Tomado de La Tarde se Mueve.
Por Edmundo García.
Lo que algunas personas llaman en Miami hacer periodismo no es ni más
 ni menos que empeñarse en difamar a Cuba. Cualquier cosa: sus líderes, 
sus deportistas, su paisaje, etc. Una de las cosas que más critican, 
quizás porque mucho les duele, es el sistema de salud pública cubano.
Desde hace unos años, en un ciclo que se repite cada dos o tres 
meses, la prensa de Miami cosecha su verano con alarmas y alharacas 
decretando con morboso placer que en Cuba hay una epidemia de cólera o 
de dengue. Esto se hace con claros objetivos políticos, no para informar
 a la población o para prevenir a las autoridades.
Se trafica, en primer lugar, con el deseo oculto de que realmente una
 epidemia arrase con una parte de la población cubana para poner en 
entredicho la salud pública, cuyos principios son opuestos a los del 
sistema de salud comercial y privado. Se hace para acusar al gobierno 
cubano de esconder insensiblemente la enfermedad para que no se 
perjudique el turismo. Se hace para incitar a una ocupación de Cuba o 
una parte de ella con supuestos objetivos humanitarios.
Por estos días en Miami ha arreciado la propaganda sobre le 
existencia de un brote de cólera “oculto” e incontrolable en Cuba; tan 
“incontrolable” que ha afectado a extranjeros que visitan la isla. La 
prensa de Miami y buena parte de la prensa internacional ha usado la 
palabra “exportar cólera”, como si en Cuba hubiera un ministerio que se 
dedique intencionalmente a repartir por el mundo esa enfermedad.
Toda esa propaganda se ha basado en un Informe conjunto de la 
Organización Panamericana de la Salud, adscrita a la OEA, y la 
Organización Mundial de la Salud, dependiente de la ONU. Informe que 
citan y manipulan, pero que esta prensa mediocre no ha ofrecido a sus 
lectores para que lean y juzguen según su libre criterio. Por esa razón 
en el programa La Tarde se Mueve (14.50 am) del pasado martes 27 (http://latardesemueve.com/grabaciones) le di lectura íntegra a dicho documento, que ahora comparto con los lectores: (http://www.paho.org/hq/index.php?option=com_docman&task=doc_view&gid=22754&Itemid)
Lo primero que muestra el referido informe del 23 de agosto del 2013 
es que fue el propio Ministerio de Salud Pública de Cuba quien ha 
ofrecido los datos a esas dos organizaciones internacionales. Y lo 
segundo es que en dicho informe se habla también del cólera en otros 
países del Caribe, que a pesar de tener índices de afectación 
comparativamente más altos que los de Cuba, y de haber reportado un 
preocupante número de muertes, no han padecido la calumniosa campaña que
 se hace contra nuestro país.
Por supuesto que no deseamos que en Haití o en República Dominicana 
exista el cólera. Antes que eso nos alegramos que estén registrando 
avances en su control, y que la propia Cuba ayude a estos hermanos del 
Caribe a combatir la enfermedad; pero estas cosas hay que decirlas para 
que se comprenda la mala intención política que existe detrás de la 
campaña de prensa sobre el cólera en Cuba.
Es realmente penoso ver lo que hace con este tipo de calamidad un 
periodista como Juan Tamayo, alguna vez prestigioso profesional de los 
medios y que ahora despacha un artículo tras otro en El Nuevo Herald sin
 otro fin que el de calumniar a Cuba. Su falta de respeto a los lectores
 es constante; parece que Tamayo piensa que Miami bien vale una mentira.
 Y otra más.
Lo que muestra el informe es que el Ministerio de Salud Públicade 
Cuba ya había alertado, a través de una Nota Informativa a la Población 
publicada en el periódico Granma (http://www.granma.co.cu/2013/01/15/nacional/artic09.html),
 que se habían incrementado los casos de enfermedades diarreicas agudas.
 Mientras que el pasado 23 de agosto el Centro Nacional de Enlace 
informaba que “Como resultado de la vigilancia implementada, se 
confirmaron 163 casos de cólera en las provincias de La Habana, Santiago
 de Cuba, Camagüey, así como también en otros municipios pero asociados a
 estas tres provincias.”
Sobre la afección en ciudadanos extranjeros, es la propia Cuba la 
fuente para que en este informe de la OMS y la OPS se especifique que 
“Entre los casos confirmados se incluyen 12 casos en viajeros 
procedentes de diferentes países (dos de Alemania, dos de Chile1, dos de
 España, uno de Holanda, tres de Italia y dos de Venezuela), de los 
cuales 8 son hombres y cuatro son mujeres, con un rango de edad entre 30
 a 74 años.” Añadiendo además que “El Instituto de Medicina Tropical 
Pedro Kouríconfirmó la detección de V. cholerae O1 Sero grupo Ogawa en 
todos los casos. Todos ellos evolucionaron favorablemente y no se 
registraron defunciones.”
