan porrazos y disparen bolas de gomas contra todo aquel que ose
manifestarse contra la “democracia española… o incluso, sin estar implicado, se
encuentre en el lugar equivocado y a la hora equivocada.
Puede
ser que esto último sea la consecuencia de lo que Alberto Ruiz-Gallardón, miembro
del Partido Popular y Ministro de Justicia, recientemente expresara a una
cadena de radio al decir que “gobernar, a veces, es repartir dolor", como
forma de justificar sus reformas a la ineficaz justicia de la “democracia”
española.
La
“democracia” española tiene desangrándose a su Estado de Bienestar, pero muy a
pesar de sus números rojos, no dispone de fondos para mejorar la situación de
su ciudadanía, pero sí para mantener su participación en las operaciones de la
OTAN_ una organización creada por el imperialismo norteamericano, que responde
a sus intereses geoestratégicos, la cual crea o exporta guerras y que es algo
muy contradictorio con la paz.
Nota:
Cualquier similitud con otro de los estados miembros de la premiada Unión
Europea, no es pura casualidad.
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