La Cámara alta estadounidense presentó un documento en el que
 afirma que los métodos de interrogatorio utilizados por la CIA fueron 
“mucho peores” de lo que se había reconocido públicamente hasta ahora. 
“No fueron una forma eficiente de adquirir información precisa u 
obtener la cooperación de detenidos”, dijeron los senadores. Sin 
embargo, el director de la agencia defendió las acciones porque 
“produjeron inteligencia que ayudó a impedir ataques, capturar 
terroristas y salvar vidas”.
El documento de 525 páginas,
 que incluye párrafos enteros cubiertos por una tinta negra para 
proteger información confidencial, apunta que la CIA impidió que el 
Congreso y la Casa Blanca tuvieran acceso a información sobre lo 
ocurrido. Los brutales métodos de interrogatorio “no fueron una forma 
eficiente de adquirir información precisa u obtener la cooperación de 
detenidos”, señala el informe, que sin embargo apuntó que la CIA 
insistía en la eficacia del sistema.
El informe, publicado hoy tras cinco años de recopilación de 
documentos e investigaciones, aborda el uso de controvertidos procesos 
de interrogatorio a sospechosos y miembros de Al Qaeda retenidos en 
instalaciones secretas en Europa y Asia en los ocho años posteriores a 
los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S).
Según indica el estudio, los detenidos tras los atentados de las 
Torres Gemelas de Nueva York sufrieron prácticas como la privación de 
sueño durante más de una semana o la amenaza continua de que no iban a 
salir vivos de la custodia a la que estaban siendo sometidos.
Asimismo, el texto indica que, con la aprobación del personal médico 
de la CIA, al menos cinco de los prisioneros fueron sometidos a 
procedimientos “médicamente innecesarios” de “alimentación rectal” o 
“hidratación rectal”, y otros tantos a baños de hielo. “Uno de los 
interrogadores le dijo a un detenido que nunca irían a juicio porque ‘no
 podemos dejar nunca saber al mundo que les hemos hecho’”, relata el 
informe.
“Agentes de la CIA también amenazaron al menos a tres detenidos con 
hacer daño a sus familias, incluyendo a los hijos de un detenido y 
amenazando con abusar sexualmente de la madre de otro, y ‘rajarle la 
garganta a su madre’”, detalla el texto. El informe describe asimismo 
las prácticas de asfixia simulada a las que fue sometido el reconocido 
como cerebro del 11-S, Khalid Shaikh Mohammed, así como a otros 
detenidos, definidos como “series de ahogamientos” que en muchas 
ocasiones les producían vómitos.
Luego de la difusión del documento, el presidente de Estados 
Unidos, Barack Obama, dijo que la tortura por parte de la CIA a 
sospechosos de pertenecer a la red Al Qaida fueron “contrarias a los 
valores” que defiende su país. “Por esa razón decidí prohibir 
la tortura cuando asumí la presidencia, porque una de las herramientas 
más poderosas que tenemos para enfrentar a los terroristas y mantener 
seguros a los estadounidenses es mantenernos fieles a nuestros ideales”,
 dijo Obama.
Por su parte, el director de la CIA, John Brennan, defendió la 
aplicación de los brutales métodos de interrogatorios. Brennan admitió 
que se cometieron errores, pero añadió que la revisión de los métodos 
iniciada por la propia CIA llegó a la conclusión de que esos 
interrogatorios “produjeron inteligencia que ayudó a impedir ataques, 
capturar terroristas y salvar vidas”.
Las Claves del Informe
Estos son los más relevantes.
El uso por parte de la CIA de las técnicas reforzadas de 
interrogatorio no fue un medio efectivo para adquirir información que 
sirviera al espionaje o lograra la cooperación de los detenidos.
Según la CIA, siete de los 39 presos que fueron sometidos a las 
brutales técnicas de interrogatorio no proporcionaron ninguna 
información útil. Es más, en algunos casos, los interrogados –se evita 
el término torturado- ofrecieron datos falsos, lo que se tradujo en mala
 información para el espionaje.