Como se ve Cuba no ha escondido nada. Es el Ministerio de Salud 
Pública de Cuba quien ofrece esta información. Pero no se trata solo de 
la prensa. A pesar de lo elocuente de las cifras, la Oficina de 
Intereses de Estados en La Habana pone en su página oficial una alerta 
sobre el cólera para los ciudadanos norteamericanos que visiten Cuba. Y 
no pone la misma alerta para el caso de República Dominicana con una 
situación más crítica.
En República Dominicana, específicamente en Altagracia, se han 
reportado numerosos casos de cólera. Se trata de la región donde está 
ubicado el polo turístico de Punta Cana, visitado por residentes de 
Miami a quienes sin embargo no se les advierte del peligro. ¿Es o no es 
política la campaña sobre el cólera en Cuba? Ni la Embajada de Estados 
Unidos en Dominicana habla de esto; ni habla tampoco el comentarista de 
televisión Oscar Haza, de origen dominicano, a quien debiera preocuparle
 mucho esta situación en su tierra y olvidarse un poco de Cuba; país que
 él ni entiende, ni siente.
No obstante debo decir que ni siquiera la propia Oficina de Intereses
 de Estados Unidos en La Habana ha dejado de reconocer en su llamada 
“alerta” que Cuba hace todos los esfuerzos por superar ese mal y acaba 
aconsejando a sus ciudadanos que hagan lo que el Ministerio de Salud 
Pública y las autoridades cubanas recomiendan. (http://photos.state.gov/libraries/havana/231771/PDFs_001/Brote-de-Colera-08-20-13.pdf)
La campaña contra Cuba tuvo un momento escandaloso cuando la pasada 
semana la reportera Arlena Amaro de Univisión 23, después de informar 
sobre cinco casos de dengue en el estado de la Florida, y uno en Miami, 
terminó su reportaje recordando que en Cuba había cólera; algo que no 
venía al caso. Lo más adecuado aquí sería que fuera Cuba quien alertara a
 los cubanos que van a visitar Miami del dengue que Arlena Amaro 
reportaba.
Una última cosa, que no por última es menos escandalosa. En la medida
 en que toda esta campaña se iba estirando y disolviendo por falta de 
fundamento, los manipuladores tenían que aportar un caso, al menos un 
nombre de alguien que pudiera testificar que había cólera en Cuba. Y 
apareció. ¿Dónde? Pues en el periódico más previsible de todos: El Nuevo
 Herald de Miami. ¿A través de quién? Seguro lo pueden imaginar: 
nuevamente en un artículo de Juan Tamayo.
El martes 27 Juan Tamayo publicó el artículo del premio gordo con el 
título de “Maestro de Nueva York enfermó de cólera en Cuba”; consumiendo
 en un restaurante “estatal”. El maestro se llama Alfredo Gómez, enseña 
matemáticas en Syracuse, New York, nació en Cuba y salió de la isla en 
el 1997. Aunque Tamayo solo logra sacarle a Gómez un par de frases, ya 
la primera de ellas basta para comprobar que se trata de alguien que no 
llegó a las páginas de El Nuevo Herald y al teléfono de Juan Tamayo por 
casualidad, sino porque se está prestando intencionalmente para 
participar en esta campaña difamatoria; algo que nadie espera del 
comportamiento de un maestro.
Pero Gómez comete un error que le pone en evidencia desde el primer 
párrafo, cuando le dice a Tamayo que después de contraer el cólera en 
Cuba, y ser atendido en el Instituto Pedro Kourí de Medicina Tropical le
 pasaron una cuenta de 4,700 dólares; que al final tampoco se pudo 
cobrar por las regulaciones del embargo de Estados Unidos a Cuba.
Los testimonios de Alfredo Gómez están colgados de hilos falsos. No 
aporta datos, habla de conversaciones que escuchó, de intentos de cobro 
inverificables; pero hay sobre todo un desliz esencial. Gómez viajó a 
Cuba en un vuelo “charter”, y es política de las compañías que operan 
estos vuelos que el pasajero adquiera, como parte del pasaje, un seguro 
por si tiene algún problema de salud en Cuba. Cualquier tipo de 
problema, desde el más simple al más grave, por lo que Gómez hubiera 
sido atendido de cualquier modo cubierto por esa póliza.
¿Qué ha ganado con su “testimonio” a Tamayo? Pues su salto a la 
“fama” en Miami. Desde hace unos días el anodino maestro ha sido 
entrevistado por los medios de prensa miamenses a cualquier hora. No es 
mala idea que le financien sus memorias para que quede una prueba: 
Alfredo Gómez puede trascender a la posteridad como cómplice de esta 
campaña difamatoria en la que acaba de contraer una gran 
responsabilidad.
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