La justificación de la CIA para usar esas técnicas de interrogatorios se basaba en una falsa declaración de que eran efectivas.
La Agencia hizo creer a la Casa Blanca, el departamento de Justicia y
 al Congreso que se evitaban complós terroristas como consecuencia 
directa de la aplicación sobre ciertos detenidos de esas técnicas de 
interrogatorio.
Los interrogatorios de la CIA a los detenidos fueron mucho 
peores y más brutales de lo que la CIA reconoció a la Casa Blanca, el 
Congreso y otros, así como las condiciones de confinamiento.
Empezando por el primer detenido de la Agencia, Abu Zubayda –hoy en 
Guantánamo-, y siguiendo con otros muchos, la CIA aplicó técnicas 
durísimas –calificadas como torturas por la senadora Feinstein- durante 
días e incluso semanas. Entre los métodos empleados para ‘romper’ a los 
sospechosos se encontraba el waterboarding (asfixia simulada por agua); 
la privación de sueño; la violencia sexual; la amenazas de muerte: y el 
walling (golpear contra un muro al detenido), entre otras.
En algunos casos, las técnicas aplicadas fueron tan duras que el 
personal de la CIA pidió que se suspendieran pero los altos mandos 
ordenaron continuar con ellas.
Con la aprobación del personal médico de la CIA, a algunos 
prisioneros se les sometió al método conocido como ‘alimentación rectal’
 o ‘hidratación rectal’, ya que el jefe de interrogatorios de la Agencia consideraba que el procedimiento lograba “un total control sobre el detenido”.
La CIA proporcionó de forma repetida información incorrecta al 
departamento de Justicia, lo que impidió un apropiado análisis legal del
 programa de detención e interrogatorios, así como de forma activa 
impidió que el programa fuera supervisado por la Casa Blanca y el 
Congreso.
La Agencia coordinó filtraciones de información clasificada a medios de comunicación, incluyendo
 información errónea, para contrarrestar las críticas, moldear la 
opinión pública y evitar acciones del Congreso para restringir el 
programa.
La CIA no estaba preparada cuando empezó a operar el programa, más
 de seis meses después de recibir, el 17 de septiembre de 2001, una 
autorización del presidente George W. Bush, en un memorándum de 
notificación de acciones encubiertas, para detener secretamente a 
sospechosos que supusieran un riesgo para EE UU o prepararan atentados 
terroristas.
Para 2005, la CIA había ‘subcontratado’ la gran mayoría de las operaciones que tenían que ver con el programa de
 interrogatorio ascendiendo al 85% la subcontratación hacia su final. 
Cuando comenzó a ponerse en práctica el método de detención, la Agencia 
contrató a dos psicólogos que habían trabajado antes para el Ejército 
pero que carecían de experiencia en operaciones de interrogatorio.
La CIA no reprendió o hizo responsable a nadie por lo sucedido así como marginó e ignoró las numerosas críticas que se efectuaron desde el interior de la organización.
En 2006, la CIA ponía fin al programa de detención e 
interrogatorios debido en parte a la falta de cooperación por parte de 
otros países. La Agencia necesitaba contar con el máximo 
secretismo y eso no quedaba garantizado después de que George Bush 
admitiera la existencia del programa en septiembre de aquel año. Desde 
el inicio del programa fue muy difícil para la CIA encontrar países 
dispuestos a colaborar y proporcionar lugares clandestinos de detención.
 A excepción de un país –cuyo nombre, como todos, está tachado en el 
informe-, la CIA se vio forzada a reubicar a todos y cada uno de los 
prisioneros de los países en los que había establecido un centro de 
detención debido a la presión de los gobiernos o la salida a la luz 
pública del programa.
Este martes ha concluido una larga espera y más de 10 años después de que el último operativo de Al Qaeda fuera sometido awaterboarding (asfixia
 simulada con agua), estas eran algunas preguntas y las respuestas sobre
 cómo, por quién, para qué y qué beneficios –si alguno- tuvo el 
controvertido programa.
(Tomado de Página 12/ El País)
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